Salud

Liberación Accidental de un Virus Pudo Haber Desencadenado una Misteriosa Pandemia en 1977

La pandemia de gripe rusa de 1977, causada por el virus H1N1 de la influenza, tuvo su origen en un accidente de laboratorio que liberó un virus previamente extinto durante 25 años.

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Liberación Accidental de un Virus Pudo Haber Desencadenado una Misteriosa Pandemia en 1977

La pandemia de gripe rusa de 1977, causada por el virus H1N1 de la influenza, tuvo su origen en un accidente de laboratorio que liberó un virus previamente extinto durante 25 años.

"La liberación del virus fue un accidente fortuito que nos recuerda la necesidad imperiosa de bioseguridad en nuestros laboratorios de investigación", señalaron los expertos en virología.

16/9/2024

El 5 de febrero de 1976, el soldado raso del ejército estadounidense David Lewis, de 19 años, se encontraba en una caminata de 80 kilómetros junto a su unidad en Fort Dix, Nueva Jersey. Sin embargo, ese gélido día, Lewis colapsó repentinamente y murió. Tras su autopsia, los resultados fueron inesperados: dio positivo para el virus de la influenza porcina H1N1, lo que desató una ola de preocupación entre los expertos en epidemiología.

El hallazgo no quedó ahí. La vigilancia de enfermedades virales en la base militar reveló otros 13 casos de la misma cepa de gripe porcina entre reclutas que habían sido hospitalizados por enfermedades respiratorias. Además, pruebas serológicas mostraron que más de 200 reclutas habían sido infectados por el H1N1, aunque no todos mostraron síntomas graves ni requirieron hospitalización.

La comunidad médica y científica encendió las alarmas: la muerte de Lewis, aparentemente causada por esta cepa de gripe porcina, planteaba la inquietante posibilidad de una nueva pandemia, recordando la devastadora pandemia de H1N1 de 1918, que había causado la muerte de 50 millones de personas en todo el mundo.

El gobierno de los Estados Unidos reaccionó con velocidad. El 24 de marzo de 1976, el entonces presidente Gerald Ford anunció un ambicioso plan para vacunar a toda la población del país, abarcando a hombres, mujeres y niños. La campaña de vacunación masiva comenzó el 1 de octubre de ese mismo año.

Sin embargo, en el transcurso de los meses siguientes, el brote en Fort Dix desapareció casi tan rápido como había comenzado. No se detectaron nuevos casos después de febrero, y parecía que la amenaza se había contenido dentro de la base militar. Según el coronel Frank Top, encargado de la investigación del virus en Fort Dix, el virus "no fue a ningún otro lugar que no fuera Fort Dix... desapareció".

A pesar de que el brote en Fort Dix no se extendió, la comunidad científica no bajó la guardia. El temor de una nueva pandemia motivó a científicos de todo el mundo a desarrollar investigaciones sobre el virus H1N1 y nuevas vacunas contra la cepa porcina. Aunque el mundo se preparaba para enfrentar una potencial pandemia de gripe porcina H1N1 en el invierno de 1976-77, esa pandemia nunca llegó.

Sin embargo, este no fue el final de la historia.

Un año después, en noviembre de 1977, un nuevo virus de gripe pandémica fue reportado, pero, sorprendentemente, no se trataba del esperado virus porcino. En cambio, en Rusia se detectó una cepa de gripe H1N1 humana, que rápidamente se expandió por toda la Unión Soviética y luego al resto del mundo. Esta pandemia, denominada la gripe rusa, fue atípica. Su tasa de mortalidad fue relativamente baja y afectaba principalmente a personas menores de 26 años. A diferencia de otras pandemias, el virus no desplazó al subtipo H3N2, que continuó circulando junto a la nueva cepa.

El microbiólogo Peter Palese, utilizando una técnica innovadora conocida como mapeo de oligonucleótidos de ARN, descubrió que esta "nueva" cepa de H1N1 era prácticamente idéntica a una cepa de gripe humana que había desaparecido a principios de la década de 1950. ¿Cómo había regresado una cepa que se creía extinta?

Aunque inicialmente se pensó que la gripe rusa se originó en Rusia, investigaciones posteriores señalaron que el virus fue detectado por primera vez en Tientsin, China, en mayo de 1977. Estudios genéticos indicaron que el virus había comenzado a circular un año antes, en abril o mayo de 1976, casi al mismo tiempo que el brote de Fort Dix.

La hipótesis más aceptada entre los expertos es que el virus de la gripe rusa de 1977 fue el resultado de una liberación accidental de un virus almacenado en un laboratorio. Durante los años 70, laboratorios de todo el mundo mantenían cepas congeladas de virus, incluido el H1N1, con el objetivo de desarrollar vacunas. Según el microbiólogo Palese, es posible que el virus H1N1 resucitado haya sido utilizado en pruebas de vacunas en reclutas militares, lo que explicaría su repentina reaparición en la población.

