El 19 de noviembre de 2024, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, aprobó una modificación en la doctrina nuclear del país que baja el umbral para el uso de armas nucleares. Este cambio se produce en respuesta a la decisión del presidente estadounidense Joe Biden de autorizar a Ucrania el uso de misiles de largo alcance ATACMS contra objetivos en territorio ruso.
La nueva doctrina establece que Rusia podría considerar un ataque de un estado no nuclear, como Ucrania, respaldado por una potencia nuclear, como Estados Unidos, como un ataque conjunto. Esto significa que cualquier incursión militar de Ucrania, apoyada por EE.UU., podría ser vista por Moscú como justificación para una respuesta nuclear.
Un aspecto adicional de la doctrina revisada incluye la posibilidad de que un ataque aéreo masivo contra Rusia desencadene una respuesta nuclear. Ahora se contempla el uso del arsenal nuclear en ataques con misiles balísticos, drones y otros vehículos aéreos, ampliando significativamente las circunstancias bajo las cuales Rusia podría optar por utilizar sus armas nucleares.
La comunidad internacional ha reaccionado con desdén y preocupación ante estos cambios. Lloyd Austin, secretario de Defensa de Estados Unidos, señaló que no había indicios de que Rusia esté preparada para utilizar armas nucleares. De igual forma, Keir Starmer, primer ministro del Reino Unido, y Jean-Noel Barrot, ministro de Relaciones Exteriores de Francia, calificaron las amenazas rusas como retórica irresponsable.
Coincidiendo con la aprobación de la nueva doctrina, Ucrania lanzó seis misiles ATACMS contra una instalación militar en la región rusa de Bryansk. Las defensas aéreas rusas derribaron cinco de los misiles, pero uno alcanzó un depósito de municiones, destacando la tensión creciente entre los dos países.
Dmitry Peskov, portavoz del Kremlin, confirmó que un ataque ucraniano con misiles de largo alcance sería visto como una nueva fase del conflicto, con la posibilidad de una respuesta nuclear.
La actual guerra en Ucrania ha llegado a su día número 1000 desde que comenzara la invasión rusa a gran escala el 24 de febrero de 2022. Con sus fuerzas convencionales bajo presión, Rusia busca intimidar a Occidente e impedir el continuo apoyo militar a Ucrania a través de esta estrategia nuclear.
Expertos advierten que, aunque la amenaza nuclear no puede ser ignorada, un ataque nuclear representaría un riesgo estratégico significativo para Rusia. Sergey Lavrov, ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, enfatizó que el uso de misiles de largo alcance por parte de Ucrania podría ser considerado como una nueva fase del conflicto, lo cual justificará una respuesta nuclear.
La revisión de la doctrina nuclear rusa marca un cambio importante en la política de Moscú y refuerza la postura agresiva ante el creciente conflicto con Occidente, sumado al prolongado conflicto en Ucrania. La retórica nuclear ha sido una constante en la estrategia de Vladimir Putin desde el inicio de la invasión a gran escala de Ucrania en 2022, destacándose como un componente clave en su política de intimidación hacia Occidente.