Siria enfrenta una preocupante espiral de violencia sectaria que ha resultado en la muerte de más de 1,000 personas, con la minoría alauí siendo el principal grupo afectado. Este colectivo, que constituye aproximadamente el 10% de la población del país, ha sido blanco de ataques indiscriminados donde pueblos han sido quemados y civiles, incluidos niños, ancianos y personas con discapacidades, han sido brutalmente asesinados.
Un informe del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) documenta 39 masacres desde el inicio de este brote de violencia, con el saldo de 973 civiles asesinados. Por su parte, la Red Siria de Derechos Humanos (RSDH) detalla que entre los muertos hay 211 civiles asesinados por insurrectos y 396 por fuerzas leales al Gobierno, cifra que incluye insurrectos desarmados. En esta crisis, la responsabilidad de gran parte de los asesinatos recae sobre grupos armados como la Brigada Suleiman Shah y la División al Hamza, ambos vinculados al Ejército Nacional Sirio.
El impacto de estos crímenes ha desatado una ola de desplazamientos, donde aproximadamente 10,000 sirios, en su mayoría alauíes, han huido hacia el Líbano, agravando aún más las tensiones en la región. Mientras tanto, entre los ataques más estremecedores se incluyen quemas generalizadas de aldeas y la ejecución de personas vulnerables, como un caso donde alguien con discapacidad fue ejecutado en su silla de ruedas.
La comunidad alauí denuncia la falta de seguridad y expresa desconfianza ante las promesas del Gobierno de investigar estos abusos y castigar a los culpables. Aunque las autoridades han afirmado que las operaciones militares contra los insurrectos han culminado, el trauma y el miedo persisten entre la población.
Este episodio de violencia ha sido calificado como uno de los más graves desde la caída del régimen de Bashar al Asad, lo que deja a la vista un creciente vacío de control y estabilidad en el país. A pesar de las promesas gubernamentales, parece no haber garantías de que la seguridad será restaurada completamente para las comunidades más afectadas.
La población alauí, que representa apenas el 10% de la población siria, históricamente ha estado asociada con el Gobierno de Bashar al Asad, lo que la convierte en un blanco frecuente de ataques por parte de grupos opositores en el contexto de la guerra civil.