Mundo

Resurgimiento del Chaná: La Voz de un Pueblo Indígena Renace en Argentina

Blas Jaime, un hombre de 89 años, ha dedicado casi dos décadas a revivir el chaná, una lengua indígena de Argentina que aprendió de su madre, desafiando la creencia de que estaba extinta y reafirmando la identidad cultural de su pueblo.

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Resurgimiento del Chaná: La Voz de un Pueblo Indígena Renace en Argentina

Blas Jaime, un hombre de 89 años, ha dedicado casi dos décadas a revivir el chaná, una lengua indígena de Argentina que aprendió de su madre, desafiando la creencia de que estaba extinta y reafirmando la identidad cultural de su pueblo.

“El idioma es lo que te da identidad. Si uno no tiene idioma, no es pueblo”

- Blas Jaime, el revitalizador de la lengua chaná.

17/1/2024

Blas Omar Jaime, un argentino de 89 años, ha emergido como un símbolo de resistencia cultural al dedicar casi dos décadas de su vida a resucitar el chaná, una lengua indígena que se creía extinta. Su viaje comenzó en su infancia, bajo la tutela de su madre, Ederlinda Miguelina Yelón, quien le enseñó el chaná, una lengua caracterizada por sus sonidos guturales y su expresión con movimientos mínimos de labios y lengua. Esta lengua es herencia del pueblo chaná, nativos de Argentina y Uruguay, cuya historia y cultura están profundamente vinculadas al río Paraná.

La decisión de Jaime de llevar a cabo esta misión se fortaleció tras su jubilación, al darse cuenta de que, aparte de él, nadie más parecía hablar chaná, una lengua que los académicos habían declarado extinta. Esta revelación lo impulsó a iniciar un proyecto de preservación lingüística, convirtiéndose en una figura clave para la UNESCO y para la comunidad indígena de Argentina. Su colaboración con lingüistas ha dado como resultado un diccionario de chaná con aproximadamente 1000 palabras, un recurso invaluable para la preservación de la lengua y la cultura chaná.

Jaime ha alcanzado reconocimiento no solo por su labor lingüística, sino también por su participación en documentales, charlas TED, y otros proyectos que buscan destacar la importancia de la lengua y la cultura chaná. Su voz, literal y figurativamente, ha resonado en el corazón de Buenos Aires, formando parte de un proyecto artístico que honra la historia indígena de Argentina. Este esfuerzo ha inspirado a muchos argentinos de ascendencia indígena a reconectar con sus raíces y ha contribuido a un diálogo nacional sobre la historia de colonización y la negación de lo indígena en el país.

Algo Curioso
El chaná, una vez considerado extinto, es un ejemplo de cómo una lengua puede ser revivida a través de los esfuerzos dedicados de individuos y comunidades, desafiando la creencia común de que una vez que una lengua desaparece, se pierde para siempre.

Una Lengua que Narra Historias: El Chaná como Testimonio de un Pasado Olvidado

La historia del pueblo chaná y su lengua se remonta a unos 2000 años atrás, con presencia en las actuales provincias argentinas de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos, así como en partes de Uruguay. Los registros europeos más antiguos datan del siglo XVI, cuando exploradores españoles documentaron por primera vez su existencia. Los chaná, conocidos por su habilidad en la pesca, la vida nómada y la artesanía en barro, enfrentaron desplazamientos y reducción de su población debido a la colonización y las campañas militares de la Argentina recién formada, destinadas a erradicar comunidades indígenas y abrir tierras para la colonización.

El último registro conocido de la lengua chaná antes de la intervención de Jaime se remonta a 1815, cuando el sacerdote Dámaso Larrañaga documentó 70 palabras tras reunirse con tres ancianos chaná en Uruguay. Sin embargo, el conocimiento que Jaime heredó de su madre, una "mujer guardiana de la memoria", superó ampliamente este registro. Este matriarcado, donde las mujeres eran las custodias de la historia y la cultura chaná, jugó un papel crucial en la preservación de su lengua y tradiciones.

La vida de Jaime, marcada por una variedad de profesiones y experiencias, tomó un giro decisivo cuando, a los 71 años, comenzó a compartir públicamente su conocimiento del chaná. Su historia captó la atención del periodista Daniel Tirso Fiorotto, quien publicó un reportaje en el diario La Nación en 2005, marcando el inicio de la visibilidad pública de la lengua chaná. La colaboración subsiguiente con el lingüista Pedro Viegas Barros fue fundamental para documentar y revitalizar la lengua, culminando en la publicación de un diccionario que incluye leyendas y rituales chaná.

