Una reciente investigación ha revelado restos fosilizados de una avispa extinta, Sirenobethylus charybdis, encontrada en ámbar proveniente de Kachin, Myanmar, con una antigüedad de aproximadamente 99 millones de años. Se preservaron en total dieciséis ejemplares hembra, en cuyo abdomen se descubrió una estructura singular que parece haber evolucionado específicamente para sus estrategias de parasitismo.

La anatomía del abdomen de la avispa presenta una estructura única, formada por tres flaps redondeados que recuerdan a las hojas de la trampa de Venus atrapamoscas (Dionaea muscipula). Estos flaps están constituidos por modificaciones del esternón 6 y los tergos 7 y 6, lo que habría permitido capturar y mantener temporalmente a presas, mientras la avispa inyectaba sus huevos en huéspedes vivos. Además, el flap inferior, más ancho y con un borde de setas largas, habría ayudado a capturar presas ágiles como insectos voladores o saltadores.

Según los investigadores, esta especie practicaba el parasitismo koinobionte, una estrategia en la que las larvas se desarrollaban dentro del huésped sin matarlo inicialmente, permitiéndole crecer mientras era consumido internamente. Esta adaptación morfológica sugiere que Sirenobethylus charybdis pudo haber dependido de un mecanismo especializado para capturar y parasitar insectos de manera eficaz.
El hallazgo de esta especie fosilizada ha llevado a su clasificación en una nueva familia de avispas denominada Sirenobethylidae, la cual se ubica en los linajes más básicos del superfamilia Chrysidoidea. Este descubrimiento pone de manifiesto que las formas y estrategias de parasitismo en avispas durante el Cretácico medio eran considerablemente más diversas de lo que se pensaba anteriormente.
El estudio, publicado el 27 de marzo de 2025 en la revista BMC Biology, fue liderado por Qiong Wu de la Universidad Normal de Capital en Beijing, acompañado por Lars Vilhelmsen, Dong Ren y Taiping Gao. Los fósiles, encapsulados en ámbar, brindan no solo información sobre la evolución biológica de las avispas antiguas, sino también una visión más amplia sobre las técnicas de captura y parasitismo en insectos de aquella era.
El abdomen en forma de trampa de la Sirenobethylus charybdis es el primer caso documentado de una estructura similar a una planta carnívora en un insecto fósil.