El equipo de investigadores de la Universidad de Cambridge, dirigido por la ecóloga conductual Alexandra Schnell, llevó a cabo un experimento para evaluar la capacidad de autocontrol y aprendizaje en los cefalópodos, específicamente en el sepia común (Sepia officinalis). El estudio se centró en adaptar el famoso test de marshmallow, conocido por medir la capacidad de autocontrol en niños humanos, para estos invertebrados marinos.
Para el experimento, se utilizó un tanque con dos cámaras cerradas, cada una con una puerta transparente con símbolos específicos. Un trozo de camarón crudo, menos apetecible para los cefalópodos, se colocó en una cámara, mientras que en la otra se puso un camarón vivo, su alimento preferido. Las puertas estaban marcadas con símbolos que los cefalópodos habían aprendido a reconocer. Un círculo indicaba que la puerta se abriría de inmediato, un triángulo señalaba una apertura después de un intervalo de entre 10 y 130 segundos, y un cuadrado indicaba que la puerta permanecería cerrada indefinidamente.
Los resultados mostraron que todos los cefalópodos en la condición de prueba esperaron por el camarón vivo, tolerando retrasos de hasta 50-130 segundos. En la condición de control, donde el camarón vivo no estaba accesible, los cefalópodos no mostraron interés en esperar, lo que subraya su capacidad de discriminar entre diferentes situaciones.
Además, se observó una correlación entre la capacidad de autocontrol y el aprendizaje en estos cefalópodos. Los que se adaptaron más rápidamente en una tarea de aprendizaje de reversión, que requería asociar un símbolo con una recompensa, fueron los mismos que pudieron esperar más tiempo por el camarón vivo.
El estudio, publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B el 3 de marzo de 2021, concluyó que los cefalópodos demostraron habilidades de autocontrol comparables a las de vertebrados de gran cerebro como chimpancés, cuervos y loros. Según los investigadores, estas habilidades cognitivas podrían estar relacionadas con la estrategia de forrajeo de los cefalópodos, que pasan mucho tiempo camuflados y esperando para atacar a sus presas.
Además, se observó que los cefalópodos pueden recordar qué, dónde y cuándo se alimentaron, lo que sugiere una memoria episódica. En 2024, nuevos estudios reportaron que estos animales también tienen la capacidad de formar recuerdos falsos, lo que señala una complejidad cognitiva aún mayor.
El estudio ha resaltado la importancia de reconsiderar la inteligencia animal, especialmente en especies como los cefalópodos, que no están usualmente asociados con capacidades cognitivas avanzadas.