Un estudio preimpreso, aún en revisión por pares, ha revelado una preocupante acumulación de microplásticos en muestras cerebrales humanas. El análisis, que examinó 91 muestras de cerebro, encontró que estas contenían, en promedio, de 10 a 20 veces más microplásticos que otros órganos. En concreto, 24 muestras de cerebro, recolectadas a principios de 2024, mostraron un promedio de aproximadamente 0.5% de plástico por peso.
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Particularmente alarmante es que los cerebros de personas fallecidas con demencia, incluyendo Alzheimer, contenían hasta 10 veces más microplásticos que los cerebros saludables. Además, se observó que la cantidad de microplásticos en las muestras de 2024 fue aproximadamente un 50% mayor que en las muestras de 2016, lo que demuestra un incremento significativo de estos contaminantes en los cerebros humanos.
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Los microplásticos son conocidos por inducir riesgos para la salud, como el estrés oxidativo, que puede causar daño celular e inflamación, y enfermedades cardiovasculares. También se han vinculado a problemas de fertilidad, varios tipos de cáncer, y alteraciones en los sistemas endocrino e inmune, según estudios en animales.
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A pesar de estos hallazgos, actualmente no existen estándares gubernamentales en Estados Unidos para las partículas de plástico en alimentos o agua. La Agencia de Protección Ambiental (EPA) está en proceso de crear directrices para la medición de microplásticos y ha proporcionado subvenciones desde 2018 para desarrollar métodos de detección.
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La extensión de la contaminación por microplásticos se ha demostrado en múltiples estudios recientes. Por ejemplo, se han encontrado microplásticos en todas las muestras de médula ósea examinadas, así como en el revestimiento articular de pacientes sometidos a cirugías de cadera o rodilla. Un estudio también detectó microplásticos en todos los testículos analizados de humanos y perros, con una concentración casi tres veces mayor en humanos.
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Aunque la FDA ha manifestado que los niveles actuales de microplásticos en los alimentos no representan un riesgo comprobado para la salud humana, los investigadores sugieren reducir la exposición, evitando el uso de plásticos en la preparación de alimentos y prefiriendo el agua del grifo en lugar de embotellada.
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Dado que la contaminación por plásticos no parece tener límites geográficos, investigadores como Sedat Gündoğdu insisten en la necesidad de una declaración de emergencia global para abordar el problema. “No hay lugar que no esté tocado” por la crisis de los plásticos, remarcó.
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Estos descubrimientos subrayan la urgencia de profundizar la investigación sobre los efectos de los microplásticos en la salud humana y de implementar estrategias efectivas para reducir su presencia tanto en el medio ambiente como en nuestros cuerpos. Los microplásticos han sido detectados no solo en los cuerpos humanos, sino también en el medio ambiente más inhóspito, desde las profundidades oceánicas hasta la cima del Monte Everest.