La decisión histórica tomada por el Ayuntamiento de La Haya con 24 votos a favor y 21 en contra, promovida por el Partido por los Animales, afecta directamente a la publicidad relacionada con productos y servicios contaminantes. La prohibición cubre anuncios de viajes en avión y cruceros, publicidad de compañías petroleras y de gas, y anuncios de coches que no sean eléctricos.
La normativa se aplica a espacios públicos como marquesinas de autobús y vallas publicitarias, evitando así la promoción de comportamientos perjudiciales para el medio ambiente en lugares de alta visibilidad. Para garantizar una transición ordenada, se ha establecido un periodo inicial de advertencias para los anuncios que no cumplan con la nueva regulación, seguido de multas para los infractores. No obstante, la cuantía específica de estas sanciones aún no ha sido determinada.
La prohibición responde a un llamado del secretario general de la ONU, António Guterres, quien ha instado a los gobiernos a eliminar la publicidad de empresas de combustibles fósiles. Esta iniciativa de La Haya es la primera de su tipo en el mundo, estableciendo un precedente para otras ciudades que también buscan implementar medidas similares. Ciudades como Ámsterdam, Utrecht, Haarlem, Tilburg y Eindhoven ya están considerando restricciones semejantes, aunque no todas han logrado aprobar ordenanzas vinculantes.
Sin embargo, la medida no ha estado exenta de controversias. La Asociación General Neerlandesa de Empresas de Viajes (ANVR) ha decidido llevar la prohibición a los tribunales, argumentando que esta infringe los derechos de las empresas a la libertad de expresión y que tendrá un impacto insignificante en la lucha contra el cambio climático. La Asociación de Anunciantes (BVA) también ha expresado su preocupación, afirmando que la normativa podría dificultar la transición hacia productos más sostenibles al limitar la publicidad de innovaciones ecológicas.
A pesar de las críticas, La Haya sigue adelante con su objetivo de convertirse en una ciudad climáticamente neutra para 2030. La esperanza es que al desincentivar el uso de combustibles fósiles, la prohibición fortalezca las políticas públicas en favor de comportamientos más sostenibles. Expertos en psicología ambiental han respaldado esta medida, indicando que la publicidad de combustibles fósiles puede socavar los esfuerzos climáticos al normalizar prácticas insostenibles.
La acción de La Haya se suma a otras iniciativas similares a nivel mundial. En 2021, Ámsterdam prohibió anuncios de automóviles de gasolina y billetes de avión económicos en su red de metro. Francia también prohibió los anuncios de combustibles fósiles en 2022 como parte de su Ley del Clima y Sostenibilidad, marcando un precedente importante en Europa.
La oficialización de esta prohibición en La Haya podría servir de modelo para otras ciudades que buscan utilizar la regulación de la publicidad como una herramienta para abordar la crisis climática.