Un reciente estudio canadiense ha revelado una alarmante estadística: los adolescentes que consumen cannabis tienen 11 veces más probabilidades de desarrollar trastornos psicóticos en comparación con aquellos que no usan esta sustancia. Esta investigación, llevada a cabo por científicos de Canadá, analizó datos de encuestas sobre el uso de cannabis en adolescentes y adultos jóvenes entre 2009 y 2012, y los vinculó con registros de salud pública en Ontario hasta 2018.
La población estudiada comprendía adolescentes de 12 a 19 años y adultos jóvenes de 20 a 33 años. Los investigadores detectaron una fuerte asociación entre el consumo de cannabis y el riesgo de trastornos psicóticos, notablemente en los adolescentes. No obstante, este aumento del riesgo no se observó en los adultos jóvenes dentro del intervalo de edad estudiado.
El estudio pone especial énfasis en la potencia del cannabis consumido. Variedades de alta potencia, aquellas con mayores concentraciones de THC, presentaron un riesgo significativamente más alto de provocar trastornos psicóticos en adolescentes. La frecuencia de uso también juega un papel crucial: el consumo semanal o más frecuente se asoció con un mayor riesgo de desarrollar estos problemas de salud mental.
A pesar de que no todos los adolescentes que consumen cannabis desarrollarán trastornos psicóticos, la mayoría de aquellos que fueron diagnosticados con este tipo de problemas tenía antecedentes de uso de la sustancia. Este descubrimiento sugiere una sensibilidad particular entre los adolescentes frente a los efectos del cannabis en su salud mental.
Los investigadores sugieren que estos hallazgos deben llevar a la implementación de políticas de salud pública y estrategias basadas en evidencia para mitigar los riesgos asociados con el uso de cannabis en adolescentes. Además, destacan la importancia de continuar las investigaciones para fortalecer la comprensión de los mecanismos causales detrás de esta asociación. Las variedades de cannabis actual contienen niveles de THC mucho más altos que las que estaban disponibles en el mercado hace algunas décadas, contribuyendo a los mayores riesgos de efectos adversos observados en la actualidad.