Ciencia

Tomorrow.Bio, la startup alemana que apuesta por la criónica y ofrece preservar cuerpos por 200.000 dólares en espera de futuros avances médicos

Tomorrow.Bio, la primera empresa de criónica en Europa, se establece en Berlín con un enfoque innovador en la preservación postmortem. Por $200,000, este servicio aspira a almacenar cuerpos a temperaturas ultrabajas con la esperanza de un futuro en el que la tecnología permita su resurrección. Pese a las críticas científicas, la startup cuenta con clientes en espera y planes de expansión.

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Tomorrow.Bio, la startup alemana que apuesta por la criónica y ofrece preservar cuerpos por 200.000 dólares en espera de futuros avances médicos

Tomorrow.Bio, la primera empresa de criónica en Europa, se establece en Berlín con un enfoque innovador en la preservación postmortem. Por $200,000, este servicio aspira a almacenar cuerpos a temperaturas ultrabajas con la esperanza de un futuro en el que la tecnología permita su resurrección. Pese a las críticas científicas, la startup cuenta con clientes en espera y planes de expansión.

“La idea de revivir a humanos tras la criopreservación es completamente preposterosa, ya que no hay pruebas de que estructuras cerebrales complejas puedan ser restauradas”

– Señaló Clive Coen, profesor de neurociencia en King's College London.

3/3/2025

La criónica, un controvertido campo científico que busca preservar a los individuos tras su muerte en espera de avances tecnológicos futuros, ha dado un nuevo paso en Europa con la entrada en operación de Tomorrow.Bio, una startup alemana con sede en Berlín. Esta firma es la primera en su tipo en el continente y promete un servicio innovador a un costo de $200,000, equivalente a aproximadamente £165,000 por paciente.

Hasta el momento, la empresa ha aplicado su procedimiento en “tres o cuatro” personas y cinco mascotas, mientras que cerca de 700 individuos más ya han expresado su interés, registrándose para el servicio de criopreservación. El proceso, diseñado para preservar estructuras cerebrales asociadas con la memoria, identidad y personalidad, tiene como objetivo ser reversible en el futuro, apuntando a lograrlo para el año 2028.

El proceso de criopreservación comienza tras la declaración oficial de muerte de la persona. En esta etapa, una ambulancia de Tomorrow.Bio acude para iniciar el protocolo en el que el cuerpo se enfría rápidamente hasta -125°C (-257°F) y gradualmente hasta -196°C (-384.8°F), la temperatura de almacenamiento final. Los cuerpos son tratados previamente con un fluido crioprotector compuesto por químicos como dimetilsulfóxido (DMSO) y etilenglicol, utilizados comúnmente en anticongelantes, para evitar la formación de cristales dañinos en los tejidos. Finalmente, los cuerpos son trasladados a una instalación especializada en Suiza para permanecer en almacenamiento.

Aunque estas iniciativas generan cada vez más curiosidad y demanda, reflejada a raíz de eventos como la pandemia de COVID-19 —que incrementó la reflexión sobre la muerte y la extensión de la vida—, persisten críticas y dudas significativas en el ámbito científico. Clive Coen, reconocido profesor de neurociencia, aseguró que no existen pruebas de que tejidos cerebrales humanos, enormemente complejos, puedan recuperarse tras ser sometidos a estas condiciones extremas. Adicionalmente, no se ha registrado hasta la fecha un solo caso exitoso de resurrección de seres humanos tras la criopreservación.

No obstante, ocurrencias como el caso de Anna Bagenholm, revivida después de estar clínicamente muerta durante dos horas por congelamiento accidental, alimentan un optimismo cauteloso dentro de esta área emergente. Según el cofundador de Tomorrow.Bio, Kendziorra, la ciencia aún tiene mucho que desarrollar, pero el interés en criónica sigue en aumento a medida que avanza la comprensión sobre posibilidades de extensión de la vida.

