El presidente ruso, Vladimir Putin, aceptó por primera vez el martes un acuerdo de alto el fuego limitado en el conflicto con Ucrania, condicionado a que ambas partes cesen los ataques contra infraestructuras energéticas durante un período de 30 días. Según un comunicado emitido por el Kremlin, esta decisión se produjo tras una conversación telefónica de dos horas y media entre Putin y el presidente estadounidense Donald Trump. No obstante, el cese parcial no alcanza el alto el fuego incondicional que Ucrania ya había propuesto previamente.
La guerra, que ya se prolonga por tres años, ha visto devastadores ataques mutuos que dañan redes eléctricas ucranianas y afectan instalaciones petroleras y de gas rusas, esenciales para la economía de Moscú. Ambas partes han propuesto durante este tiempo medidas similares de desescalada parcial, pero este es el primer acuerdo mutuo potencial, descrito por la Casa Blanca como "un paso inicial hacia una paz más amplia".
Sin embargo, el presidente Putin estableció condiciones adicionales que Ucrania considera inaceptables, lo que podría dificultar la implementación del acuerdo. Entre las exigencias del líder ruso se encuentra la suspensión de la movilización militar ucraniana y del rearme, así como el fin de todo apoyo militar y de inteligencia extranjero a Ucrania, una demanda que incluye interrupción de la asistencia económica y armamentística proveniente de Estados Unidos y sus aliados. Esta posición fue considerada un punto crítico en las negociaciones, dejando en el aire la aceptación mutua del pacto.
Tras el acuerdo inicial, no quedó claro si Kiev había firmado los nuevos términos propuestos por Rusia. Alarmas aéreas continuaron sonando en varias partes de Ucrania, incluido Kiev, horas después del anuncio, mientras que drones rusos Shahed permanecían activos, intensificando las dudas sobre el impacto inmediato del posible cese de hostilidades.
En el contexto estadounidense, la dinámica política influyó en el proceso. A principios de mes, la administración Trump suspendió temporalmente la ayuda militar y de inteligencia a Ucrania, después de un enfrentamiento entre Trump y el presidente ucraniano Volodímir Zelenski en el Despacho Oval. Aunque luego se reanudó dicha ayuda tras reuniones en Arabia Saudita que impulsaron una propuesta conjunta de alto el fuego, la conversación reciente entre Trump y Putin no ofreció claridad sobre concesiones territoriales. Hasta ahora, Rusia mantiene el control de aproximadamente el 20% del territorio ucraniano desde la anexión de Crimea en 2014, y ni el Kremlin ni la Casa Blanca mencionaron negociaciones sobre el futuro de este territorio.
Por su parte, Ucrania ha señalado en repetidas ocasiones que no aceptará bajo ningún concepto formalizar la soberanía rusa sobre territorios ocupados ni recortar el tamaño de sus fuerzas armadas. Además, busca garantías internacionales de seguridad como parte de cualquier acuerdo, propuestas que Francia, Reino Unido y otros países han respaldado con la idea de enviar fuerzas internacionales de mantenimiento de paz, aunque tal iniciativa fue rechazada por Rusia.
En otro ángulo de la discusión, Trump subrayó durante su declaración previa a la llamada telefónica que su enfoque podría incluir el destino de la central nuclear de Zaporizhia, la mayor de Europa, actualmente bajo control ruso. Sin embargo, este punto no fue mencionado oficialmente en las versiones emitidas tras la conversación por ninguna de las partes.
Mediante un comunicado, la Casa Blanca informó además que se planean negociaciones técnicas inmediatas en Oriente Medio sobre un alto el fuego marítimo en el Mar Negro y el diseño de un acuerdo más amplio de paz. Sin embargo, aún no hay detalles específicos de los mecanismos que garantizarán el cumplimiento de estos esfuerzos.
El conflicto enfrenta una compleja red de intereses geopolíticos, con críticas internas en Estados Unidos sobre los miles de millones de dólares gastados durante estos tres años de apoyo a Ucrania. Paralelamente, la incertidumbre sobre la estabilidad y el cumplimiento de acuerdos alcanzados persiste mientras el diálogo continúa sin hallar salidas definitivas.
Mientras tanto, expertos observan cautelosos el movimiento de Rusia hacia un cese parcial de hostilidades, sugiriendo que podría ser una estrategia para reposicionarse en términos diplomáticos y militares en un contexto que sigue siendo frágil e impredecible.
Desde el inicio del conflicto, Ucrania ha enfrentado más de 1,000 ataques importantes contra su infraestructura energética, mientras que Rusia calcula pérdidas multimillonarias en instalaciones estratégicas derivadas de contraataques ucranianos. Estos daños representan una importante presión económica para ambos países en guerra.