El estudio, reconocido como el mayor a largo plazo sobre desarrollo cerebral y salud infantil en Estados Unidos, evaluó los patrones de sueño y el desempeño mental de 3,222 adolescentes mediante escaneos cerebrales, pruebas cognitivas y seguimiento del sueño a través de dispositivos Fitbit. De acuerdo con la Academia Americana de Medicina del Sueño, los adolescentes de 13 a 18 años deben dormir entre 8 y 10 horas por noche; sin embargo, los participantes no alcanzaron estos valores.
La investigación identificó tres grupos principales. El primero, integrado por el 39% de los adolescentes, presenta el menor promedio de descanso nocturno (7 horas y 10 minutos) al acostarse más tarde y despertar más temprano. El segundo grupo, correspondiente al 24% de la muestra, duerme un promedio de 7 horas y 21 minutos. El tercer grupo, conformado por el 37%, acostumbra dormir más temprano, prolongar el sueño y mantiene la menor frecuencia cardíaca nocturna, logrando un promedio de 7 horas y 25 minutos por noche.
En las evaluaciones de lectura, vocabulario y resolución de problemas, los integrantes del tercer grupo superaron a los de los otros dos grupos, obteniendo los mejores resultados cognitivos, seguidos por el segundo grupo, mientras que el primero registró el puntaje más bajo en todas las pruebas. El análisis de neuroimagen respaldó estas diferencias, revelando que los adolescentes que más descansan también poseen mayores volúmenes y mejor función cerebrales.
El informe destaca que, a pesar de los beneficios del sueño, ningún grupo alcanzó las 8 horas mínimas recomendadas, lo que expone a los adolescentes a mayores riesgos de depresión, ansiedad y disminución del rendimiento académico, efectos negativos asociados a la privación de sueño.
Como recomendaciones, los autores sugieren fomentar el ejercicio regular y limitar el uso de teléfonos móviles y computadoras durante la noche para mejorar el descanso y promover el desarrollo saludable durante la adolescencia.