Los países más ricos del mundo están favoreciendo una acelerada pérdida de biodiversidad fuera de sus fronteras, de acuerdo con una nueva investigación. Según el estudio, las naciones desarrolladas están causando la destrucción de hábitats silvestres a un ritmo quince veces más alto en el extranjero que dentro de sus propios territorios. La demanda de productos como carne, aceite de palma, madera y soya está detrás de esta devastación, que afecta principalmente a regiones tropicales altamente biodiversas.
El análisis detalla que las naciones de mayores ingresos tienen un impacto significativo, siendo responsables del 13% de la pérdida de hábitats forestales globales fuera de sus fronteras. Entre estos países destacan Estados Unidos, Alemania, Francia, Japón, China y el Reino Unido. Estados Unidos, en particular, aporta un 3% a la destruccíon de hábitats forestales no estadounidenses, concentrándose su impacto principalmente en América Central, mientras que China y Japón inciden principalmente en las selvas tropicales del sudeste asiático.
El estudio, que comprende datos entre 2001 y 2015, estimó el efecto de las actividades de 24 naciones desarrolladas sobre más de 7,500 especies dependientes de los bosques, incluyendo aves, mamíferos y reptiles. Las conclusiones subrayan que el 90% de la pérdida de hábitats silvestres está relacionada con la conversión de dichos terrenos en tierras agrícolas. Aunque no se analizaron específicamente los cultivos involucrados, investigaciones anteriores sugieren que alrededor del 80% del uso agrícola se destina a la producción de carne y lácteos.
La deforestación ocasionada exporta la presión ambiental desde países ricos hacia regiones tropicales predominantes en biodiversidad, como Indonesia, Brasil y Madagascar, donde los impactos sobre la flora y fauna son significativos. Este patrón de consumo internacional, señala el profesor David Wilcove, dispersa los daños del consumo humano, resaltando cómo la importación de ciertas materias primas conduce a la pérdida de especies.
Un análisis independiente, llevado a cabo por la Universidad de Cambridge, arroja luz sobre un fenómeno conocido como "fuga de biodiversidad". Este fenómeno implica que, paradójicamente, esfuerzos como convertir tierras agrícolas en reservas naturales en naciones desarrolladas podrían tener consecuencias negativas para la biodiversidad global, agravando la pérdida de especies a gran escala. En el caso del Reino Unido, este cambio de uso podría ser hasta cinco veces más dañino para la biodiversidad global.
Los hallazgos invitan a una reflexión sobre las interdependencias ambientales globales y destacan la necesidad de una producción alimentaria sostenible y estrategias de conservación más enfocadas. Los investigadores concluyen que este desequilibrio entre consumo y conservación redefinirá cómo se entienden las amenazas globales para la vida silvestre.