Aunque no se sabe exactamente cómo ocurrió esta liberación accidental, se manejan dos teorías principales: una vacuna viva y atenuada que no fue suficientemente debilitada, o pruebas con el virus vivo para evaluar la inmunidad. De cualquier manera, parece claro que el resurgimiento del virus H1N1 en 1977 fue el resultado de un accidente en algún laboratorio.

Este episodio histórico nos deja una lección importante: la preparación para pandemias es crucial, pero debemos ser cuidadosos para no generar consecuencias no deseadas.

Algo Curioso

"La liberación del virus fue un accidente fortuito que nos recuerda la necesidad imperiosa de bioseguridad en nuestros laboratorios de investigación", señalaron los expertos en virología.

Sep 16, 2024
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El 5 de febrero de 1976, el soldado raso del ejército estadounidense David Lewis, de 19 años, se encontraba en una caminata de 80 kilómetros junto a su unidad en Fort Dix, Nueva Jersey. Sin embargo, ese gélido día, Lewis colapsó repentinamente y murió. Tras su autopsia, los resultados fueron inesperados: dio positivo para el virus de la influenza porcina H1N1, lo que desató una ola de preocupación entre los expertos en epidemiología.

El hallazgo no quedó ahí. La vigilancia de enfermedades virales en la base militar reveló otros 13 casos de la misma cepa de gripe porcina entre reclutas que habían sido hospitalizados por enfermedades respiratorias. Además, pruebas serológicas mostraron que más de 200 reclutas habían sido infectados por el H1N1, aunque no todos mostraron síntomas graves ni requirieron hospitalización.

La comunidad médica y científica encendió las alarmas: la muerte de Lewis, aparentemente causada por esta cepa de gripe porcina, planteaba la inquietante posibilidad de una nueva pandemia, recordando la devastadora pandemia de H1N1 de 1918, que había causado la muerte de 50 millones de personas en todo el mundo.

El gobierno de los Estados Unidos reaccionó con velocidad. El 24 de marzo de 1976, el entonces presidente Gerald Ford anunció un ambicioso plan para vacunar a toda la población del país, abarcando a hombres, mujeres y niños. La campaña de vacunación masiva comenzó el 1 de octubre de ese mismo año.

Sin embargo, en el transcurso de los meses siguientes, el brote en Fort Dix desapareció casi tan rápido como había comenzado. No se detectaron nuevos casos después de febrero, y parecía que la amenaza se había contenido dentro de la base militar. Según el coronel Frank Top, encargado de la investigación del virus en Fort Dix, el virus "no fue a ningún otro lugar que no fuera Fort Dix... desapareció".

A pesar de que el brote en Fort Dix no se extendió, la comunidad científica no bajó la guardia. El temor de una nueva pandemia motivó a científicos de todo el mundo a desarrollar investigaciones sobre el virus H1N1 y nuevas vacunas contra la cepa porcina. Aunque el mundo se preparaba para enfrentar una potencial pandemia de gripe porcina H1N1 en el invierno de 1976-77, esa pandemia nunca llegó.

Sin embargo, este no fue el final de la historia.

Un año después, en noviembre de 1977, un nuevo virus de gripe pandémica fue reportado, pero, sorprendentemente, no se trataba del esperado virus porcino. En cambio, en Rusia se detectó una cepa de gripe H1N1 humana, que rápidamente se expandió por toda la Unión Soviética y luego al resto del mundo. Esta pandemia, denominada la gripe rusa, fue atípica. Su tasa de mortalidad fue relativamente baja y afectaba principalmente a personas menores de 26 años. A diferencia de otras pandemias, el virus no desplazó al subtipo H3N2, que continuó circulando junto a la nueva cepa.

El microbiólogo Peter Palese, utilizando una técnica innovadora conocida como mapeo de oligonucleótidos de ARN, descubrió que esta "nueva" cepa de H1N1 era prácticamente idéntica a una cepa de gripe humana que había desaparecido a principios de la década de 1950. ¿Cómo había regresado una cepa que se creía extinta?

Aunque inicialmente se pensó que la gripe rusa se originó en Rusia, investigaciones posteriores señalaron que el virus fue detectado por primera vez en Tientsin, China, en mayo de 1977. Estudios genéticos indicaron que el virus había comenzado a circular un año antes, en abril o mayo de 1976, casi al mismo tiempo que el brote de Fort Dix.

La hipótesis más aceptada entre los expertos es que el virus de la gripe rusa de 1977 fue el resultado de una liberación accidental de un virus almacenado en un laboratorio. Durante los años 70, laboratorios de todo el mundo mantenían cepas congeladas de virus, incluido el H1N1, con el objetivo de desarrollar vacunas. Según el microbiólogo Palese, es posible que el virus H1N1 resucitado haya sido utilizado en pruebas de vacunas en reclutas militares, lo que explicaría su repentina reaparición en la población.

