En medio del conflicto que continúa afectando Ucrania, un alto el fuego ha sido propuesto por Estados Unidos y aceptado por el presidente Volodímir Zelenski, aunque condicionado a la anuencia de Rusia. Este planteamiento ha sido recibido con rechazo y escepticismo por parte de los soldados desplegados cerca de Kramatorsk. Los oficiales y personal militar expresaron abiertamente su desconfianza hacia las intenciones rusas y criticaron fuertemente el posible acuerdo de tregua. Algunos, como Igor, Oleksandr y Nikolai, calificaron la propuesta como una "completa gilipollez" y se oponen rotundamente a regresar a sus hogares si para ello deben aceptar la cesión de los territorios ucranianos ocupados.
Aunque alrededor de 30 soldados han dejado claro que no están dispuestos a tolerar concesiones territoriales, la desconfianza hacia Rusia también se refleja en la opinión pública. Según una encuesta del Instituto Internacional de Sociología de Kiev (KIIS), el 87% de la población ucraniana cree que Moscú no cumpliría con los términos de una tregua. Sin este nivel de confianza, muchos militares temen que cualquier acuerdo temporal solo brinde a Rusia una oportunidad para reorganizarse y lanzar nuevos ataques.
Vitali, uno de los soldados en la línea de batalla en el Donbás, fue claro al señalar que, si Ucrania cede territorios ocupados, la situación no significaría paz: "Si se entregan los territorios ocupados, ellos volverán a atacar". Este sentimiento es compartido por Aleksander, miembro de la brigada 93, que lamenta las pérdidas humanas sufridas por su unidad, incluida la muerte de su hermano en Kursk. Pese a la adversidad, Aleksander insiste en que seguirá luchando para recuperar cada metro del territorio ucraniano que ahora permanece bajo control ruso.
“O victoria o muerte”. Así lo afirma Vitali, mientras espera su café en Druzhkivka, una ciudad a 20 kilómetros de Chasiv Yar, casi bajo control del ejército invasor. Como el resto de los militares encuestados, no revela su apellido, ya que los soldados no pueden hablar con la prensa sin autorización, y menos aún de política. Sin embargo, los últimos acontecimientos los mantienen enfocados en ello. Sentado en una terraza junto a dos compañeros de uniforme, explica su postura: “Si cedemos los territorios ocupados, tarde o temprano volverán a atacarnos. Si no los detenemos ahora, no lo haremos nunca, y la única opción es hacerlo por la fuerza”.
El desacuerdo sobre el proceso para alcanzar una solución pacífica no es nuevo. Los acuerdos de Minsk, firmados en 2014 con el objetivo de detener el conflicto en la región, se rompieron en poco tiempo y no lograron prevenir el recrudecimiento de enfrentamientos en el este de Ucrania. Ante esta experiencia, Nikolai, otro soldado destacado en la zona del conflicto, sugirió que una tregua solamente podría ser viable si tropas occidentales sirvieran como testigos e intermediarios.
En cuanto a la moral y las aspiraciones de la población ucraniana en general, la postura actual ha mostrado un cambio significativo en comparación con el inicio de la invasión rusa en 2022. En ese año, el 71% de los ciudadanos ucranianos expresaban su intención de luchar hasta que el país recuperara su integridad territorial completa. Sin embargo, este porcentaje ha disminuido al 50%, reflejando las complejidades del conflicto prolongado.
Finalmente, Dima, otro soldado en el frente, expresó su añoranza por regresar a casa, aunque considera que normalizar las relaciones con Rusia sería poco más que una utopía.
El conflicto en Ucrania ha estado en curso desde 2014, año en el que comenzaron las hostilidades en el Donbás tras la anexión de Crimea por parte de Rusia. Desde entonces, numerosos intentos de alto el fuego han fracasado en lograr una paz duradera, exacerbando aún más la desconfianza entre ambas partes.