Científicos del Donostia International Physics Center (DIPC), el CSIC y las universidades de Valladolid y Cádiz han logrado un hito en la investigación del origen de la vida al recrear un "protomundo" en un laboratorio de San Sebastián. Durante el experimento, que duró aproximadamente dos semanas, se simuló en un recipiente de tres litros las condiciones de la Tierra primitiva utilizando agua, metano, nitrógeno y amoniaco.
Para imitar el ambiente lleno de volcanes y meteoritos del Hádico, los investigadores aplicaron descargas eléctricas al recipiente. Como resultado, se formó una capa superficial en el líquido, semejante a la nata de la leche, y el agua cambió a un color marrón amarillento. Este entorno permitió la observación de estructuras curvilíneas, identificadas como protocélulas, que se consideran precursoras de la vida al estar formadas por moléculas autoorganizadas.
Además, el experimento generó aminoácidos y las cinco nucleobases fundamentales del ADN. Las protocélulas encontradas están compuestas por unidades repetidas de ácido cianhídrico, indicando que los bloques moleculares de la vida y las protocélulas pudieron haber aparecido simultáneamente en la Tierra primitiva, hace entre 4.600 y 4.000 millones de años, mucho antes de lo que se pensaba.
Esta investigación se enmarca en un proyecto financiado con 10 millones de euros por la Unión Europea para estudiar el papel de la sílice en el origen de la vida. Según la investigación liderada por García Ruiz, la sílice resulta esencial para la formación de protocélulas, a diferencia de estudios previos, como el experimento de Stanley Miller de 1953, que no lograron generar vida en recipientes de teflón.
Los resultados del estudio han sido publicados en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), y aportan nuevas perspectivas sobre cuándo y cómo surgió la vida en nuestro planeta. Ante estos hallazgos, los investigadores enfatizan la complejidad y la interrelación entre lo vivo y lo no vivo, desdibujando las fronteras entre ambas categorías tanto a nivel morfológico como químico.
De forma adicional, el descubrimiento sugiere que estructuras similares a las protocélulas podrían encontrarse en otros planetas, ampliando las posibilidades de encontrar vida extraterrestre y abriendo nuevas líneas de investigación sobre el origen y la evolución de la vida en el universo.