Aunque no se sabe exactamente cómo ocurrió esta liberación accidental, se manejan dos teorías principales: una vacuna viva y atenuada que no fue suficientemente debilitada, o pruebas con el virus vivo para evaluar la inmunidad. De cualquier manera, parece claro que el resurgimiento del virus H1N1 en 1977 fue el resultado de un accidente en algún laboratorio.

Este episodio histórico nos deja una lección importante: la preparación para pandemias es crucial, pero debemos ser cuidadosos para no generar consecuencias no deseadas.

El 5 de febrero de 1976, el soldado raso del ejército estadounidense David Lewis, de 19 años, se encontraba en una caminata de 80 kilómetros junto a su unidad en Fort Dix, Nueva Jersey. Sin embargo, ese gélido día, Lewis colapsó repentinamente y murió. Tras su autopsia, los resultados fueron inesperados: dio positivo para el virus de la influenza porcina H1N1, lo que desató una ola de preocupación entre los expertos en epidemiología.

El hallazgo no quedó ahí. La vigilancia de enfermedades virales en la base militar reveló otros 13 casos de la misma cepa de gripe porcina entre reclutas que habían sido hospitalizados por enfermedades respiratorias. Además, pruebas serológicas mostraron que más de 200 reclutas habían sido infectados por el H1N1, aunque no todos mostraron síntomas graves ni requirieron hospitalización.

La comunidad médica y científica encendió las alarmas: la muerte de Lewis, aparentemente causada por esta cepa de gripe porcina, planteaba la inquietante posibilidad de una nueva pandemia, recordando la devastadora pandemia de H1N1 de 1918, que había causado la muerte de 50 millones de personas en todo el mundo.

El gobierno de los Estados Unidos reaccionó con velocidad. El 24 de marzo de 1976, el entonces presidente Gerald Ford anunció un ambicioso plan para vacunar a toda la población del país, abarcando a hombres, mujeres y niños. La campaña de vacunación masiva comenzó el 1 de octubre de ese mismo año.

Sin embargo, en el transcurso de los meses siguientes, el brote en Fort Dix desapareció casi tan rápido como había comenzado. No se detectaron nuevos casos después de febrero, y parecía que la amenaza se había contenido dentro de la base militar. Según el coronel Frank Top, encargado de la investigación del virus en Fort Dix, el virus "no fue a ningún otro lugar que no fuera Fort Dix... desapareció".

A pesar de que el brote en Fort Dix no se extendió, la comunidad científica no bajó la guardia. El temor de una nueva pandemia motivó a científicos de todo el mundo a desarrollar investigaciones sobre el virus H1N1 y nuevas vacunas contra la cepa porcina. Aunque el mundo se preparaba para enfrentar una potencial pandemia de gripe porcina H1N1 en el invierno de 1976-77, esa pandemia nunca llegó.

Sin embargo, este no fue el final de la historia.

Un año después, en noviembre de 1977, un nuevo virus de gripe pandémica fue reportado, pero, sorprendentemente, no se trataba del esperado virus porcino. En cambio, en Rusia se detectó una cepa de gripe H1N1 humana, que rápidamente se expandió por toda la Unión Soviética y luego al resto del mundo. Esta pandemia, denominada la gripe rusa, fue atípica. Su tasa de mortalidad fue relativamente baja y afectaba principalmente a personas menores de 26 años. A diferencia de otras pandemias, el virus no desplazó al subtipo H3N2, que continuó circulando junto a la nueva cepa.

El microbiólogo Peter Palese, utilizando una técnica innovadora conocida como mapeo de oligonucleótidos de ARN, descubrió que esta "nueva" cepa de H1N1 era prácticamente idéntica a una cepa de gripe humana que había desaparecido a principios de la década de 1950. ¿Cómo había regresado una cepa que se creía extinta?

Aunque inicialmente se pensó que la gripe rusa se originó en Rusia, investigaciones posteriores señalaron que el virus fue detectado por primera vez en Tientsin, China, en mayo de 1977. Estudios genéticos indicaron que el virus había comenzado a circular un año antes, en abril o mayo de 1976, casi al mismo tiempo que el brote de Fort Dix.

La hipótesis más aceptada entre los expertos es que el virus de la gripe rusa de 1977 fue el resultado de una liberación accidental de un virus almacenado en un laboratorio. Durante los años 70, laboratorios de todo el mundo mantenían cepas congeladas de virus, incluido el H1N1, con el objetivo de desarrollar vacunas. Según el microbiólogo Palese, es posible que el virus H1N1 resucitado haya sido utilizado en pruebas de vacunas en reclutas militares, lo que explicaría su repentina reaparición en la población.

Aunque no se sabe exactamente cómo ocurrió esta liberación accidental, se manejan dos teorías principales: una vacuna viva y atenuada que no fue suficientemente debilitada, o pruebas con el virus vivo para evaluar la inmunidad. De cualquier manera, parece claro que el resurgimiento del virus H1N1 en 1977 fue el resultado de un accidente en algún laboratorio.

Este episodio histórico nos deja una lección importante: la preparación para pandemias es crucial, pero debemos ser cuidadosos para no generar consecuencias no deseadas.

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