El esfuerzo de Jaime por revivir el chaná no termina con él. Su hija, Evangelina Jaime, ha tomado la antorcha, enseñando chaná a nuevas generaciones. A sus 46 años, Evangelina representa la voz de un pueblo que ha sufrido generaciones de silencio, pero que ahora se niega a permanecer callado. Su experiencia personal, marcada por el acoso escolar y la negación de su identidad chaná durante su adolescencia, refleja la lucha de muchos indígenas en contextos urbanos y modernos.

El Legado Continúa: Evangelina Jaime y la Nueva Generación de Hablantes de Chaná

Evangelina, quien aprendió chaná de su padre, ahora enseña la lengua a través de internet a estudiantes de todo el mundo, incluyendo académicos y personas con ascendencia indígena. Este esfuerzo de enseñanza no solo preserva la lengua, sino que también fortalece la identidad y la historia de los chaná. La transmisión de la lengua a su hijo adulto asegura que el legado de su familia y su pueblo continúe.

La historia de la familia Jaime es un testimonio de la resistencia y la importancia de preservar las lenguas indígenas. Mientras Blas Jaime, con su nombre en chaná, Agó Acoé Inó ("perro sin dueño"), simboliza una vida de independencia y resistencia, su hija Evangelina representa la esperanza de un futuro donde el chaná no solo sobreviva, sino que también prospere.

Fuentes

The New York Times

“El idioma es lo que te da identidad. Si uno no tiene idioma, no es pueblo”

- Blas Jaime, el revitalizador de la lengua chaná.

Jan 17, 2024
Colglobal News

Blas Omar Jaime, un argentino de 89 años, ha emergido como un símbolo de resistencia cultural al dedicar casi dos décadas de su vida a resucitar el chaná, una lengua indígena que se creía extinta. Su viaje comenzó en su infancia, bajo la tutela de su madre, Ederlinda Miguelina Yelón, quien le enseñó el chaná, una lengua caracterizada por sus sonidos guturales y su expresión con movimientos mínimos de labios y lengua. Esta lengua es herencia del pueblo chaná, nativos de Argentina y Uruguay, cuya historia y cultura están profundamente vinculadas al río Paraná.

La decisión de Jaime de llevar a cabo esta misión se fortaleció tras su jubilación, al darse cuenta de que, aparte de él, nadie más parecía hablar chaná, una lengua que los académicos habían declarado extinta. Esta revelación lo impulsó a iniciar un proyecto de preservación lingüística, convirtiéndose en una figura clave para la UNESCO y para la comunidad indígena de Argentina. Su colaboración con lingüistas ha dado como resultado un diccionario de chaná con aproximadamente 1000 palabras, un recurso invaluable para la preservación de la lengua y la cultura chaná.

Jaime ha alcanzado reconocimiento no solo por su labor lingüística, sino también por su participación en documentales, charlas TED, y otros proyectos que buscan destacar la importancia de la lengua y la cultura chaná. Su voz, literal y figurativamente, ha resonado en el corazón de Buenos Aires, formando parte de un proyecto artístico que honra la historia indígena de Argentina. Este esfuerzo ha inspirado a muchos argentinos de ascendencia indígena a reconectar con sus raíces y ha contribuido a un diálogo nacional sobre la historia de colonización y la negación de lo indígena en el país.

Blas Omar Jaime, un argentino de 89 años, ha emergido como un símbolo de resistencia cultural al dedicar casi dos décadas de su vida a resucitar el chaná, una lengua indígena que se creía extinta. Su viaje comenzó en su infancia, bajo la tutela de su madre, Ederlinda Miguelina Yelón, quien le enseñó el chaná, una lengua caracterizada por sus sonidos guturales y su expresión con movimientos mínimos de labios y lengua. Esta lengua es herencia del pueblo chaná, nativos de Argentina y Uruguay, cuya historia y cultura están profundamente vinculadas al río Paraná.

