Durante la celebración del 75 aniversario de la República Popular China, el viceministro de Relaciones Exteriores de Colombia, Jorge Rojas, anunció la intención del país de unirse a la iniciativa de La Franja y la Ruta, más conocida como la Nueva Ruta de la Seda. Este ambicioso programa de infraestructura, promovido por China, busca mejorar la conectividad y cooperación entre países de Asia, Europa y América Latina desde su lanzamiento en 2013.
En su discurso, Rojas destacó que el proceso de adhesión de Colombia a esta iniciativa será resultado de negociaciones que tomen en cuenta las prioridades y necesidades de ambas naciones, asegurando un enfoque plural e intersectorial. Se busca así asegurar que la cooperación sea beneficiosa tanto para Colombia como para China, promoviéndose un desarrollo equilibrado en diversas áreas.
Por su parte, Zhu Jingyang, embajador chino en Colombia, expresó su gratitud por este anuncio y reafirmó la disposición de Pekín para acelerar el proceso de negociación, respetando siempre los intereses y necesidades de Colombia. Este movimiento refuerza la creciente influencia de China en América Latina, donde más de 20 países ya se han adherido a la Nueva Ruta de la Seda desde su creación.
Colombia, aunque no había formalizado su participación, ha visto un aumento significativo en la adjudicación de proyectos infraestructurales a empresas chinas en los últimos años. Un caso notable es la primera línea del metro de Bogotá, otorgada a un consorcio chino, reflejo del incremento de la inversión china en el país, que se ha triplicado entre 2021 y 2022.
La influencia de China en Colombia ha sido observada con atención por Estados Unidos, principal socio comercial y militar de Colombia, mostrando preocupación por este cambio en la dinámica regional. Sin embargo, el actual presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha mantenido relaciones cordiales con el país asiático, evidenciadas en la designación de un embajador con vínculos cercanos a China.
China se ha posicionado como el segundo socio comercial más importante de Colombia, con intereses que abarcan sectores tan diversos como infraestructura, ferrocarriles y tecnología. Este anuncio de adhesión a la iniciativa de La Franja y la Ruta se interpreta como un esfuerzo de Colombia para diversificar sus alianzas geoestratégicas, buscando un equilibrio y reduciendo la dependencia exclusiva de Estados Unidos.
Respecto al impacto económico y de inversión, queda claro que esta alianza podría abrir nuevas oportunidades para el desarrollo infraestructural y tecnológico de Colombia, catalizando aún más las inversiones chinas y generando potenciales beneficios en términos de empleo y modernización de infraestructura.
Será crucial observar cómo se desarrollan las negociaciones y qué acuerdos específicos se alcanzarán en los próximos meses, mientras ambas naciones trabajan en definir los términos de su cooperación e identificación de áreas prioritarias para la intervención.
La participación de Colombia en la Nueva Ruta de la Seda representa no solo un movimiento estratégico en el ámbito internacional, sino también un marco para reevaluar y potenciar su infraestructura y relaciones económicas en un contexto globalizado.