World Athletics, la entidad rectora del atletismo a nivel global, anunció el martes la implementación de pruebas de ADN de sexo obligatorias para las participantes en competiciones femeninas. Este cambio representa un hito en el panorama deportivo, ya que el atletismo se convierte en el primer deporte olímpico en adoptar esta política. Según el organismo, la medida tiene como objetivo proteger la integridad y justicia en las competencias femeninas.
La introducción de las pruebas ocurre luego de intensos debates sobre las reglas de elegibilidad en los deportes femeninos, exacerbados tras escenas controversiales en los Juegos Olímpicos de París, cuando dos pugilistas cuestionadas por su calificación obtuvieron medallas de oro. Este tipo de situaciones, según las autoridades de World Athletics, motivaron a reforzar las normativas existentes.
Sebastian Coe, presidente de la organización y doble medallista de oro olímpico, explicó que estas pruebas, que consistirán en un frotis bucal o en un análisis de ADN de sangre seca, son parte del compromiso de "proteger tenazmente la categoría femenina". Para Coe, esta decisión busca salvaguardar la confianza y la integridad en la competición. Las primeras pruebas podrían implementarse en septiembre, durante el próximo campeonato mundial que se celebrará en Tokio.
Las nuevas disposiciones también implican la exclusión de la categoría femenina de aquellas atletas que presentan diferencias en su desarrollo sexual (DSD) y no poseen los cromosomas XX típicos. Estas condiciones, que incluyen niveles elevados de testosterona, pueden conferir cuerpos más musculosos y beneficios en el rendimiento deportivo. Hasta ahora, atletas en esta situación podían competir si reducían sus niveles de testosterona mediante tratamientos médicos, una opción que ahora será eliminada.
La polémica en torno a este tema ha sido una constante en los últimos años. Un ejemplo icónico es el caso de la corredora sudafricana Caster Semenya, cuya victoria en los 800 metros en el Campeonato Mundial de 2009 provocó controversias debido a sus niveles altos de testosterona. A pesar de ganar el oro en los Juegos Olímpicos tanto en Londres 2012 como en Río 2016, enfrentó una serie de medidas y restricciones posteriores para poder competir.
En 2018, World Athletics impuso una regulación que obligaba a atletas con DSD a reducir sus niveles de testosterona mediante medicamentos. Ahora, la organización argumenta que estudios recientes demuestran la existencia de ventajas biológicas en el rendimiento de hombres frente a mujeres incluso antes de la pubertad, con diferencias de hasta un 5% en pruebas de carrera y mayores en disciplinas como el lanzamiento y el salto.
La presidenta del Comité Olímpico Internacional (COI) electa, Kirsty Coventry, ex medallista de oro de Zimbabue, expresó la necesidad de abordar este tema con "sensibilidad" hacia las atletas afectadas y propuso la creación de un grupo de trabajo, aunque no especificó políticas concretas. Por su parte, grupos de derechos humanos han criticado previamente las regulaciones del atletismo, calificándolas de abusivas y perjudiciales al bienestar de las deportistas.
La implementación de las pruebas exigirá a todas las atletas mujeres realizarse el procedimiento una sola vez, y World Athletics asegura que no serán invasivas, siguiendo estándares médicos rigurosos. No obstante, el debate sobre la ética, las implicaciones biológicas y los derechos humanos promete mantenerse en el centro de esta decisión histórica.
Además, este asunto se ha convertido en un tema polarizador en el ámbito deportivo y político. Desde 2023, las atletas transgénero ya no tienen permitido competir en las categorías femeninas. En Estados Unidos, las políticas del presidente Donald Trump, incluyendo restricciones migratorias para atletas transgénero, han añadido una capa de complejidad a este panorama antes de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028.
El presidente Coe reafirmó su disposición a defender las nuevas reglas ante el máximo tribunal deportivo internacional en caso de futuras impugnaciones, tal como ocurrió con las reglas anteriores que fueron llevadas por la Sra. Semenya a juicio en 2019, donde perdió. La implementación de estas medidas promete tener efectos significativos en el futuro del atletismo y los deportes femeninos en general.
