Volkswagen AG, el gigante automotriz alemán, ha sorprendido al mundo empresarial con la consideración de cerrar fábricas en Alemania por primera vez en sus 87 años de existencia. La compañía ha informado a su consejo de trabajo que está evaluando el cierre de al menos una planta de vehículos de gran tamaño y una fábrica de componentes en el país, en un esfuerzo por reducir costos en miles de millones de euros.
Esta decisión se enmarca en un contexto económico desafiante, con una creciente presión de los fabricantes de vehículos eléctricos de China, que ofrecen productos a precios más competitivos. Volkswagen, uno de los nombres más emblemáticos de la industria automotriz europea, enfrenta además las dificultades económicas de la región, que ha estado al borde de una recesión técnica durante casi dos años.
En el primer semestre de 2024, la compañía reportó ingresos de casi 159,000 millones de euros, sin embargo, sus beneficios se quedaron en 6,378 millones de euros, muy por detrás de competidores como Toyota y Hyundai. Estos resultados financieros han empujado a Volkswagen a considerar medidas drásticas para mantener su competitividad.
Se espera que la dirección de la empresa presente estos planes a aproximadamente 18,000 trabajadores en una reunión en Wolfsburg. En ella se discutirán las medidas necesarias para asegurar la viabilidad y el futuro competitivo de la empresa.
Daniela Cavallo, presidenta del consejo de trabajo de Volkswagen, ha manifestado su oposición a los planes de cierre, advirtiendo que estas acciones podrían amenazar la estabilidad de los empleos y de la compañía. El sindicato IG Metall, conocido por su influencia, también ha criticado las propuestas, denominándolas irresponsables.
Tras el anuncio de las posibles clausuras, las acciones de Volkswagen subieron inicialmente un 2.23%, aunque cerraron el día con un aumento más modesto del 1.25%. A pesar de esta leve recuperación, las acciones de la compañía han registrado una caída acumulada de más del 33% en los últimos cinco años. Volkswagen ha mantenido un pacto con los sindicatos hasta 2029 para asegurar los puestos de trabajo, acordando que no cerrarían plantas durante ese periodo. Este posible cierre rompería este largo compromiso, reflejando la gravedad de la situación actual de la industria automotriz.
Oliver Blume, CEO del grupo, ha afirmado que la industria automotriz en Europa enfrenta una situación muy exigente y ha señalado que Alemania está perdiendo competitividad como lugar de fabricación. Estas declaraciones subrayan las grandes dificultades que enfrentan los fabricantes de automóviles tradicionales en su transición hacia la producción de vehículos eléctricos, en un mercado cada vez más competitivo y desafiante.