Un nuevo análisis realizado por investigadores de la Universidad de Alaska Fairbanks ha revelado que las ballenas francas australes (Eubalaena australis) y del Atlántico Norte (Eubalaena glacialis) pueden vivir mucho más tiempo de lo que se pensaba anteriormente. El estudio, publicado en la revista Science Advances, revisó 40 años de datos obtenidos a través de programas de identificación fotográfica de estas ballenas, lo que permitió obtener estimaciones precisas de su longevidad.
El análisis descubrió que la ballena franca austral, tradicionalmente considerada como una especie que vive entre 70 y 80 años, tiene en realidad una esperanza de vida media de aproximadamente 73.4 años. Sin embargo, más del 10% de la población puede vivir más de 131.8 años, con algunos individuos alcanzando hasta los 150 años. Este hallazgo desafía las expectativas previas sobre la longevidad de las ballenas francas australes y demuestra que estas criaturas pueden vivir mucho más tiempo de lo que se pensaba.
Por otro lado, la ballena franca del Atlántico Norte presenta una esperanza de vida media mucho menor, con solo 22.3 años de promedio. Solo el 10% de los individuos de esta especie sobreviven más allá de los 47.2 años. Esta diferencia significativa en la longevidad entre ambas especies se atribuye principalmente a factores antropogénicos, como los enredos en equipos de pesca, las colisiones con barcos y la inanición, posiblemente relacionada con cambios ambientales y pérdida de hábitat.
Para estimar la longevidad de las ballenas francas, los investigadores utilizaron una herramienta conocida como curvas de supervivencia, que grafica la proporción de la población que sobrevive a cada edad. Esta metodología permitió inferir con precisión la edad media y la longevidad máxima probable de las ballenas, proporcionando una base sólida para las nuevas conclusiones del estudio.
Históricamente, se pensaba que ambas especies de ballenas vivían entre 70 y 75 años, una estimación que ahora se considera limitada debido a la caza comercial. La caza industrial de ballenas terminó hace aproximadamente 60 años, y la investigación sobre la edad de las ballenas comenzó en 1955, justo al final de esta era. Este contexto restringió el estudio de individuos más viejos y contribuyó a una subestimación de la longevidad de estas especies.
Los resultados de este estudio destacan la importancia de comprender la longevidad de las ballenas para mejorar las estrategias de conservación. Las ballenas francas, debido a sus vidas largas y tasas de reproducción lentas, enfrentan enormes desafíos para recuperarse de las amenazas humanas. Las hembras de estas especies tienen intervalos de cría largos, dando a luz a un solo ternero cada 10 años, lo que implica que la recuperación de sus poblaciones podría llevar siglos.
Los investigadores enfatizan que este descubrimiento resalta la necesidad de ajustar las estrategias de conservación para abordar los desafíos específicos que enfrentan las ballenas francas. La longevidad y la reproducción lenta de estas especies exigen esfuerzos a largo plazo para garantizar su supervivencia. Las amenazas humanas, como las actividades pesqueras y el tráfico marítimo, continúan siendo una amenaza crítica para las ballenas del Atlántico Norte, mientras que las ballenas francas australes también deben enfrentarse a los efectos del cambio climático y la pérdida de hábitat.
En resumen, este estudio no solo redefine la longevidad de las ballenas francas, sino que también subraya la urgencia de adoptar enfoques de conservación que reconozcan la importancia de las vidas largas y los ciclos reproductivos lentos de estos majestuosos animales. Con una base sólida de datos y un enfoque renovado en su biología y amenazas, los científicos esperan contribuir a la conservación de estas especies para las futuras generaciones.