Donald Trump ha redoblado su política de enfrentamiento comercial con China al elevar nuevamente las tarifas sobre productos de origen chino. En su segundo mandato, la tarifa, anteriormente fijada en un 10%, subió al 20%, intensificando la presión económica sobre Beijing, que ya enfrenta retos significativos en su economía. Este enfoque agresivo busca debilitar la competitividad comercial de China en el mercado mundial, pero también ha traído consecuencias para las relaciones internacionales y el papel de Estados Unidos como líder global.
En el corto plazo, estas tarifas están diseñadas para causar un impacto directo en las exportaciones chinas. No obstante, el enfoque más agresivo de Trump ha tenido efectos colaterales no menos trascendentales. Uno de ellos ha sido la fractura en la cohesión de las democracias occidentales, una situación sin precedentes desde la Guerra Fría, según varios observadores internacionales. La desintegración de este bloque ha permitido que Xi Jinping, presidente de China, consolide su posición y trabaje en su visión de un nuevo orden global centrado en los intereses chinos.
Por otro lado, Trump también ha mostrado un distanciamiento de los compromisos internacionales históricos de Estados Unidos. Ha propuesto un plan de paz para Ucrania que, según analistas, está alineado en gran medida con los términos rusos. Esta posición ha generado desconfianza entre los aliados tradicionales de Estados Unidos en América del Norte y Europa. Además, el mandatario ha sugerido que EE. UU. reducirá su participación en organismos globales clave, como USAid, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Mientras tanto, Xi Jinping busca restaurar a China como una potencia global indiscutible. La estrategia del líder chino se basa en el "Pensamiento de Xi Jinping" y en la realización del "Sueño Chino de Rejuvenecimiento Nacional" con la meta de consolidarlo para 2049. Entre las estrategias propuestas está la "democratización de las relaciones internacionales", cuyo propósito implica priorizar los intereses del Sur Global frente a las agendas de las democracias occidentales.
Las políticas de Trump, percibidas como perjudiciales para los aliados y el multilateralismo, han dado espacio a Xi Jinping para acusar a Estados Unidos de hipocresía en su uso del orden internacional liberal, argumentando que este sistema busca beneficiar exclusivamente a América. Este discurso ha encontrado ecos positivos principalmente en el Sur Global, donde los líderes autocráticos ven en el modelo propuesto por Xi una alternativa más conveniente. Estos cambios en la percepción mundial se están desarrollando rápidamente, eclipsando los efectos inmediatos que las tarifas comerciales puedan tener sobre la economía china.
En última instancia, el enfrentamiento comercial que en principio debía ser perjudicial para China está resultando ser una oportunidad para que Xi Jinping avance en su agenda de largo plazo, transformando el orden internacional y posicionando a China como líder en el escenario global.
El 20% de tarifa actual marca una de las tasas más altas de los últimos años en cualquier conflicto comercial entre dos grandes economías, destacando la complejidad y el impacto global de esta disputa.