Ciencia

El impacto de los protectores solares en la vida marina expone una grave amenaza ecológica

Estudios recientes han revelado que los compuestos químicos presentes en los protectores solares están dañando significativamente los ecosistemas marinos. Desde el blanqueamiento de corales hasta la afectación en la fertilidad de los peces, esta problemática exige investigaciones más profundas y soluciones urgentes.

Ciencia

El impacto de los protectores solares en la vida marina expone una grave amenaza ecológica

Estudios recientes han revelado que los compuestos químicos presentes en los protectores solares están dañando significativamente los ecosistemas marinos. Desde el blanqueamiento de corales hasta la afectación en la fertilidad de los peces, esta problemática exige investigaciones más profundas y soluciones urgentes.

"Los filtros UV, aunque invisibles a simple vista, tienen un impacto devastador acumulativo en la vida marina y los ecosistemas costeros"

– Detallan los autores de la reciente revisión científica.

22/2/2025

La contaminación de los océanos por compuestos químicos presentes en los protectores solares ha emergido como un problema crítico para los ecosistemas marinos. Estos productos, diseñados para proteger a los humanos de la radiación UV, contienen sustancias que se han clasificado como contaminantes pseudo persistentes debido a su capacidad para acumularse y causar daños considerables a plantas y animales marinos.

De acuerdo con un informe reciente, se estima que entre 6,000 y 14,000 toneladas de filtros UV, componentes clave en los protectores solares, se liberan anualmente en áreas de arrecifes de coral. Estos mismos productos químicos también se han detectado en zonas turísticas densamente pobladas e incluso en lugares remotos como la Antártida, demostrando que su alcance es global. Estas sustancias ingresan al medio marino a través de actividades como el baño en el mar o incluso a través de fuentes indirectas, como duchas de playa, donde los productos son lavados y terminan en los océanos.

Uno de los compuestos más estudiados es la benzofenona-3, considerado un posible disruptor hormonal por la Agencia Europea de Sustancias Químicas. Este químico no solo afecta la reproducción de los peces al disminuir su fertilidad, sino que también contribuye al blanqueamiento y deformaciones de los corales, organismos fundamentales para la salud de los ecosistemas marinos. Además, las prácticas agrícolas que usan aguas recicladas contaminadas con compuestos de filtros UV están agravando el problema, ya que estas sustancias también terminan en cuerpos de agua a través del escurrimiento agrícola.

Un aspecto particularmente preocupante es la ineficacia de las tecnologías actuales de tratamiento de aguas residuales para eliminar estos compuestos. La ozonización, uno de los métodos más utilizados, no logra reducir la toxicidad de los filtros UV, que están presentes en el 95% de los efluentes de aguas residuales y en el 86% de las aguas superficiales examinadas globalmente.

A este panorama se añade la elevada cantidad de protectores solares que llegan al mar por el uso humano directo. Según cálculos realizados en un estudio, si una persona promedio aplica 36 g de protector solar y se lo reaplica cada 90 minutos, un grupo de 1,000 visitantes en una playa podría introducir al océano hasta 35 kg de protector solar en un solo día. Este considerable volumen de contaminantes destaca la magnitud de la amenaza y refuerza la necesidad de actuar.

Con un mercado mundial de protectores solares que se proyecta alcanzará los 13.6 mil millones de dólares en 2028, la dimensión del problema solo parece aumentar. Mientras tanto, los especialistas sugieren incrementar los estudios sobre los efectos de los filtros UV en las diferentes etapas de vida y especies marinas, así como evaluar su impacto en diversas regiones del mundo para tener una visión más amplia y comprender mejor su efecto acumulativo en los ecosistemas.

El daño ambiental causado por protectores solares plantea un dilema entre proteger la salud humana y la preservación de los ecosistemas marinos. Este problema subraya la necesidad de desarrollar alternativas menos dañinas y de tomar medidas que regulen el uso de químicos nocivos en la fabricación de estos productos.

Algo Curioso
Aunque los filtros UV suelen asociarse únicamente con playas y zonas costeras, estudios han detectado su presencia incluso en entornos remotos como la Antártida, lo que evidencia su capacidad de transporte y persistencia en el medio ambiente.

"Los filtros UV, aunque invisibles a simple vista, tienen un impacto devastador acumulativo en la vida marina y los ecosistemas costeros"

– Detallan los autores de la reciente revisión científica.

Feb 22, 2025
Colglobal News

La contaminación de los océanos por compuestos químicos presentes en los protectores solares ha emergido como un problema crítico para los ecosistemas marinos. Estos productos, diseñados para proteger a los humanos de la radiación UV, contienen sustancias que se han clasificado como contaminantes pseudo persistentes debido a su capacidad para acumularse y causar daños considerables a plantas y animales marinos.

De acuerdo con un informe reciente, se estima que entre 6,000 y 14,000 toneladas de filtros UV, componentes clave en los protectores solares, se liberan anualmente en áreas de arrecifes de coral. Estos mismos productos químicos también se han detectado en zonas turísticas densamente pobladas e incluso en lugares remotos como la Antártida, demostrando que su alcance es global. Estas sustancias ingresan al medio marino a través de actividades como el baño en el mar o incluso a través de fuentes indirectas, como duchas de playa, donde los productos son lavados y terminan en los océanos.