World Athletics, la entidad rectora del atletismo a nivel global, anunció el martes la implementación de pruebas de ADN de sexo obligatorias para las participantes en competiciones femeninas. Este cambio representa un hito en el panorama deportivo, ya que el atletismo se convierte en el primer deporte olímpico en adoptar esta política. Según el organismo, la medida tiene como objetivo proteger la integridad y justicia en las competencias femeninas.
La introducción de las pruebas ocurre luego de intensos debates sobre las reglas de elegibilidad en los deportes femeninos, exacerbados tras escenas controversiales en los Juegos Olímpicos de París, cuando dos pugilistas cuestionadas por su calificación obtuvieron medallas de oro. Este tipo de situaciones, según las autoridades de World Athletics, motivaron a reforzar las normativas existentes.
Sebastian Coe, presidente de la organización y doble medallista de oro olímpico, explicó que estas pruebas, que consistirán en un frotis bucal o en un análisis de ADN de sangre seca, son parte del compromiso de "proteger tenazmente la categoría femenina". Para Coe, esta decisión busca salvaguardar la confianza y la integridad en la competición. Las primeras pruebas podrían implementarse en septiembre, durante el próximo campeonato mundial que se celebrará en Tokio.
Las nuevas disposiciones también implican la exclusión de la categoría femenina de aquellas atletas que presentan diferencias en su desarrollo sexual (DSD) y no poseen los cromosomas XX típicos. Estas condiciones, que incluyen niveles elevados de testosterona, pueden conferir cuerpos más musculosos y beneficios en el rendimiento deportivo. Hasta ahora, atletas en esta situación podían competir si reducían sus niveles de testosterona mediante tratamientos médicos, una opción que ahora será eliminada.
La polémica en torno a este tema ha sido una constante en los últimos años. Un ejemplo icónico es el caso de la corredora sudafricana Caster Semenya, cuya victoria en los 800 metros en el Campeonato Mundial de 2009 provocó controversias debido a sus niveles altos de testosterona. A pesar de ganar el oro en los Juegos Olímpicos tanto en Londres 2012 como en Río 2016, enfrentó una serie de medidas y restricciones posteriores para poder competir.
En 2018, World Athletics impuso una regulación que obligaba a atletas con DSD a reducir sus niveles de testosterona mediante medicamentos. Ahora, la organización argumenta que estudios recientes demuestran la existencia de ventajas biológicas en el rendimiento de hombres frente a mujeres incluso antes de la pubertad, con diferencias de hasta un 5% en pruebas de carrera y mayores en disciplinas como el lanzamiento y el salto.
La presidenta del Comité Olímpico Internacional (COI) electa, Kirsty Coventry, ex medallista de oro de Zimbabue, expresó la necesidad de abordar este tema con "sensibilidad" hacia las atletas afectadas y propuso la creación de un grupo de trabajo, aunque no especificó políticas concretas. Por su parte, grupos de derechos humanos han criticado previamente las regulaciones del atletismo, calificándolas de abusivas y perjudiciales al bienestar de las deportistas.
La implementación de las pruebas exigirá a todas las atletas mujeres realizarse el procedimiento una sola vez, y World Athletics asegura que no serán invasivas, siguiendo estándares médicos rigurosos. No obstante, el debate sobre la ética, las implicaciones biológicas y los derechos humanos promete mantenerse en el centro de esta decisión histórica.
Además, este asunto se ha convertido en un tema polarizador en el ámbito deportivo y político. Desde 2023, las atletas transgénero ya no tienen permitido competir en las categorías femeninas. En Estados Unidos, las políticas del presidente Donald Trump, incluyendo restricciones migratorias para atletas transgénero, han añadido una capa de complejidad a este panorama antes de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028.
El presidente Coe reafirmó su disposición a defender las nuevas reglas ante el máximo tribunal deportivo internacional en caso de futuras impugnaciones, tal como ocurrió con las reglas anteriores que fueron llevadas por la Sra. Semenya a juicio en 2019, donde perdió. La implementación de estas medidas promete tener efectos significativos en el futuro del atletismo y los deportes femeninos en general.