Una mujer tratada con la terapia de linfocitos T con receptores de antígenos quiméricos, conocida como CAR-T, ha permanecido en remisión durante 18 años, marcando un hito en el tratamiento de tumores sólidos como el neuroblastoma. Este cáncer, poco común y que afecta principalmente a niños menores de cinco años, se caracteriza por afectar células nerviosas, y su manejo terapéutico ha enfrentado históricamente numerosas dificultades.
El caso de la paciente formó parte de un ensayo clínico pionero realizado entre 2004 y 2009 en el que participaron 19 niños. Para este tratamiento, linfocitos T obtenidos del paciente fueron modificados genéticamente en laboratorio para atacar específicamente células tumorales que expresaban la proteína GD2, una característica del neuroblastoma. Durante las revisiones, se observó que estos linfocitos T mantenían su presencia en el cuerpo de ciertos pacientes hasta más de 5 años después de la infusión inicial.
De los participantes en el ensayo, 12 niños fallecieron tras recaídas vinculadas al cáncer en los años posteriores al tratamiento, mientras que los 7 restantes mostraron signos prometedores. De ellos, cinco sobrevivieron al menos 13 años sin mostrar evidencia de cáncer en revisiones realizadas entre 10 y 15 años después del tratamiento experimental. Sin embargo, el caso más notable ha sido el de una mujer que, 18 años después de la terapia, sigue sin presentar rastros de la enfermedad y, además, ha tenido dos hijos sanos sin necesidad de recibir tratamientos adicionales.
La investigación, liderada por un equipo de la Escuela de Medicina Baylor en Texas, utilizó una versión de CAR-T de primera generación. Este enfoque ha sido ampliamente reconocido por su efectividad en cánceres hematológicos, aunque ha encontrado más obstáculos en la aplicación para tumores sólidos como el neuroblastoma. Desde entonces, la tecnología CAR-T ha evolucionado hacia versiones más avanzadas que ofrecen mejores tasas de respuesta al estimular con mayor eficacia el sistema inmunológico.
Publicada en la revista Nature Medicine, la investigación subraya la necesidad de comprender por qué algunos pacientes responden positivamente a esta estrategia terapéutica mientras otros no alcanzan los mismos resultados. La longevidad del éxito terapéutico en este caso particular representa una oportunidad para seguir explorando cómo mejorar el rendimiento de las terapias CAR-T ante los tumores sólidos.
Este avance, aunque excepcional, también pone de manifiesto los retos pendientes en el tratamiento del cáncer pediátrico, cuya dinámica de respuesta varía ampliamente entre individuos. La comunidad científica sigue comprometida en investigar las variantes genéticas, biológicas y clínicas que podrían influir en los resultados a largo plazo de quienes reciben este tipo de terapias. El ensayo clínico que permitió este avance utilizó CAR-T de primera generación, tecnología que en la actualidad ha sido optimizada para aumentar su eficacia en tratamientos oncológicos.