El estudio "Stepping Back from the Precipice", elaborado por el Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK), será presentado en la cumbre de la Convención de las Naciones Unidas para Combatir la Desertificación (UNCCD) en Riad, Arabia Saudita. Este evento reunirá a 200 naciones para discutir la expansión anual de 1 millón de kilómetros cuadrados de tierra degradada, que actualmente suma 15 millones de kilómetros cuadrados, una superficie mayor que la de la Antártida.
El informe no solo destaca la alarmante magnitud de la degradación de la tierra, sino también su implicación en problemas ambientales y humanitarios interconectados. En la última década, la capacidad de los ecosistemas terrestres para absorber dióxido de carbono (CO₂) se ha reducido en un 20%, mientras las emisiones de CO₂ han aumentado un 50%, agravadas por la deforestación y el cambio climático.
Las prácticas agrícolas insostenibles, responsables del 80% de la pérdida de bosques, incluyen el uso intensivo de insumos químicos, pesticidas y la desviación de agua. Estas técnicas no solo erosionan el suelo y contaminan los ecosistemas, sino que también disminuyen la capacidad de la tierra para sostener la vida y mitigar el cambio climático.
El estudio identifica puntos críticos de degradación en regiones secas como el sur de Asia, el norte de China, las Grandes Llanuras y California en EE. UU., así como la cuenca del Mediterráneo. Se estima que un tercio de la humanidad vive en tierras secas, que abarcan tres cuartas partes de África, afectando gravemente a países de bajos ingresos y grupos socioeconómicamente vulnerables. La carga recae particularmente sobre las mujeres, que enfrentan mayores cargas de trabajo y amenazas a la salud, mientras que los niños son más vulnerables a la desnutrición y retrasos educativos.
Además, la interrupción climática exacerba la degradación de la tierra mediante sequías prolongadas e inundaciones intensificadas. Los autores del informe instan a adoptar un enfoque integrado para abordar estos problemas, reforzando la gestión sostenible de la tierra como un pilar esencial para la sostenibilidad global.