Jörg Dornau, político de 54 años del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) en el parlamento estatal de Sajonia, enfrenta serias acusaciones de haber empleado prisioneros políticos en su plantación de cebollas en Bielorrusia. Medios locales revelaron que Dornau estableció un acuerdo con un centro de aislamiento de delincuentes para utilizar a ciudadanos bielorrusos condenados por infracciones políticas en su empresa agrícola, OOO Zybulka-Bel, la cual fue registrada en octubre de 2020.
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El caso cobró relevancia en febrero de 2024, cuando un prisionero identificado como Nikolai ofreció un testimonio detallado sobre sus condiciones laborales en la plantación. Según Nikolai, trabajaba desde las 7 a.m. hasta las 8 p.m., sin acceso a comida ni agua durante el día, y recibía una paga de aproximadamente £4 (o €5) diarios. Nikolai había sido encarcelado por un lapso de 15 días únicamente por “dar me gusta” a una publicación en redes sociales, y durante su tiempo en la plantación, señaló que alrededor de 30 prisioneros realizaban tareas similares bajo la supervisión de un capataz, quien decidía si los prisioneros recibirían su pago.
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Dornau también ha sido multado con €20,862 por no declarar sus ingresos no parlamentarios, lo que sumado a su controversia actual, ha desencadenado una serie de críticas hacia sus vínculos con el régimen del presidente bielorruso Alexander Lukashenko. Tras las protestas masivas de 2020, la represión política en Bielorrusia se ha intensificado y, según la organización de derechos humanos Viasna, actualmente se estima que hay más de 1,400 prisioneros políticos en el país.
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Ante las graves acusaciones y la creciente presión pública, Dornau no ha respondido a las solicitudes de comentarios. En paralelo, un abogado vinculado a los Verdes ha presentado una denuncia penal en su contra, argumentando que la explotación de prisioneros políticos constituiría una violación de derechos humanos. Esta situación ha acrecentado el escrutinio sobre los lazos de la AfD con regímenes autoritarios y su reputación como partido "amigo de Putin".