El gobierno de Canadá, encabezado por el primer ministro Justin Trudeau, comunicó el 26 de agosto de 2024 la imposición de nuevos aranceles sobre importaciones procedentes de China. A partir del 1 de octubre de 2024, se aplicará un arancel del 100% sobre los vehículos eléctricos (EV) importados desde el gigante asiático. Además, se establecerá un arancel del 25% sobre el acero y el aluminio provenientes del mismo país.
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Justificando esta drástica medida, Trudeau explicó que la decisión tiene como objetivo contrarrestar las políticas de sobrecapacidad estatal de China. "Esta decisión busca contrarrestar las políticas de sobrecapacidad estatal de China", declaró Trudeau. Sin embargo, no se especificó si los aranceles del 100% se aplicarían también a Tesla, empresa cuya cotización bursátil cayó más del 3% tras el anuncio.
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Esta acción sigue la línea marcada por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quien en mayo de 2024 anunció la implementación de un arancel del 100% sobre los vehículos eléctricos chinos. Biden también dispuso un aumento del 50% en los aranceles sobre semiconductores y celdas solares, y un nuevo arancel del 25% sobre baterías de iones de litio y otros bienes estratégicos.
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La medida canadiense se da también en un contexto en el que la Unión Europea ha impuesto aranceles de hasta el 36.3% sobre vehículos eléctricos importados de China. En 2023, las importaciones de automóviles desde China hacia Canadá habían aumentado un 460%, impulsadas en gran parte por los vehículos eléctricos fabricados en Shanghái por Tesla.
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Trudeau aclaró que la medida es parte de una acción coordinada con otras economías globales y mencionó que el gobierno canadiense está considerando imponer aranceles adicionales sobre chips y celdas solares. También señaló que la implementación de los nuevos aranceles de Estados Unidos ha sido retrasada hasta septiembre, con la posibilidad de ajustes antes de entrar en vigor.
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La decisión de Canadá surge en medio de una creciente presión por parte de la industria local para tomar medidas contra lo que consideran competencia desleal de China. A pesar de ser el segundo socio comercial más grande de Canadá, China está muy por detrás de Estados Unidos en términos de volumen de comercio. La aplicación de estos aranceles refleja el intento del gobierno canadiense de equilibrar el terreno de juego para los fabricantes nacionales y proteger sus intereses estratégicos.
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Esta serie de aranceles tiene un potencial impacto significativo en el comercio mundial y en las relaciones entre las principales economías. La medida podría llevar a un aumento en los costos de los vehículos eléctricos y otros productos estratégicos, afectando tanto a consumidores como a empresas en los países involucrados.
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El futuro de las relaciones comerciales entre Canadá y China depende ahora de cómo reaccionen las autoridades chinas a estas nuevas imposiciones y de la coordinación efectiva con otros países que también buscan contener la influencia económica de China.