El pasado 10 de marzo de 2025, el Secretario de Estado Marco Rubio confirmó que la administración del presidente Donald Trump concluyó una reestructuración masiva de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), eliminando el 83% de sus programas globales. Esta decisión supuso el fin de 5,200 de los 6,200 programas previamente operativos, dejando apenas un 18% de actividades que ahora serán gestionadas por el Departamento de Estado.
Este proceso comenzó el 20 de enero de 2025, mediante un decreto ejecutivo de Donald Trump que declaró un congelamiento de 90 días sobre la asistencia extranjera para permitir una revisión exhaustiva. Según Rubio, esta acción tenía como objetivo suprimir lo que definió como proyectos derrochadores, que promovían, alegadamente, una agenda liberal y no alineaban con los intereses estratégicos de Estados Unidos. Uno de los principales argumentos expuestos fue el enorme costo financiero involucrado, señalado como "decenas de miles de millones de dólares".
Entre los programas eliminados figuraban aquellos dirigidos a combatir epidemias, prevenir hambrunas y promover la democracia a nivel internacional. Esta suspensión ha desembocado en despidos masivos, afectando a trabajadores tanto en Estados Unidos como en territorio extranjero. Críticos del sector de ayuda internacional aseguran que, incluso, programas esenciales catalogados como de "vida o muerte" no fueron salvaguardados, lo que ha generado alarma y preocupaciones humanitarias.
La purga de USAID también contó con el soporte del "Departamento de Eficiencia del Gobierno", liderado por Elon Musk y su equipo. A través de este departamento, se buscó priorizar, según Rubio, un enfoque más eficaz en la asignación de recursos. La medida ha sido calificada por la administración como una "reforma histórica".
Sin embargo, la falta de transparencia en relación a los criterios usados para decidir qué programas fueron eliminados o preservados ha generado fuertes críticas. Grupos de ayuda y legisladores, particularmente demócratas, denuncian que la drástica reducción de proyectos requería la consulta previa al Congreso, considerando esta acción como ilegal. Además, la ausencia de un detalle público sobre los programas sobrevivientes ha dejado un vacío sobre la viabilidad y dirección futura de la asistencia exterior de Estados Unidos.
El papel protagonizado por Marco Rubio no ha estado exento de controversias. Si bien sus declaraciones respaldan completamente esta reestructuración, la incertidumbre sobre las posibles consecuencias deja en el aire interrogantes sobre cómo afectará esta medida la influencia estadounidense a nivel global.
La eliminación de la mayoría de los programas de USAID marca un hito sin precedente en la política exterior de Estados Unidos. Estos cambios generan un impacto inmediato en naciones dependientes de la asistencia estadounidense y en los empleos relacionados con la gestión de estos programas. Los efectos a largo plazo, no obstante, aún están por verse, y la decisión sigue siendo objeto de profundo debate tanto en lo político como en lo social.
USAID, fundada en 1961, fue una de las principales agencias de asistencia exterior del mundo, consolidándose como un pilar de la política exterior estadounidense durante más de 60 años. La actual reestructuración es la más radical en su historia.