La Última Área de Hielo (LIA), considerada el último refugio de hielo permanente del Ártico, podría estar condenada a desaparecer antes de lo anticipado, según advierte una reciente investigación liderada por la Universidad McGill, Canadá, y publicada en la revista Nature. Este conjunto de simulaciones realizado utilizando el modelo Community Earth System Model (CESM1.3-HR) revela la gravedad del impacto del cambio climático en esta región crítica.
El estudio estima que el océano Ártico central podría volverse estacionalmente libre de hielo cada año tan pronto como en 2035. Posteriormente, la desaparición total del hielo permanente restante podría producirse en un plazo de 6 a 24 años después, dependiendo de las condiciones locales y globales.
La LIA está situada alrededor de las Islas Queen Elizabeth, al norte de Groenlandia y el Archipiélago Ártico Canadiense, una región clave no solo por su ubicación geográfica sino también por su relevancia ecológica. Aproximadamente una cuarta parte de la población mundial de osos polares vive en las proximidades de esta área, lo que la convierte en un espacio vital para la biodiversidad del Ártico. Sin embargo, el rápido retroceso del hielo marino está poniendo en peligro estas especies y otras formas de vida.
Los estudios revelaron que la región de la LIA presenta características específicas: abarca aproximadamente tres regiones clave con diferentes superficies. Por ejemplo, la LIA-N tiene 1.14 millones de km², las Islas Queen Elizabeth 0.16 millones de km² y el sur del Archipiélago Ártico Canadiense 0.59 millones de km². Pese a esto, la LIA ha perdido volumen a un ritmo dos veces mayor que el resto del océano Ártico central.
Desde 1997, se ha registrado un aumento significativo en el transporte de hielo hacia afuera de la región a través de canales y estrechos naturales, como los del Archipiélago Ártico Canadiense y el Estrecho de Nares. Este fenómeno está vinculado a una reducción en la duración de los arcos de hielo, formaciones que funcionaban como barreras naturales. Este incremento en la exportación y el cambio en el flujo del hielo aceleran el deterioro de la región.
El estudio, que utilizó el escenario de emisiones RCP8.5, predice un aumento de temperatura de 4.3 °C para finales de siglo, exacerbando la pérdida de hielo en la región. Estos modelos también señalan que la última remanencia del hielo podría drenarse completamente entre 2040 y 2080, dependiendo de las proyecciones climáticas y el comportamiento de las corrientes marinas.
La región alberga, además, el Área Marina Protegida Tuvaijuittuq, que en lengua Inuktut significa "el lugar donde el hielo nunca se derrite". A pesar de su designación como área protegida, su futuro no está garantizado frente al imparable avance del cambio climático.
El modelo empleado en la investigación señala que una de las claves críticas es la función del norte de la LIA como "guardián", al bloquear el flujo de hielo fuera de la región y permitir que el hielo más grueso se acumule. Sin embargo, a medida que las temperaturas globales aumentan y los patrones climáticos se alteran, la capacidad de este guardián para contener el hielo se verá comprometida.
Las consecuencias de la desaparición de la LIA para los ecosistemas del Ártico son incalculables. La fauna que depende del hielo marino, incluyendo no solo a los osos polares, sino también a las morsas y otras especies, ya se enfrenta a desafíos crecientes. El episodio de 2019 de la serie "Our Planet" expuso la gravedad de esta situación al documentar cómo morsas murieron al intentar adaptarse a la falta de hielo escalando peligrosamente acantilados en tierra firme.
La pérdida de hielo en esta región es un recordatorio urgente de los efectos del cambio climático en áreas sensibles y críticas del planeta y pone de manifiesto la importancia de adoptar medidas inmediatas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar estos devastadores impactos.