Durante los recientes cambios en Washington, los gigantes tecnológicos Microsoft y Nvidia han proyectado una postura más cauta en comparación con sus pares como Amazon o Meta, quienes han mostrado un entusiasmo más evidente al cortejar a la administración del presidente Trump. Mientras que Microsoft, bajo el liderazgo de Satya Nadella, y Nvidia, liderada por Jensen Huang, han realizado movimientos estratégicos para influir en las decisiones gubernamentales, su enfoque se ha caracterizado por evitar los reflejos públicos y mantener un perfil bajo.
Jensen Huang, director ejecutivo de Nvidia, se reunió por primera vez con Trump en la Casa Blanca la semana pasada, en un encuentro que ocurrió en completo silencio mediático, sin fotos públicas o anuncios ostentosos. Dos semanas antes, Satya Nadella de Microsoft había compartido un almuerzo discreto con Trump en su finca de Mar-a-Lago, Florida. Estas reuniones, programadas con cuidado, resaltan la actitud comedida de ambas empresas.
Ni Nadella ni Huang asistieron a los actos oficiales de inauguración de Trump; en cambio, sus agendas los llevaron a lugares distintos. Nadella viajó al Foro Económico Mundial en Davos, mientras que Huang se encontraba en Asia reunido con proveedores y empleados. Su ausencia marcó un contraste significativo con otras empresas tecnológicas que no escatimaron en muestras de apoyo al nuevo gobierno.
Pese a esta actitud discreta, ambas compañías no han dejado de trazar caminos políticos significativos en Washington. Microsoft, con medio siglo de historia y una lección valiosa de su caso antimonopolio hace más de 20 años, mantiene un fuerte brazo de cabildeo y relaciones cultivadas tanto con demócratas como republicanos. Por otro lado, Nvidia, un actor más reciente en la política de la capital, ha ampliado rápidamente su presencia a medida que se convierte en un líder crucial en el sector de chips avanzados para inteligencia artificial.
Los retos que enfrentan estas empresas en el contexto político son significativos. Microsoft, además de preocuparse por regulaciones en ciberseguridad, IA y consumo energético en sus data centers, debe asegurar sus operaciones internacionales, especialmente en la construcción de centros de datos. Nvidia, por su parte, se encuentra bajo la presión de restricciones en la venta de sus chips de inteligencia artificial a China, agudizadas tras las declaraciones del designado Secretario de Comercio, Howard Lutnick. Este enfatizó que las tecnológicas nacionales “deben dejar de ayudar” a China en su avance competitivo.
La reunión de Huang con Trump, centrada en políticas de inteligencia artificial y semiconductores, dejó preguntas en el aire respecto a la posición de la administración sobre las exportaciones de chips a China. Mientras tanto, Trump declaró a los medios que aún planea imponer aranceles a componentes fabricados en el extranjero, lo que podría impactar significativamente las ganancias de Nvidia, cuyos chips se producen en Taiwán.
Para enfrentarse a estas tensiones, Nvidia ha reforzado su presencia en Washington. Abrió su primera oficina en la capital el año pasado y recientemente contrató a Stewart Barber, un exasesor de Ivanka Trump, como parte de su equipo de asuntos gubernamentales. También solicitó incluirse en el Consejo de la Industria de Tecnologías de la Información y ha contratado a American Global Strategies, liderado por el exasesor de seguridad nacional Robert C. O'Brien.
El valor de mercado de Nvidia, que se ha triplicado superando los 2 billones de dólares, la coloca entre las empresas más valiosas del mundo junto a Microsoft y Apple, resaltando la importancia de su rol en las políticas tecnológicas globales. Esta misma prominencia está exigiendo que Nvidia adopte un enfoque político más activo, reconociendo el peso de su influencia en el mercado tecnológico.
Microsoft también ha tenido sus interacciones estratégicas en torno a la toma de posesión. Brad Smith, presidente de la compañía, asistió a la recepción del vicepresidente JD Vance y luego a una cena de gala del Alfalfa Club junto con otros altos miembros del gabinete. A diferencia de Nvidia, Microsoft realizó una donación significativa de un millón de dólares al fondo de la investidura de Trump, aunque con un enfoque estratégico más tardío en comparación con otras tecnológicas.
El caso de estas dos empresas ofrece un interesante contraste con sus pares. Mientras algunos sectores tecnológicos recurren a estrategias vistosas para ganarse la simpatía del gobierno, Microsoft y Nvidia han preferido maniobras discretas y cautelosas, enfocadas en proteger sus intereses en un entorno político incierto y, en ocasiones, adverso.