En un dramático e inquietante incremento en las tensiones de Oriente Medio, Irán lanzó oleadas de misiles balísticos hacia Israel el 1 de octubre de 2024, apenas unas horas después de que funcionarios de la Casa Blanca alertaran acerca de un ataque inminente. La ofensiva comenzó alrededor de las 7:30 PM, con múltiples misiles surcando los cielos sobre importantes ciudades costeras israelíes, incluidas Jerusalén y Tel Aviv.
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Las fuerzas de defensa israelíes reaccionaron rápidamente, y aunque se escucharon numerosos intentos de interceptación, varios misiles lograron impactar en el centro y la costa de Israel, provocando explosiones a la distancia. Una segunda oleada se produjo aproximadamente diez minutos después del primer ataque, proveniente de una dirección diferente, iluminando el cielo con destellos de interceptaciones y explosiones.
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La acción iraní siguió a una advertencia previa de la Casa Blanca, la cual señalaba que existían “indicaciones de que Irán se estaba preparando para lanzar un ataque de misiles balísticos” contra Israel. Un alto funcionario estadounidense reafirmó que EE. UU. estaba apoyando las defensas israelíes y advirtió que el ataque tendría "graves consecuencias para Irán".
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Este episodio sucede en un clima de creciente tensión, exacerbado por promesas de represalias iraníes debido a anteriores ataques israelíes contra instalaciones y milicias aliadas iraníes, incluyendo Hezbollah. En abril, un ataque iraní que involucró 170 drones, 30 misiles de crucero y 120 misiles balísticos fue en gran parte interceptado por las defensas israelíes.
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El portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF), R Adm Daniel Hagari, confirmó que Israel estaba en estado de “máxima preparación” tanto defensiva como ofensivamente. Subrayó que los ataques iraníes conllevarían repercusiones serias y detalló que Israel dispone de planes y capacidades para responder.
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La embajada de EE. UU. en Jerusalén recomendó a su personal y sus familias a refugiarse hasta nuevo aviso, reforzando la necesidad de seguridad personal. En paralelo, Israel había iniciado una incursión terrestre en el sur de Líbano, llamada Operación Northern Arrow, que incluyó bombardeos transfronterizos y la evacuación de residentes de aproximadamente 30 aldeas en la región.
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Las consecuencias humanitarias del conflicto también han sido graves: desde el inicio de la incursión, al menos 25 personas han fallecido y 13 resultaron heridas en Líbano, con miles desplazadas. El primer ministro libanés, Najib Mikati, informó que cerca de 1 millón de personas se han visto desplazadas por la guerra.
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A nivel internacional, el secretario de Relaciones Exteriores del Reino Unido, David Lammy, hizo un llamado a un alto el fuego inmediato, advirtiendo sobre los peligros de una guerra regional. Mientras tanto, funcionarios estadounidenses expresaron un apoyo prudente a las operaciones israelíes, subrayando la necesidad de desmantelar la infraestructura de ataque de Hezbollah.
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Este reciente desarrollo marca un punto crítico en el conflicto entre Irán e Israel, con el riesgo de escalar a una guerra de mayores proporciones en la región.