Un estudio desarrollado en el condado de San Diego, California, utilizando datos del Proyecto Fresh Air (2012-2016), ha revelado que los niños menores de 14 años que residen en hogares donde se fuma cannabis muestran una probabilidad significativamente mayor de presentar biomarcadores de esta sustancia en su organismo. La investigación, realizada en 275 hogares, aborda un tema emergente de salud pública en el contexto del creciente uso legalizado de cannabis en diversas regiones.
El análisis, enfocado en hogares con al menos un adulto fumador de tabaco, encontró que el 10.6% de las viviendas (29 de 275) reportaron haber fumado cannabis dentro del hogar durante los últimos siete días. Como consecuencia, un 27.3% de los niños analizados (75 de 275) presentaron rastros detectables de biomarcadores de cannabis en su orina. Esta cifra aumenta dramáticamente al 69% en niños pertenecientes a hogares donde se confirmaba el consumo de cannabis (20 de 29), en comparación con un 23.7% en aquellos provenientes de hogares donde no se utilizaba esta sustancia (40 de 169).
El incremento del riesgo se cuantificó utilizando la medida estadística “Odds Ratio” (OR): los niños en hogares con consumo de cannabis fueron cinco veces más propensos a mostrar biomarcadores de THC en su orina (OR, 5.0; intervalo de confianza del 95%, 2.4–10.4). Además, el número de eventos diarios de consumo de cannabis dentro del hogar acrecentó exponencialmente esta exposición. Por cada evento adicional, la probabilidad de detección de estos biomarcadores aumentó en un 150% (OR, 2.5; IC del 95%, 1.6–3.9).
El estudio midió la exposición utilizando monitores de partículas de aire que capturan los residuos del humo del cannabis en el ambiente. También, los padres fueron entrevistados sobre sus hábitos relacionados con el consumo de sustancias en el hogar. Para analizar los efectos en los niños, los científicos examinaron muestras de orina en busca de tres biomarcadores clave de cannabis: THC, 11-hidroxi-THC y 11-nor-9-carboxi-THC.
Los autores advirtieron sobre ciertas limitaciones en los resultados. En primer lugar, el enfoque del estudio primariamente dirigido hacia el tabaco podría haber reducido la amplitud de los análisis específicos sobre el cannabis. Asimismo, la mayoría de las familias participantes pertenecían a un contexto socioeconómico de bajos ingresos, lo que podría limitar la generalización de los hallazgos a otras poblaciones con diferentes características demográficas y económicas.
A pesar de estas restricciones, la evidencia sugiere un fuerte vínculo entre el consumo de cannabis en espacios domésticos y el impacto potencial en la salud de los menores. El humo de cannabis, al igual que el humo de tabaco, contiene sustancias químicas tóxicas y carcinógenas que representan riesgos adicionales para los niños. Los investigadores enfatizan la importancia de considerar estrategias para reducir la exposición, particularmente en hogares donde residen menores.
Este estudio es un llamado para realizar más investigaciones sobre el impacto del consumo de cannabis en espacios cerrados, especialmente en contextos familiares. La creciente aceptación social y legal del cannabis plantea nuevos retos en términos de prevención y protección, especialmente en las poblaciones más vulnerables como los niños.