Las emociones de los perros son frecuentemente malinterpretadas, con los humanos centrando su atención en los estímulos situacionales en lugar de las señales de comportamiento del animal, según un estudio reciente publicado en la revista Anthrozoös. Liderado por Holly Molinaro, estudiante de doctorado en la Universidad Estatal de Arizona, y bajo la supervisión del experto en comportamiento canino Clive Wynne, el estudio investigó cómo las personas perciben las emociones de los perros y reveló interesantes hallazgos.
El experimento se inspiró en otros estudios sobre cómo las pistas contextuales influyen en las percepciones emocionales humanas y la tendencia de los humanos a proyectar estas ideas en los animales. Para este análisis, Molinaro utilizó videos grabados entre 2021 y 2022 en Connecticut con su perro Oliver, un pointer-beagle de 14 años. Los videos incluían estímulos positivos, como mostrar una correa o un juguete, y negativos, como ser regañado o presentado ante un gato, lo cual no era del agrado de Oliver. También se crearon versiones modificadas de los videos, eliminando el contexto situacional y dejando únicamente al perro interactuando sobre un fondo negro.
El estudio involucró a cientos de estudiantes universitarios que evaluaron dos conjuntos de videos: los originales, donde el escenario era evidente, y versiones editadas con el contexto eliminado. Al observar los videos originales, los participantes calificaron las emociones del perro como más positivas en escenarios favorables y más negativas en los desfavorables. Sin embargo, al analizar las versiones sin contexto, calificaron las emociones de Oliver con una respuesta más homogénea, independiente del tipo de situación.
En un paso adicional, los investigadores combinaron imágenes de diferentes situaciones en los videos, como emparejar la presentación de una aspiradora con la reacción de Oliver al ver su correa, un objeto asociado previamente con emociones positivas. Este truco evidenció todavía más la predisposición de los participantes a dejarse influir por el contexto situacional, sin lograr una percepción precisa del estado emocional real de Oliver.
"Parecen tener una especie de gran punto ciego alrededor del perro", comentó Clive Wynne, subrayando la dificultad que muchas personas tienen para observar directamente al animal en lugar de contextualizar sus emociones con base en lo que está ocurriendo a su alrededor.
A pesar de su innovador enfoque, el estudio tiene limitaciones, incluyendo el uso de un único animal para las pruebas. Wynne mencionó que los resultados podrían diferir si las personas evalúan a sus propios perros, dado el nivel de familiaridad, y aclaró que Oliver no fue sometido a experiencias extremadamente negativas para el estudio. Sin embargo, los hallazgos son una llamada de atención para los dueños de mascotas, resaltando la importancia de prestar atención al lenguaje corporal y las señales del propio animal.
Este enfoque fue particularmente relevante para Wynne, quien recientemente adoptó un galgo de carreras retirado. "Estoy haciendo de esto un proyecto para aprender cómo se expresa", compartió al reflexionar sobre la importancia de entender mejor a los perros y mejorar su bienestar.
Desafortunadamente, Oliver falleció antes de que los resultados del estudio fueran publicados. A modo de homenaje, Molinaro expresó su satisfacción al ver que su mascota es recordada en una investigación que podría beneficiar a otros perros y a sus dueños.
En la era del vínculo humano-perro, esta investigación destaca un área crítica en la que los humanos podrían mejorar: aprender a leer fielmente a los perros, más allá de sus propios prejuicios situacionales.
Las emociones de los perros son frecuentemente malinterpretadas, con los humanos centrando su atención en los estímulos situacionales en lugar de las señales de comportamiento del animal, según un estudio reciente publicado en la revista Anthrozoös. Liderado por Holly Molinaro, estudiante de doctorado en la Universidad Estatal de Arizona, y bajo la supervisión del experto en comportamiento canino Clive Wynne, el estudio investigó cómo las personas perciben las emociones de los perros y reveló interesantes hallazgos.
El experimento se inspiró en otros estudios sobre cómo las pistas contextuales influyen en las percepciones emocionales humanas y la tendencia de los humanos a proyectar estas ideas en los animales. Para este análisis, Molinaro utilizó videos grabados entre 2021 y 2022 en Connecticut con su perro Oliver, un pointer-beagle de 14 años. Los videos incluían estímulos positivos, como mostrar una correa o un juguete, y negativos, como ser regañado o presentado ante un gato, lo cual no era del agrado de Oliver. También se crearon versiones modificadas de los videos, eliminando el contexto situacional y dejando únicamente al perro interactuando sobre un fondo negro.
El estudio involucró a cientos de estudiantes universitarios que evaluaron dos conjuntos de videos: los originales, donde el escenario era evidente, y versiones editadas con el contexto eliminado. Al observar los videos originales, los participantes calificaron las emociones del perro como más positivas en escenarios favorables y más negativas en los desfavorables. Sin embargo, al analizar las versiones sin contexto, calificaron las emociones de Oliver con una respuesta más homogénea, independiente del tipo de situación.
En un paso adicional, los investigadores combinaron imágenes de diferentes situaciones en los videos, como emparejar la presentación de una aspiradora con la reacción de Oliver al ver su correa, un objeto asociado previamente con emociones positivas. Este truco evidenció todavía más la predisposición de los participantes a dejarse influir por el contexto situacional, sin lograr una percepción precisa del estado emocional real de Oliver.
"Parecen tener una especie de gran punto ciego alrededor del perro", comentó Clive Wynne, subrayando la dificultad que muchas personas tienen para observar directamente al animal en lugar de contextualizar sus emociones con base en lo que está ocurriendo a su alrededor.
A pesar de su innovador enfoque, el estudio tiene limitaciones, incluyendo el uso de un único animal para las pruebas. Wynne mencionó que los resultados podrían diferir si las personas evalúan a sus propios perros, dado el nivel de familiaridad, y aclaró que Oliver no fue sometido a experiencias extremadamente negativas para el estudio. Sin embargo, los hallazgos son una llamada de atención para los dueños de mascotas, resaltando la importancia de prestar atención al lenguaje corporal y las señales del propio animal.
Este enfoque fue particularmente relevante para Wynne, quien recientemente adoptó un galgo de carreras retirado. "Estoy haciendo de esto un proyecto para aprender cómo se expresa", compartió al reflexionar sobre la importancia de entender mejor a los perros y mejorar su bienestar.
Desafortunadamente, Oliver falleció antes de que los resultados del estudio fueran publicados. A modo de homenaje, Molinaro expresó su satisfacción al ver que su mascota es recordada en una investigación que podría beneficiar a otros perros y a sus dueños.
En la era del vínculo humano-perro, esta investigación destaca un área crítica en la que los humanos podrían mejorar: aprender a leer fielmente a los perros, más allá de sus propios prejuicios situacionales.