Las inundaciones catastróficas que azotaron la provincia de Chagang en julio de 2024 causaron estragos en el noroeste de Corea del Norte, afectando principalmente la ciudad de Sinuiju y la vecina Uiju. Según el informe de TV Chosun, el desastre provocó la destrucción de más de 4,100 hogares, afectó 7,410 acres de tierras agrícolas y dañó una gran cantidad de carreteras, edificios y líneas ferroviarias.
Tras inspeccionar las áreas afectadas, el líder norcoreano Kim Jong-un ordenó severos castigos para los funcionarios responsables de la respuesta al desastre. Un funcionario del régimen, cuyo nombre no fue revelado, informó que entre 20 y 30 ejecuciones se llevaron a cabo a finales del mes pasado. Entre los funcionarios destituidos se encuentra Kang Bong-hoon, el secretario del comité del partido provincial de Chagang.
A pesar de la magnitud del desastre, se reporta que Kim Jong-un rechazó la ayuda internacional, optando por trasladar a los residentes desplazados a Pyongyang donde recibirán mejor atención. Las labores de reconstrucción están proyectadas para completarse en un periodo de dos a tres meses, durante el cual el gobierno planea asistir a casi 15,400 individuos vulnerables en instalaciones dentro de la capital.
Históricamente, Corea del Norte mantiene una alta tasa de ejecuciones públicas, con un promedio de 10 ejecuciones anuales antes de la pandemia de COVID-19. Este número ha aumentado drásticamente, alcanzando al menos 100 ejecuciones en el último año, fenómeno atribuido a la economía inestable del país, las sanciones internacionales y los desastres naturales. Las inundaciones en Corea del Norte no solo pueden ser devastadoras por su impacto directo, sino también porque suelen agravar la ya precaria situación alimentaria del país, al destruir extensas áreas de cultivo y afectando la producción agrícola necesaria para sustentar a la población.