Situado a unos 26,000 años luz de la Tierra, Sagitario A* es el centro de actividad gravitacional en la Vía Láctea. Con características únicas, este agujero negro supermasivo rota rápidamente, un fenómeno que arrastra el espacio-tiempo a su alrededor. Su alta velocidad de rotación, además, indica que gran parte de su masa se debe a la acumulación de material circundante.
Una de las funciones principales de Sgr A* es la liberación de grandes cantidades de energía en forma de radiación cuando se activa, es decir, cuando materia cae en espiral hacia su horizonte de eventos. Este proceso energético no solo calienta el gas que lo rodea, sino que también influye en la formación estelar. De hecho, dependiendo de las condiciones, las emisiones de radiación sobrecalientan el gas y reducen el ritmo de formación de nuevas estrellas o, en ciertos casos, lo aceleran.

El entorno densamente poblado que rodea a Sgr A* contrasta radicalmente con el vecindario del Sol. Mientras que cerca de la Tierra hay unas 0,1 estrellas por 34,7 años luz cúbicos, el centro galáctico presenta una densidad de aproximadamente 10 millones de estrellas en el mismo volumen espacial. Muchas de estas estrellas poseen trayectorias extremadamente rápidas, moldeadas por la atracción gravitacional del agujero negro.
En regiones aún más compactas, como los cúmulos globulares, la densidad crece exponencialmente, alcanzando hasta 10,000 estrellas por parsec cúbico (equivalente a 34,7 años luz cúbicos). Aunque las colisiones estelares son poco frecuentes en estos ambientes, menos de una entre 10,000 estrellas en cúmulos globulares se convierte en estrella rezagada azul, que se caracteriza por ser joven y masiva.
Sgr A* no solo es un centro gravitacional, también es el principal almacén de gas denso en nuestra galaxia, lo que lo convierte en un punto clave para la formación de estrellas. En sus inmediaciones, las nuevas estrellas se están formando al ritmo más elevado de toda la galaxia. Esta zona ofrece un contexto único e inusual para estudiar si las condiciones extremas de las cercanías de este agujero negro afectan los aspectos considerados universales en la formación estelar.
Si bien su observación directa se ve limitada por la alta densidad estelar y las nubes de gas y polvo que pueblan la región, la importancia de Sgr A* es innegable. Este agujero negro no solo define el comportamiento de la materia cercana, sino que también sustenta la dinámica de nuestra galaxia, evidenciando que los agujeros negros supermasivos son piezas clave en la estructura y evolución de la mayoría de las galaxias espirales y elípticas del universo.
A pesar de ser imposible de observar directamente debido a su naturaleza, Sgr A* fue el primer agujero negro confirmado visualmente en 2022 mediante la colaboración científica del proyecto Event Horizon Telescope.