En un anuncio realizado el 10 de marzo de 2025, la NASA dio a conocer una polémica reestructuración que implica el cierre de tres de sus oficinas centrales y el despido de 23 empleados. La medida, impulsada por la administración de Donald Trump, busca reducir costos y optimizar la eficiencia del organismo espacial. Entre los departamentos eliminados se encuentran la Oficina del Jefe Científico, la Oficina de Tecnología, Política y Estrategia, y la Rama de Diversidad, Equidad, Inclusión y Accesibilidad (DEIA).

La eliminación de la Oficina del Jefe Científico ha sido particularmente notable, ya que esta oficina era dirigida por la Dra. Katherine Calvin, reconocida por su destacado trabajo en informes clave relacionados con el cambio climático de la ONU. Calvin había asumido dicho cargo en enero de 2022 y era una figura central en las iniciativas científicas de NASA, especialmente en temas de sostenibilidad y cambio climático.

Otra de las oficinas cerradas, la Oficina de Tecnología, Política y Estrategia, había sido establecida en 2021 con el objetivo de proporcionar análisis y estrategias de innovación y desarrollo tecnológico. Su cierre marca el fin de una plataforma que había estado diseñada para guiar las decisiones estratégicas de la dirección de la NASA.

Por su parte, la Rama DEIA también fue clausurada, lo que ha generado críticas significativas debido a que esta unidad era clave en la promoción de iniciativas de diversidad e inclusión. La medida ha sido interpretada por analistas como un retroceso en los compromisos de NASA con los valores de igualdad y representación.

Janet Petro, administradora interina de la agencia, justificó los recortes como una "oportunidad para remodelar nuestra fuerza laboral". Según explicó, estas decisiones responden a un esfuerzo por alinear las operaciones de NASA con las prioridades definidas por el gobierno, un enfoque que vuelve a priorizar la exploración espacial por encima de otras áreas de investigación científica.

Las reacciones no se hicieron esperar. Amplios sectores, incluidos científicos, expertos y usuarios de redes sociales, han criticado la medida como un ataque directo a la ciencia y la toma de decisiones informadas por evidencia. Algunos ven la clausura de estas oficinas como un retroceso significativo en los avances logrados por NASA en diversidad, sostenibilidad y planificación estratégica.

El impacto de estas decisiones va más allá de los despidos inmediatos. Según informaciones oficiales, la administración Trump ya está preparando un plan más amplio de reorganización, que podría incluir más recortes a la fuerza laboral de NASA. Estos ajustes surgen como parte de una serie de órdenes ejecutivas del gobierno actual, en línea con prioridades que parecen centrarse cada vez más en la exploración espacial, alejándose de políticas centradas en el cambio climático y otras investigaciones científicas.

Cabe destacar que estos movimientos ocurren en un contexto de fricciones ideológicas dentro de la agencia. NASA, que había establecido metas ambiciosas como llevar a la primera mujer y a la primera persona de color a la luna mediante el programa Artemis, ahora enfrenta dudas sobre si estas promesas se cumplirán bajo la actual reorganización institucional.

Los cierres también reflejan el enfoque de sectores vinculados al gobierno, como el impulsado por figuras influyentes en la industria espacial privada, incluidos defensores de la exploración como Elon Musk, quienes presionan por priorizar la carrera espacial.

A medida que se esperan cambios adicionales en la estructura del organismo, expertos temen que el debilitamiento de áreas clave de investigación afecte la capacidad de NASA para afrontar retos científicos globales, especialmente aquellos relacionados con el cambio climático y la innovación tecnológica.

La Oficina del Jefe Científico de NASA, ahora clausurada, fue responsable de supervisar algunos de los mayores avances científicos de la agencia, incluyendo proyectos vinculados a la observación de la Tierra desde el espacio para estudiar el cambio climático.