La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) confirmó el cierre de su Oficina de Tecnología, Política y Estrategia y de la Oficina del Científico Jefe, en un recorte que afectará a aproximadamente 20 empleados. Estas medidas, que se harán efectivas el 10 de abril de 2025, surgen como parte de la "urgente necesidad" de cumplir con una orden ejecutiva emitida previamente por el expresidente Donald Trump. En un movimiento inusual, el periodo estándar de 60 días de aviso para despidos se redujo a 30 días.
El cierre de estas oficinas ha generado una amplia controversia dentro y fuera de la agencia, con advertencias de sus propios empleados sobre el impacto negativo que podría tener en las operaciones de la NASA. Las oficinas eliminadas desempeñaban un papel fundamental en el análisis independiente de estrategias e inversiones clave, algo que los trabajadores consideran esencial para garantizar la eficiencia y el control de costos en misiones espaciales futuras. Uno de los puntos de mayor preocupación es el riesgo de que la pérdida de esas funciones provoque un aumento "dramático" en los costos de la exploración espacial.
El recorte también ha puesto bajo escrutinio la creciente influencia del empresario estadounidense Elon Musk, CEO de SpaceX, sobre la agencia espacial. Con más de 15 mil millones de dólares adjudicados a SpaceX en contratos a lo largo de los años, la empresa se ha consolidado como el mayor contratista privado de la NASA. Solo en fechas recientes, la agencia ha otorgado contratos significativos a SpaceX, incluyendo hasta 300 millones de dólares para la misión Pandora y otros 100 millones de dólares para explorar objetos cercanos a la Tierra. Críticos han señalado favoritismo hacia SpaceX y han planteado interrogantes sobre la ética de tales acuerdos.
El nombramiento de Michael Altenhofen, ex empleado de SpaceX, como asesor senior de la administradora interina de la NASA, Janet Petro, ha intensificado las preocupaciones sobre posibles conflictos de interés. Petro, quien asumió el cargo en enero tras ser designada por Donald Trump, también ha sido criticada por su relación cercana con Musk, en especial después de describir una reunión social entre ambos como "una de las conversaciones más fascinantes de su vida".
Voces internas de la NASA advierten que estos cambios podrían dificultar el progreso en importantes misiones, incluidas las tripulaciones destinadas a la Luna y a Marte. La eliminación de las oficinas cerradas, que tradicionalmente ofrecían análisis y asesoramiento independiente, no solo amenaza con incrementar los costos, sino también con comprometer la visión estratégica a largo plazo de los programas espaciales de la agencia.
En este contexto, la influencia creciente de SpaceX y las decisiones administrativas han suscitado llamados dentro y fuera de la NASA para que se reexaminen las políticas y los contratos vigentes, garantizando que las acciones futuras de la agencia respondan únicamente a los intereses científicos y tecnológicos, y no a presiones externas.
Desde su fundación en 2002, SpaceX ha avanzado posiciones como contratista principal de la NASA, sobrepasando a empresas tradicionales en la industria aeroespacial gracias a su tecnología reutilizable y ambiciosos proyectos, como la exploración de Marte, que también encabezan las aspiraciones personales de Elon Musk.