Colombia se ha posicionado como un notable exportador de mercenarios, impulsada por la difícil situación económica de sus exmilitares. Miles de estos profesionales buscan nuevas oportunidades fuera de sus fronteras atraídos por prospectos económicos mucho más atractivos que los ofrecidos localmente. Yeison Sánchez, un soldado retirado de 31 años, se unió al ejército ucraniano persuadido por la promesa de un salario mensual de 19 millones de pesos (aproximadamente 4.300 dólares). Sin embargo, después de seis meses, desertó por recibir un pago menor y enfrentar condiciones de maltrato.
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La mayoría de estos exmilitares se retiran a edades tempranas y reciben pensiones insuficientes. Las ofertas laborales en el extranjero, que pueden ser hasta cinco veces superiores a las pensiones recibidas, resultan extremadamente tentadoras. Desde el año 2000, se ha documentado la presencia de mercenarios colombianos en Rusia, Afganistán, Yemen y Somalia, entre otros países.
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El magnicidio del presidente haitiano Jovenel Moïse en 2021 es uno de los episodios más notables en los que se vieron involucrados mercenarios colombianos. Diecisiete de ellos fueron detenidos tras alegar que fueron contratados para secuestrar al mandatario, y no para matarlo. Además, en Rusia hay dos voluntarios colombianos del ejército ucraniano detenidos.
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Dante Hincapié, quien ha trabajado como mercenario en Emiratos Árabes Unidos y Yemen, comparó el reclutamiento de exmilitares con el de futbolistas, destacando que empresas cazatalentos están constantemente buscando talento militar colombiano. Durante tres años, Hincapié ganó cerca de 70.000 dólares, mientras que su pensión en Colombia apenas alcanzaba los 15.000 dólares.
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En respuesta a esta situación, el gobierno colombiano ha lanzado una propuesta de ley para prohibir la actividad mercenaria en consonancia con un convenio de la ONU de 1989. No obstante, la Cancillería estima que alrededor de 300 colombianos han fallecido en la guerra de Ucrania. La red empresarial que recluta mercenarios se ha beneficiado enormemente de la precaria situación económica en países del sur global.
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Jaime Henao, otro exmilitar colombiano que fue entrenado por Blackwater, ha trabajado en Afganistán y Emiratos Árabes Unidos. Henao menciona que la empresa A4SI ha contratado a al menos 300 mercenarios colombianos para luchar en Sudán, denunciando que engañan a los reclutas sobre la naturaleza del trabajo.
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Según Alfonso Manzur, fundador de Veteranos Por Colombia, la falta de adaptación de los exmilitares a la vida civil alimenta la proliferación de mercenarios. Para abordar esta problemática, el gobierno planea implementar programas de reintegración y mejorar las pensiones. No obstante, es evidente que muchos exmilitares encuentran en la actividad mercenaria una salida más viable a sus problemas económicos.