La industria láctea colombiana enfrenta una amenaza significativa por la adulteración de leche con lactosuero, un producto derivado de la fabricación de queso que, aunque más barato, tiene menor valor nutricional que la leche real. Este fraude tiene implicaciones múltiples en el ámbito fiscal, económico y sanitario y ha provocado serias repercusiones para productores y consumidores.
El caso ganó notoriedad el 11 de febrero pasado cuando la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) sancionó a cuatro empresas tras determinados análisis del Invima que detectaron excedencias en los niveles de Casinomacropéptido (CMP). Esta proteína sirve como marcador para identificar la adulteración con lactosuero en productos lácteos.
Según dos consultorías presentadas por los economistas César Corredor y Jorge Navarro, el impacto de esta práctica fraudulenta se refleja principalmente en la evasión fiscal. En Colombia, la leche líquida está exenta de IVA para promover su producción y consumo, permitiendo a las empresas reclamar devoluciones tributarias. Sin embargo, empresas que comercializan mezclas de lactosuero como leche real solicitan devoluciones de IVA de manera fraudulenta. Se calcula que esta maniobra ilegal representa un detrimento anual para el Estado de 92.000 millones de pesos en devoluciones improcedentes.
A nivel de mercado, la competencia desleal ocasionada por la diferencia de costos entre leche cruda nacional y lactosuero importado ha generado una situación crítica. El litro de leche colombiana tiene un precio aproximado de 2.300 pesos (0,49 dólares), mientras que un litro de lactosuero importado cuesta unos 870 pesos (0,19 dólares), un 148 % más barato. Esta diferencia de precio, incentivada por acuerdos como el TLC con Estados Unidos, permite a productores desleales mezclar lactosuero con leche para reducir costos, afectando la competitividad de los productores legales.
Las ganancias fraudulentas derivadas de la adulteración son alarmantes. Agregar 10 % de lactosuero a la leche genera ahorros de 200 pesos por litro, mientras que la adición de 50 % puede representar ahorros de hasta 1.000 pesos por litro. Si una empresa comercializa 100.000 litros diarios con estas mezclas, podría obtener ganancias ilegales de entre 20 y 60 millones de pesos diarios, sumando más de 6.000 millones de pesos al año.
El impacto no se limita a productores y el fisco. Los consumidores resultan engañados al comprar productos más baratos pensando que son leche real, pero reciben un alimento con menores valores nutricionales. Esto afecta principalmente a poblaciones vulnerables como niños y adultos mayores, que dependen de la leche como fuente de nutrientes esenciales. La caída en la venta de productos lácteos formales ha permitido el auge de marcas más baratas y probablemente adulteradas, poniendo bajo presión a empresas establecidas como Alpina, Colanta, Nestlé y Alquería.
Economistas y expertos advierten sobre las consecuencias a largo plazo para el sector agropecuario. Los pequeños y medianos productores enfrentan graves dificultades debido a la caída en la demanda de leche pura, lo que incrementa el riesgo de cierres y afecta la sostenibilidad de la producción láctea en el país.
Para combatir esta problemática, se proponen diversas medidas. Entre ellas, fortalecer la capacidad del Invima para detectar y sancionar la adulteración, imponer multas ejemplares, exigir transparencia en el etiquetado de productos y realizar campañas de sensibilización para que los consumidores sean conscientes de los riesgos asociados al consumo de leche con lactosuero. Además, se recomienda brindar apoyo técnico y económico a los productores nacionales para reducir costos y contrarrestar los efectos negativos de esta práctica en el campo colombiano.
El fraude con lactosuero expone no solo la vulnerabilidad del sistema de control sino también la necesidad de una acción coordinada entre entes reguladores, consumidores y productores para proteger la industria láctea nacional y sus actores más afectados.
El lactosuero en polvo, cuyo uso indebido en leche altera la calidad, se vende en Estados Unidos por 0,96 dólares la libra (~0,45 kg). Reconstituido, puede rendir cinco litros de líquido, lo que lo convierte en una opción extremadamente económica pero desleal frente a la producción nacional de leche.