El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha generado polémica tras sus recientes declaraciones en la plataforma Truth Social, donde atacó las políticas energéticas del Reino Unido, abogando por la industria de combustibles fósiles y desestimando la generación de energía eólica. En sus comentarios, Trump acusó al gobierno británico de cometer un grave error al imponer restricciones a los productores de petróleo y gas del Mar del Norte y sugirió que el Reino Unido debería abandonar la energía eólica.
El comentario de Trump se dio en un contexto complejo. El gobierno laborista del Reino Unido ha tomado medidas para aumentar los impuestos a los productores de petróleo y gas, al tiempo que ha otorgado subsidios récord a nuevos proyectos de energía eólica. Con planes ambiciosos, el Reino Unido busca duplicar su generación de energía eólica terrestre y cuadruplicar su capacidad de energía eólica marina para 2030, apuntando hacia un sistema de energía limpia y cumpliendo con los objetivos climáticos vinculantes.
Los críticos han cuestionado los motivos detrás de las declaraciones de Trump, sugiriendo que sus comentarios reflejan una agenda pro-petróleo y gas. Tessa Khan, directora ejecutiva de Uplift, afirmó que Trump está protegiendo los intereses de las empresas de combustibles fósiles de EE. UU., las cuales buscan que el resto del mundo, incluido el Reino Unido, retrase su transición hacia la energía limpia.
La intervención de Trump parece estar relacionada con el anuncio de noviembre de la empresa petrolera estadounidense Apache, que citó el impuesto sobre beneficios extraordinarios del Reino Unido como la razón para abandonar el Mar del Norte antes de 2030. John Christmann, CEO de APA, matriz de Apache, destacó que el “impacto financiero oneroso” del impuesto, combinado con nuevas regulaciones para reducir las emisiones climáticas, haría que su operación en el Reino Unido fuera “no rentable” para 2029.
Apache no es la única empresa que ha decidido abandonar el Mar del Norte desde que el Partido Laborista llegó al poder en julio. Exxon completó su salida en el mismo mes, y otras empresas como Harbour Energy y Deltic Energy planean vender activos en la región.
Doug Parr, científico jefe de Greenpeace UK, criticó la comprensión de Trump sobre la situación energética del Reino Unido, señalando que los empleos en el sector offshore británico se han reducido a la mitad en la última década, a pesar de la emisión de más de 400 nuevas licencias, lo que indica un declive terminal de la cuenca de petróleo y gas. Khan añadió que los ataques mal informados no cambian la realidad de que el Reino Unido ha consumido la mayor parte de su gas, y lo que queda de su petróleo se exporta principalmente.
Un portavoz del gobierno británico reafirmó que su prioridad es asegurar una transición justa, ordenada y próspera en el Mar del Norte, en línea con las obligaciones climáticas y legales del país. El gobierno trabaja con el sector para proteger los empleos actuales y futuros, y enfatiza la necesidad de reemplazar la dependencia de los inestables mercados de combustibles fósiles con energía limpia controlada a nivel nacional, lo que es visto como la mejor manera de proteger a los consumidores y aumentar la independencia energética.