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Desinformación y estrategia política marcan el segundo mandato de Trump

El segundo mandato de Donald Trump en la Casa Blanca está siendo caracterizado por una extensa red de desinformación, con funcionarios y aliados promoviendo afirmaciones falsas mientras justifican cambios de política. Declaraciones desacreditadas, como los supuestos "50 millones de dólares en condones para Gaza", destacan entre las tácticas utilizadas para moldear la narrativa política, amplificadas por una maquinaria mediática alineada con su administración.

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Desinformación y estrategia política marcan el segundo mandato de Trump

El segundo mandato de Donald Trump en la Casa Blanca está siendo caracterizado por una extensa red de desinformación, con funcionarios y aliados promoviendo afirmaciones falsas mientras justifican cambios de política. Declaraciones desacreditadas, como los supuestos "50 millones de dólares en condones para Gaza", destacan entre las tácticas utilizadas para moldear la narrativa política, amplificadas por una maquinaria mediática alineada con su administración.

"Si lo dices lo suficiente y sigues diciéndolo, empezarán a creerte"

– Expresó Donald Trump en un mitin en 2021, explicitando su enfoque hacia la comunicación política.

30/3/2025

En su segundo término como presidente, Donald Trump y su administración han sido señalados por consolidar una estrategia de desinformación sin precedentes, que involucra la dispersión de afirmaciones falsas como herramienta política para justificar acciones gubernamentales. Una de las mayores controversias surgió tras las afirmaciones de Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, quien, tras comprometerse a decir la verdad, anunció que se había bloqueado un contrato de 50 millones de dólares destinado a la compra de preservativos en Gaza. Sin embargo, esta declaración se probó completamente falsa: los fondos habían sido empleados en Mozambique como parte de iniciativas de salud sexual.

Durante sus primeros cuatro años de mandato, Trump emitió 30,573 declaraciones falsas, lo que equivale a un promedio de 21 por día, según un recuento. Aunque anteriormente sus asesores intentaban contener las consecuencias de sus afirmaciones, en esta nueva etapa, las falsedades están siendo sistemáticamente promovidas y amplificadas por altos funcionarios e influencers aliados del mandatario que operan dentro y fuera de los márgenes tradicionales de los medios de comunicación.

Un caso ilustrativo involucra a Robert F. Kennedy Jr., encargado del Departamento de Salud y Servicios Humanos, quien afirmó sin fundamento científico que las vacunas contra el sarampión son letales anualmente, contradiciendo evidencias médicas. De manera similar, Brooke Rollins, secretaria de Agricultura, tergiversó un contrato de 600,000 dólares relacionado con investigación de fibras naturales como estudio sobre los "ciclos menstruales de hombres transgénero", una falsedad que amplificó su narrativa de recorte presupuestario. Esto coincide con el cese de 5,200 contratos de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), el 83% del total, tras acusaciones infundadas sobre supuestos gastos indebidos en Gaza.

Las declaraciones falsas no se limitan a cuestiones internas; Trump también atacó a Canadá por la supuesta entrada masiva de fentanilo desde dicho país, pese a que menos del 1% del narcótico rastreado proviene de allí. Además, justificó su decisión de indultar a manifestantes violentos del Capitolio del 6 de enero de 2021 alegando, sin bases, que "no agredieron a nadie". Otro episodio lo vincula a la desinformación respecto al conflicto en Ucrania, responsabilizando a Kiev del inicio de la guerra con Rusia y cuestionando la legitimidad de su liderazgo bajo la ley marcial.

El ecosistema de información en este mandato destaca por su colaboración estrecha con plataformas y personalidades digitales alineadas ideológicamente. Elon Musk, dueño de X (antes Twitter), ha contribuido a viralizar declaraciones falsas, como la acusación sobre "condones terroristas", una tergiversación que surgió de relatos anteriores sobre dispositivos improvisados por Hamás en 2018.

Analistas como Audrey McCabe, de Common Cause, han identificado la estrategia de "sobrecarga de desinformación" utilizada por esta administración, que busca saturar el discurso político y diluir la capacidad de respuesta, incluso de organismos judiciales. Según Kate Starbird, experta en desinformación de la Universidad de Washington, esta táctica está calculada para enraizarse en la infraestructura política actual, apoyándose en un ecosistema mediático dominado por la derecha.

En respuesta a las críticas sobre las políticas en redes sociales, plataformas como Facebook e Instagram anunciaron el desmantelamiento de sus sistemas de verificación de datos antes de que Trump asumiera su segundo mandato. Esto ha facilitado la propagación de narrativas falsas y ha llevado a una erosión de la confianza en las estructuras gubernamentales y mediáticas.