La decisión de Jaime de llevar a cabo esta misión se fortaleció tras su jubilación, al darse cuenta de que, aparte de él, nadie más parecía hablar chaná, una lengua que los académicos habían declarado extinta. Esta revelación lo impulsó a iniciar un proyecto de preservación lingüística, convirtiéndose en una figura clave para la UNESCO y para la comunidad indígena de Argentina. Su colaboración con lingüistas ha dado como resultado un diccionario de chaná con aproximadamente 1000 palabras, un recurso invaluable para la preservación de la lengua y la cultura chaná.

Jaime ha alcanzado reconocimiento no solo por su labor lingüística, sino también por su participación en documentales, charlas TED, y otros proyectos que buscan destacar la importancia de la lengua y la cultura chaná. Su voz, literal y figurativamente, ha resonado en el corazón de Buenos Aires, formando parte de un proyecto artístico que honra la historia indígena de Argentina. Este esfuerzo ha inspirado a muchos argentinos de ascendencia indígena a reconectar con sus raíces y ha contribuido a un diálogo nacional sobre la historia de colonización y la negación de lo indígena en el país.

Algo Curioso
El chaná, una vez considerado extinto, es un ejemplo de cómo una lengua puede ser revivida a través de los esfuerzos dedicados de individuos y comunidades, desafiando la creencia común de que una vez que una lengua desaparece, se pierde para siempre.

Una Lengua que Narra Historias: El Chaná como Testimonio de un Pasado Olvidado

La historia del pueblo chaná y su lengua se remonta a unos 2000 años atrás, con presencia en las actuales provincias argentinas de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos, así como en partes de Uruguay. Los registros europeos más antiguos datan del siglo XVI, cuando exploradores españoles documentaron por primera vez su existencia. Los chaná, conocidos por su habilidad en la pesca, la vida nómada y la artesanía en barro, enfrentaron desplazamientos y reducción de su población debido a la colonización y las campañas militares de la Argentina recién formada, destinadas a erradicar comunidades indígenas y abrir tierras para la colonización.

El último registro conocido de la lengua chaná antes de la intervención de Jaime se remonta a 1815, cuando el sacerdote Dámaso Larrañaga documentó 70 palabras tras reunirse con tres ancianos chaná en Uruguay. Sin embargo, el conocimiento que Jaime heredó de su madre, una "mujer guardiana de la memoria", superó ampliamente este registro. Este matriarcado, donde las mujeres eran las custodias de la historia y la cultura chaná, jugó un papel crucial en la preservación de su lengua y tradiciones.

La vida de Jaime, marcada por una variedad de profesiones y experiencias, tomó un giro decisivo cuando, a los 71 años, comenzó a compartir públicamente su conocimiento del chaná. Su historia captó la atención del periodista Daniel Tirso Fiorotto, quien publicó un reportaje en el diario La Nación en 2005, marcando el inicio de la visibilidad pública de la lengua chaná. La colaboración subsiguiente con el lingüista Pedro Viegas Barros fue fundamental para documentar y revitalizar la lengua, culminando en la publicación de un diccionario que incluye leyendas y rituales chaná.

El esfuerzo de Jaime por revivir el chaná no termina con él. Su hija, Evangelina Jaime, ha tomado la antorcha, enseñando chaná a nuevas generaciones. A sus 46 años, Evangelina representa la voz de un pueblo que ha sufrido generaciones de silencio, pero que ahora se niega a permanecer callado. Su experiencia personal, marcada por el acoso escolar y la negación de su identidad chaná durante su adolescencia, refleja la lucha de muchos indígenas en contextos urbanos y modernos.

El Legado Continúa: Evangelina Jaime y la Nueva Generación de Hablantes de Chaná

Evangelina, quien aprendió chaná de su padre, ahora enseña la lengua a través de internet a estudiantes de todo el mundo, incluyendo académicos y personas con ascendencia indígena. Este esfuerzo de enseñanza no solo preserva la lengua, sino que también fortalece la identidad y la historia de los chaná. La transmisión de la lengua a su hijo adulto asegura que el legado de su familia y su pueblo continúe.

La historia de la familia Jaime es un testimonio de la resistencia y la importancia de preservar las lenguas indígenas. Mientras Blas Jaime, con su nombre en chaná, Agó Acoé Inó ("perro sin dueño"), simboliza una vida de independencia y resistencia, su hija Evangelina representa la esperanza de un futuro donde el chaná no solo sobreviva, sino que también prospere.

Fuentes

The New York Times

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