A nivel global, la criónica cuenta con un histórico significativo. Instituciones como el Cryonics Institute, fundado en 1976 en Estados Unidos, han registrado unos 2,000 individuos interesados, de los cuales 263 ya están “en suspensión”, es decir, almacenados en criopreservación. Tomorrow.Bio espera expandirse hacia el mercado estadounidense en 2025, buscando capitalizar en una base de clientes potencialmente mayor mientras afina sus técnicas.

El futuro de este tipo de tecnologías sigue dependiendo de una mezcla entre avances científicos, inversiones significativas y aceptación social para superar las barreras actuales. Mientras organizaciones como Tomorrow.Bio observan un posible camino hacia el éxito comercial, las críticas en torno a su viabilidad ética y práctica mantienen una sombra de incertidumbre sobre el campo.

El término “criónica” proviene de la raíz griega “kryos”, que significa frío, y surgió en 1962 como concepto, aunque la primera preservación científica ocurrió años después con un caso humano real.

Algo Curioso

“La idea de revivir a humanos tras la criopreservación es completamente preposterosa, ya que no hay pruebas de que estructuras cerebrales complejas puedan ser restauradas”

– Señaló Clive Coen, profesor de neurociencia en King's College London.

Mar 3, 2025
Colglobal News

La criónica, un controvertido campo científico que busca preservar a los individuos tras su muerte en espera de avances tecnológicos futuros, ha dado un nuevo paso en Europa con la entrada en operación de Tomorrow.Bio, una startup alemana con sede en Berlín. Esta firma es la primera en su tipo en el continente y promete un servicio innovador a un costo de $200,000, equivalente a aproximadamente £165,000 por paciente.

Hasta el momento, la empresa ha aplicado su procedimiento en “tres o cuatro” personas y cinco mascotas, mientras que cerca de 700 individuos más ya han expresado su interés, registrándose para el servicio de criopreservación. El proceso, diseñado para preservar estructuras cerebrales asociadas con la memoria, identidad y personalidad, tiene como objetivo ser reversible en el futuro, apuntando a lograrlo para el año 2028.

El proceso de criopreservación comienza tras la declaración oficial de muerte de la persona. En esta etapa, una ambulancia de Tomorrow.Bio acude para iniciar el protocolo en el que el cuerpo se enfría rápidamente hasta -125°C (-257°F) y gradualmente hasta -196°C (-384.8°F), la temperatura de almacenamiento final. Los cuerpos son tratados previamente con un fluido crioprotector compuesto por químicos como dimetilsulfóxido (DMSO) y etilenglicol, utilizados comúnmente en anticongelantes, para evitar la formación de cristales dañinos en los tejidos. Finalmente, los cuerpos son trasladados a una instalación especializada en Suiza para permanecer en almacenamiento.

Aunque estas iniciativas generan cada vez más curiosidad y demanda, reflejada a raíz de eventos como la pandemia de COVID-19 —que incrementó la reflexión sobre la muerte y la extensión de la vida—, persisten críticas y dudas significativas en el ámbito científico. Clive Coen, reconocido profesor de neurociencia, aseguró que no existen pruebas de que tejidos cerebrales humanos, enormemente complejos, puedan recuperarse tras ser sometidos a estas condiciones extremas. Adicionalmente, no se ha registrado hasta la fecha un solo caso exitoso de resurrección de seres humanos tras la criopreservación.

No obstante, ocurrencias como el caso de Anna Bagenholm, revivida después de estar clínicamente muerta durante dos horas por congelamiento accidental, alimentan un optimismo cauteloso dentro de esta área emergente. Según el cofundador de Tomorrow.Bio, Kendziorra, la ciencia aún tiene mucho que desarrollar, pero el interés en criónica sigue en aumento a medida que avanza la comprensión sobre posibilidades de extensión de la vida.

A nivel global, la criónica cuenta con un histórico significativo. Instituciones como el Cryonics Institute, fundado en 1976 en Estados Unidos, han registrado unos 2,000 individuos interesados, de los cuales 263 ya están “en suspensión”, es decir, almacenados en criopreservación. Tomorrow.Bio espera expandirse hacia el mercado estadounidense en 2025, buscando capitalizar en una base de clientes potencialmente mayor mientras afina sus técnicas.

