Victoria Roshchina, una periodista ucraniana de 27 años, fue arrestada en agosto de 2023 en los territorios ocupados de Ucrania cuando investigaba sobre centros de detención y tortura. Inicialmente capturada cerca de Energodar, en la provincia de Zaporiyia, fue trasladada primero a Melitopol, donde sufrió torturas por primera vez, y después a la prisión de Taganrog en diciembre de 2023. Este último centro es conocido por las torturas sistemáticas aplicadas tanto a prisioneros de guerra como a civiles.
Datos recabados por la ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF), en colaboración con medios ucranianos, revelan que Roshchina sufrió repetidos interrogatorios bajo tortura en Taganrog. Sus heridas incluían cortes profundos de hasta tres centímetros provocados, al parecer, por un arma blanca, así como extensas marcas de electrocución visibles en su cuerpo. Estas sesiones de tortura, sumadas a la falta de cuidados médicos y el deterioro de su estado de salud, tuvieron consecuencias mortales.
Pese a sus constantes solicitudes de atención médica, la administración penitenciaria le negó el acceso a tratamientos. No fue hasta junio de 2024, cuando su salud ya había alcanzado un deterioro extremo, que pudo consultar a un médico. Testigos afirman que, para entonces, Roshchina pesaba solo 30 kilos y estaba tan débil que no podía mover la cabeza de su almohada. En ese mismo mes, fue trasladada brevemente a un hospital, donde mostró mejoría, aunque luego fue regresada a prisión.
Las circunstancias exactas de su muerte continúan envueltas en misterio. El Ministerio de Defensa ruso notificó en octubre de 2024 a la familia de Roshchina que había fallecido un mes antes, pero hasta marzo de 2025 su cadáver no ha sido repatriado a Ucrania. Este hecho agrava aún más las sospechas sobre los abusos sufridos y la falta de transparencia sobre la causa de su muerte.
Según RSF, Rusia debe asumir responsabilidades no solo por las torturas y vejaciones a Roshchina, sino también por negligentemente haberle negado cuidados médicos esenciales, factores que contribuyeron a su deceso. Organizaciones de derechos humanos han condenado la ausencia de repatriación de su cuerpo como una medida sospechosa y deshumanizadora.
Desde el inicio de la invasión rusa, los periodistas ucranianos han enfrentado altos niveles de persecución. De acuerdo con cifras actualizadas, 19 periodistas permanecen encarcelados por las autoridades rusas, mientras que 150 profesionales de la comunicación han sufrido agresiones desde 2022. En este contexto, 13 periodistas han perdido la vida y 47 han resultado heridos en incidentes relacionados con la invasión militar en Ucrania. Roshchina se suma de manera trágica a esta lista de víctimas.