Un informe del New York Times ha sacado a la luz que más de 86 millones de dólares enviados por zoológicos de Estados Unidos a China en las últimas dos décadas con el fin de conservar a los pandas gigantes han sido desviados hacia la construcción de infraestructuras diversas. Estos fondos, originalmente destinados a la protección de la especie, han sido utilizados para edificar apartamentos, carreteras, computadoras y televisores satelitales para oficinas gubernamentales locales, y hasta museos, al menos tres de ellos financiados con esta misma fuente.
Anualmente, los zoológicos estadounidenses están obligados a pagar aproximadamente 1 millón de dólares por cada par de pandas que reciben de China. Los acuerdos, establecidos bajo el pretexto de conservar y proteger a los pandas en peligro de extinción, han carecido de la transparencia y la rendición de cuentas esperadas, lo que ha generado serias preocupaciones entre las entidades de vida silvestre de EE. UU.
Tal es el caso de la Agencia de Pesca y Vida Silvestre de EE. UU., que durante los últimos veinte años ha expresado repetidamente su inquietud sobre la falta de documentación adecuada por parte de China. En al menos tres ocasiones, la agencia ha congelado los pagos debido a la falta de información verificable sobre el uso de los fondos. A pesar de las reiteradas solicitudes de informes detallados, funcionarios chinos han mostrado resistencia, argumentando que el uso de estos fondos debería ser una preocupación interna y no un asunto que preocupe al gobierno de Estados Unidos.
Entre las infraestructuras construidas con estos fondos se incluyen edificios de apartamentos y al menos tres museos, y se ha reportado además la transformación de un centro de cría en una atracción turística que podría llegar a recibir tantos visitantes como Disneyland. Esta desviación de recursos plantea serias dudas sobre la efectividad y la seriedad de los acuerdos de conservación establecidos.
Los zoológicos estadounidenses, conscientes de estos desvíos, temen que la interrupción de los pagos pueda llevar a China a exigir la devolución de los pandas, complicando aún más los esfuerzos de conservación. Además, los contratos más recientes no incluyen cláusulas que permitan verificar cómo se están gastando los fondos, lo cual incrementa el riesgo de que los recursos sigan siendo utilizados para otros fines distintos a los estipulados originalmente.
Según el informe, la falta de supervisión rigurosa y la falta de transparencia en el uso de los fondos enviados para la conservación de pandas son aspectos preocupantes que deben ser abordados de manera urgente para asegurar que los recursos se utilicen apropiadamente y en beneficio directo de la protección de esta especie.