El futuro de este tipo de tecnologías sigue dependiendo de una mezcla entre avances científicos, inversiones significativas y aceptación social para superar las barreras actuales. Mientras organizaciones como Tomorrow.Bio observan un posible camino hacia el éxito comercial, las críticas en torno a su viabilidad ética y práctica mantienen una sombra de incertidumbre sobre el campo.

El término “criónica” proviene de la raíz griega “kryos”, que significa frío, y surgió en 1962 como concepto, aunque la primera preservación científica ocurrió años después con un caso humano real.

La criónica, un controvertido campo científico que busca preservar a los individuos tras su muerte en espera de avances tecnológicos futuros, ha dado un nuevo paso en Europa con la entrada en operación de Tomorrow.Bio, una startup alemana con sede en Berlín. Esta firma es la primera en su tipo en el continente y promete un servicio innovador a un costo de $200,000, equivalente a aproximadamente £165,000 por paciente.

Hasta el momento, la empresa ha aplicado su procedimiento en “tres o cuatro” personas y cinco mascotas, mientras que cerca de 700 individuos más ya han expresado su interés, registrándose para el servicio de criopreservación. El proceso, diseñado para preservar estructuras cerebrales asociadas con la memoria, identidad y personalidad, tiene como objetivo ser reversible en el futuro, apuntando a lograrlo para el año 2028.

El proceso de criopreservación comienza tras la declaración oficial de muerte de la persona. En esta etapa, una ambulancia de Tomorrow.Bio acude para iniciar el protocolo en el que el cuerpo se enfría rápidamente hasta -125°C (-257°F) y gradualmente hasta -196°C (-384.8°F), la temperatura de almacenamiento final. Los cuerpos son tratados previamente con un fluido crioprotector compuesto por químicos como dimetilsulfóxido (DMSO) y etilenglicol, utilizados comúnmente en anticongelantes, para evitar la formación de cristales dañinos en los tejidos. Finalmente, los cuerpos son trasladados a una instalación especializada en Suiza para permanecer en almacenamiento.

Aunque estas iniciativas generan cada vez más curiosidad y demanda, reflejada a raíz de eventos como la pandemia de COVID-19 —que incrementó la reflexión sobre la muerte y la extensión de la vida—, persisten críticas y dudas significativas en el ámbito científico. Clive Coen, reconocido profesor de neurociencia, aseguró que no existen pruebas de que tejidos cerebrales humanos, enormemente complejos, puedan recuperarse tras ser sometidos a estas condiciones extremas. Adicionalmente, no se ha registrado hasta la fecha un solo caso exitoso de resurrección de seres humanos tras la criopreservación.

No obstante, ocurrencias como el caso de Anna Bagenholm, revivida después de estar clínicamente muerta durante dos horas por congelamiento accidental, alimentan un optimismo cauteloso dentro de esta área emergente. Según el cofundador de Tomorrow.Bio, Kendziorra, la ciencia aún tiene mucho que desarrollar, pero el interés en criónica sigue en aumento a medida que avanza la comprensión sobre posibilidades de extensión de la vida.

A nivel global, la criónica cuenta con un histórico significativo. Instituciones como el Cryonics Institute, fundado en 1976 en Estados Unidos, han registrado unos 2,000 individuos interesados, de los cuales 263 ya están “en suspensión”, es decir, almacenados en criopreservación. Tomorrow.Bio espera expandirse hacia el mercado estadounidense en 2025, buscando capitalizar en una base de clientes potencialmente mayor mientras afina sus técnicas.

El futuro de este tipo de tecnologías sigue dependiendo de una mezcla entre avances científicos, inversiones significativas y aceptación social para superar las barreras actuales. Mientras organizaciones como Tomorrow.Bio observan un posible camino hacia el éxito comercial, las críticas en torno a su viabilidad ética y práctica mantienen una sombra de incertidumbre sobre el campo.

El término “criónica” proviene de la raíz griega “kryos”, que significa frío, y surgió en 1962 como concepto, aunque la primera preservación científica ocurrió años después con un caso humano real.

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