Eric Schmidt, ex-CEO de Google, ha salido a la luz con profundas preocupaciones respecto al avance de la inteligencia artificial (IA) en varias entrevistas recientes. Entre las advertencias más preocupantes que Schmidt ha delineado destaca la capacidad inminente de la IA para auto-mejorarse, un punto que califica de "peligroso". "Cuando el sistema puede auto-mejorarse, necesitamos pensar seriamente en desconectarlo", advirtió.
Según Schmidt, la tecnología de IA podría evolucionar rápidamente de agentes específicos de tareas, como Microsoft Copilot, a sistemas más complejos dentro de un plazo de 2 a 4 años. Algunos expertos incluso sugieren que los modelos de IA más avanzados alcanzarían niveles de inteligencia comparables a un estudiante de doctorado tan pronto como para el próximo año. Esta evolución podría dotar a la IA de un grado de autonomía que podría representar un riesgo considerable para la humanidad.
Dada esta potencial amenaza, Schmidt ha subrayado la imperativa necesidad de desarrollar un "kill switch" o mecanismo de apagado para asegurarse de que, en caso de que la IA se vuelva demasiado poderosa o incontrolable, pueda ser desactivada. En sus palabras, "eventualmente le dices a la computadora: 'Aprende todo y haz todo'", lo cual podría llevar a situaciones potencialmente peligrosas.
Comparando con otros países, Schmidt mencionó que solía creer que la tecnología estadounidense tenía unos años de ventaja sobre China. Sin embargo, en los últimos seis meses, ha observado que Beijing ha alcanzado niveles tecnológicos comparables a los de Estados Unidos. La competencia en la carrera de la IA ha intensificado la necesidad de que EE. UU. mantenga su posición de liderazgo global, especialmente frente a China.
Además, Schmidt hizo un llamado a la regulación gubernamental de la IA, argumentando que "el futuro de la inteligencia no debería dejarse solo en manos de los tecnólogos". Esta perspectiva se alinea con su trabajo en el libro "Genesis: Artificial Intelligence, Hope, and the Human Spirit", escrito en colaboración con el fallecido Henry Kissinger, donde ambos abogan por un enfoque ético y regulado de la IA.
Schmidt no está solo en sus preocupaciones. Otros expertos, como Geoffrey Hinton, han expresado que no ven una forma segura de desarrollar una IA que pueda pensar por sí misma. Sam Altman, CEO de OpenAI, también ha advertido que una inteligencia general artificial mal gestionada podría resultar en "apagones para todos nosotros".
A pesar de los riesgos, Schmidt reconoce los beneficios potenciales de la IA, sugiriendo que cada persona podría tener un "polímata en su bolsillo". Esto podría revolucionar el acceso al conocimiento y la toma de decisiones, haciendo la vida más eficiente y enriquecedora.
En el contexto regulatorio, Estados Unidos aún no ha implementado ninguna regulación federal sobre la IA. No obstante, California ha propuesto varias leyes relacionadas, aunque algunas han sido vetadas debido a la oposición de ejecutivos tecnológicos.
Este conjunto de preocupaciones y advertencias resalta la creciente necesidad de un enfoque cauteloso y regulado en el desarrollo de la inteligencia artificial. La comunidad global enfrenta un desafío complejo que requiere tanto precaución como innovación para asegurar que los avances tecnológicos no comprometamos la seguridad y bienestar de la humanidad.