Uno de los compuestos más estudiados es la benzofenona-3, considerado un posible disruptor hormonal por la Agencia Europea de Sustancias Químicas. Este químico no solo afecta la reproducción de los peces al disminuir su fertilidad, sino que también contribuye al blanqueamiento y deformaciones de los corales, organismos fundamentales para la salud de los ecosistemas marinos. Además, las prácticas agrícolas que usan aguas recicladas contaminadas con compuestos de filtros UV están agravando el problema, ya que estas sustancias también terminan en cuerpos de agua a través del escurrimiento agrícola.

Un aspecto particularmente preocupante es la ineficacia de las tecnologías actuales de tratamiento de aguas residuales para eliminar estos compuestos. La ozonización, uno de los métodos más utilizados, no logra reducir la toxicidad de los filtros UV, que están presentes en el 95% de los efluentes de aguas residuales y en el 86% de las aguas superficiales examinadas globalmente.

A este panorama se añade la elevada cantidad de protectores solares que llegan al mar por el uso humano directo. Según cálculos realizados en un estudio, si una persona promedio aplica 36 g de protector solar y se lo reaplica cada 90 minutos, un grupo de 1,000 visitantes en una playa podría introducir al océano hasta 35 kg de protector solar en un solo día. Este considerable volumen de contaminantes destaca la magnitud de la amenaza y refuerza la necesidad de actuar.

Con un mercado mundial de protectores solares que se proyecta alcanzará los 13.6 mil millones de dólares en 2028, la dimensión del problema solo parece aumentar. Mientras tanto, los especialistas sugieren incrementar los estudios sobre los efectos de los filtros UV en las diferentes etapas de vida y especies marinas, así como evaluar su impacto en diversas regiones del mundo para tener una visión más amplia y comprender mejor su efecto acumulativo en los ecosistemas.

El daño ambiental causado por protectores solares plantea un dilema entre proteger la salud humana y la preservación de los ecosistemas marinos. Este problema subraya la necesidad de desarrollar alternativas menos dañinas y de tomar medidas que regulen el uso de químicos nocivos en la fabricación de estos productos.

La contaminación de los océanos por compuestos químicos presentes en los protectores solares ha emergido como un problema crítico para los ecosistemas marinos. Estos productos, diseñados para proteger a los humanos de la radiación UV, contienen sustancias que se han clasificado como contaminantes pseudo persistentes debido a su capacidad para acumularse y causar daños considerables a plantas y animales marinos.

De acuerdo con un informe reciente, se estima que entre 6,000 y 14,000 toneladas de filtros UV, componentes clave en los protectores solares, se liberan anualmente en áreas de arrecifes de coral. Estos mismos productos químicos también se han detectado en zonas turísticas densamente pobladas e incluso en lugares remotos como la Antártida, demostrando que su alcance es global. Estas sustancias ingresan al medio marino a través de actividades como el baño en el mar o incluso a través de fuentes indirectas, como duchas de playa, donde los productos son lavados y terminan en los océanos.

Uno de los compuestos más estudiados es la benzofenona-3, considerado un posible disruptor hormonal por la Agencia Europea de Sustancias Químicas. Este químico no solo afecta la reproducción de los peces al disminuir su fertilidad, sino que también contribuye al blanqueamiento y deformaciones de los corales, organismos fundamentales para la salud de los ecosistemas marinos. Además, las prácticas agrícolas que usan aguas recicladas contaminadas con compuestos de filtros UV están agravando el problema, ya que estas sustancias también terminan en cuerpos de agua a través del escurrimiento agrícola.

Un aspecto particularmente preocupante es la ineficacia de las tecnologías actuales de tratamiento de aguas residuales para eliminar estos compuestos. La ozonización, uno de los métodos más utilizados, no logra reducir la toxicidad de los filtros UV, que están presentes en el 95% de los efluentes de aguas residuales y en el 86% de las aguas superficiales examinadas globalmente.

A este panorama se añade la elevada cantidad de protectores solares que llegan al mar por el uso humano directo. Según cálculos realizados en un estudio, si una persona promedio aplica 36 g de protector solar y se lo reaplica cada 90 minutos, un grupo de 1,000 visitantes en una playa podría introducir al océano hasta 35 kg de protector solar en un solo día. Este considerable volumen de contaminantes destaca la magnitud de la amenaza y refuerza la necesidad de actuar.

Con un mercado mundial de protectores solares que se proyecta alcanzará los 13.6 mil millones de dólares en 2028, la dimensión del problema solo parece aumentar. Mientras tanto, los especialistas sugieren incrementar los estudios sobre los efectos de los filtros UV en las diferentes etapas de vida y especies marinas, así como evaluar su impacto en diversas regiones del mundo para tener una visión más amplia y comprender mejor su efecto acumulativo en los ecosistemas.

El daño ambiental causado por protectores solares plantea un dilema entre proteger la salud humana y la preservación de los ecosistemas marinos. Este problema subraya la necesidad de desarrollar alternativas menos dañinas y de tomar medidas que regulen el uso de químicos nocivos en la fabricación de estos productos.

Algo Curioso
Aunque los filtros UV suelen asociarse únicamente con playas y zonas costeras, estudios han detectado su presencia incluso en entornos remotos como la Antártida, lo que evidencia su capacidad de transporte y persistencia en el medio ambiente.

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