En preparación para la Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (COP30), que tendrá lugar en noviembre de 2025 en Belém, Brasil, se está construyendo una carretera de cuatro carriles conocida como Avenida Liberdade. La obra atraviesa más de 13 kilómetros de selva amazónica protegida y ha generado profundas críticas de científicos, ambientalistas y comunidades locales. Aunque las autoridades han señalado que esta infraestructura es parte de un esfuerzo mayor para modernizar la región, el impacto ambiental de la carretera ha suscitado alarmantes preocupaciones.

La COP30 prevé albergar a más de 50,000 personas, incluidos líderes mundiales, y la creación de acceso mejorado a Belém es central en la planificación logística. Sin embargo, la tala masiva necesaria para la construcción de esta carretera ha causado fragmentación de ecosistemas, desconectando áreas de bosque protegido. Los ambientalistas destacan que la deforestación resultante amenaza la biodiversidad local y erosiona el papel clave de la Amazonía como sumidero de carbono a escala global.
Claudio Verequete, un ciudadano que vive cerca de la zona afectada, declaró haber perdido su principal fuente de ingresos debido a la deforestación provocada por este proyecto. Según Verequete, la carretera no beneficiará directamente a la comunidad, ya que estará destinada al tráfico de camiones y no a la movilidad local sostenible. Él comparte la preocupación de que esta nueva vía también pueda facilitar desarrollos comerciales más extensos que pongan en mayor peligro el equilibrio ecológico de la región.

El gobierno federal de Brasil ha asignado más de $81 millones para ampliar la capacidad del aeropuerto local, que podrá recibir hasta 14 millones de pasajeros, duplicando su capacidad actual de siete millones. Además de esta ampliación, se planean un total de 30 proyectos de infraestructura en Belém, que incluyen un parque urbano de 500,000 metros cuadrados equipado con espacios públicos verdes, restaurantes y un complejo deportivo.
A pesar de las promesas de considerar aspectos ecológicos, como incluir pasos de fauna, carriles para bicicletas y alumbrado solar en la carretera, los críticos señalan que esto no compensa los daños irreparables al medio ambiente. Los planes para esta carretera datan de 2012, pero habían sido pospuestos durante años precisamente por las implicaciones ambientales que ahora han tomado protagonismo.

Las autoridades del estado de Pará, a pesar de que niegan que la carretera esté directamente vinculada a la cumbre climática, justifican la obra como necesaria para el desarrollo regional y la mejora de la movilidad. Paralelamente, tanto el presidente de Brasil como el ministro del medio ambiente han descrito la COP30 como una oportunidad crucial para abordar las necesidades de la Amazonía y demostrar su compromiso con la conservación. Sin embargo, activistas y científicos locales han expresado sentirse excluidos de las conversaciones sobre las prioridades ambientales en los preparativos de la cumbre.
La comunidad científica insiste en que el daño ambiental generado contradice los principios fundamentales de una conferencia dedicada a combatir el cambio climático. Aunque los organizadores buscan resaltar los esfuerzos del gobierno en pro del desarrollo sostenible, lo que realmente ocurre sobre el terreno pone en duda la eficacia de estas políticas en armonía con los límites ecológicos del Amazonas.
La carretera Avenida Liberdade incluye innovaciones como iluminación solar y pasos de fauna, pero esta no será la primera vez que la Amazonía enfrenta desafíos de este tipo: el 17% del bosque amazónico ha sido ya destruido debido a actividades humanas en las últimas décadas.