El Monte Everest, con sus imponentes 8,849 metros (29,032 pies) sobre el nivel del mar, ha sido objeto de intensos estudios geológicos que buscan entender los factores detrás de su elevación continua. Un nuevo estudio publicado en la prestigiada revista Nature Geoscience desvela que, además de la actividad tectónica, la erosión fluvial y el fenómeno conocido como rebote isostático juegan un papel crucial en este proceso.
Las investigaciones recientes destacan que Everest ha experimentado un aumento de altura de entre 15 y 50 metros en los últimos 89,000 años. Este crecimiento se atribuye en gran medida a la erosión provocada por el río Arun y otros sistemas fluviales cercanos. Hace aproximadamente 89,000 años, el río Kosi absorbió el río Arun, creando un sistema fluvial más potente que incrementó la erosión en la región, incluso a casi 80 kilómetros de distancia del Everest.
La erosión constante ha reducido el peso sobre la corteza terrestre, permitiendo que el rebote isostático impulse el crecimiento del Everest entre 0.16 y 0.53 milímetros por año. Este fenómeno puede representar hasta la mitad de la tasa de elevación anual de la montaña, que ha alcanzado hasta 2 milímetros en los años recientes.
En comparación con otras montañas cercanas, Everest es aproximadamente 250 metros más alto que sus vecinas Lhotse y Makalu, que se ubican como las cuartas y quintas montañas más altas del mundo, respectivamente. Este fenómeno de crecimiento no es exclusivo del Everest, sino que también afecta a otras montañas en la región del Himalaya, subrayando la importancia de los procesos de erosión y rebote isostático en la formación de montañas.
El estudio sugiere que la dinámica de los ríos puede influir significativamente en la elevación de montañas, un aspecto que tradicionalmente se ha atribuido únicamente a la actividad tectónica. Los hallazgos podrían llevar a una reevaluación de los modelos actuales sobre la formación y evolución del Himalaya, resaltando la interconexión de los sistemas geológicos.
Los descubrimientos presentados en Nature Geoscience subrayan la complejidad de los procesos geológicos que afectan al Everest y su entorno, y sugieren que factores como la erosión fluvial y el rebote isostático deben ser considerados en estudios futuros sobre la evolución de estas majestuosas estructuras geológicas.