En palabras de Trump, repetir insistentemente una información —independientemente de su veracidad— aumenta su credibilidad ante la opinión pública. Sin embargo, estas estrategias han generado escandalizada reacción internacional. Laura Thornton, del Instituto McCain, subraya cómo las afirmaciones del presidente sobre Ucrania alinean su narrativa con la del Kremlin, sugiriendo un intento deliberado de reescribir acontecimientos históricos.

A nivel interno, esta situación plantea desafíos sustantivos no solo para la veracidad del discurso público, sino para la funcionalidad institucional de los pilares democráticos. Aunque la Casa Blanca ha evitado responder directamente a las múltiples acusaciones de falsedad, la magnitud de esta maquinaria de desinformación genera profundas interrogantes sobre la capacidad de contrarrestarla y sus posibles efectos en el tejido político y social estadounidense.

En las primeras 24 horas tras la propagación de la falsa afirmación sobre los condones en Gaza, publicaciones relacionadas en la plataforma X acumularon 111 millones de vistas, mientras que audiencias nacionales combinadas para podcasts y programas de televisión sobre el tema alcanzaron los 53 millones.

Algo Curioso

"Si lo dices lo suficiente y sigues diciéndolo, empezarán a creerte"

– Expresó Donald Trump en un mitin en 2021, explicitando su enfoque hacia la comunicación política.

Mar 30, 2025
Colglobal News

En su segundo término como presidente, Donald Trump y su administración han sido señalados por consolidar una estrategia de desinformación sin precedentes, que involucra la dispersión de afirmaciones falsas como herramienta política para justificar acciones gubernamentales. Una de las mayores controversias surgió tras las afirmaciones de Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, quien, tras comprometerse a decir la verdad, anunció que se había bloqueado un contrato de 50 millones de dólares destinado a la compra de preservativos en Gaza. Sin embargo, esta declaración se probó completamente falsa: los fondos habían sido empleados en Mozambique como parte de iniciativas de salud sexual.

Durante sus primeros cuatro años de mandato, Trump emitió 30,573 declaraciones falsas, lo que equivale a un promedio de 21 por día, según un recuento. Aunque anteriormente sus asesores intentaban contener las consecuencias de sus afirmaciones, en esta nueva etapa, las falsedades están siendo sistemáticamente promovidas y amplificadas por altos funcionarios e influencers aliados del mandatario que operan dentro y fuera de los márgenes tradicionales de los medios de comunicación.

Un caso ilustrativo involucra a Robert F. Kennedy Jr., encargado del Departamento de Salud y Servicios Humanos, quien afirmó sin fundamento científico que las vacunas contra el sarampión son letales anualmente, contradiciendo evidencias médicas. De manera similar, Brooke Rollins, secretaria de Agricultura, tergiversó un contrato de 600,000 dólares relacionado con investigación de fibras naturales como estudio sobre los "ciclos menstruales de hombres transgénero", una falsedad que amplificó su narrativa de recorte presupuestario. Esto coincide con el cese de 5,200 contratos de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), el 83% del total, tras acusaciones infundadas sobre supuestos gastos indebidos en Gaza.

Las declaraciones falsas no se limitan a cuestiones internas; Trump también atacó a Canadá por la supuesta entrada masiva de fentanilo desde dicho país, pese a que menos del 1% del narcótico rastreado proviene de allí. Además, justificó su decisión de indultar a manifestantes violentos del Capitolio del 6 de enero de 2021 alegando, sin bases, que "no agredieron a nadie". Otro episodio lo vincula a la desinformación respecto al conflicto en Ucrania, responsabilizando a Kiev del inicio de la guerra con Rusia y cuestionando la legitimidad de su liderazgo bajo la ley marcial.

El ecosistema de información en este mandato destaca por su colaboración estrecha con plataformas y personalidades digitales alineadas ideológicamente. Elon Musk, dueño de X (antes Twitter), ha contribuido a viralizar declaraciones falsas, como la acusación sobre "condones terroristas", una tergiversación que surgió de relatos anteriores sobre dispositivos improvisados por Hamás en 2018.

Analistas como Audrey McCabe, de Common Cause, han identificado la estrategia de "sobrecarga de desinformación" utilizada por esta administración, que busca saturar el discurso político y diluir la capacidad de respuesta, incluso de organismos judiciales. Según Kate Starbird, experta en desinformación de la Universidad de Washington, esta táctica está calculada para enraizarse en la infraestructura política actual, apoyándose en un ecosistema mediático dominado por la derecha.

En respuesta a las críticas sobre las políticas en redes sociales, plataformas como Facebook e Instagram anunciaron el desmantelamiento de sus sistemas de verificación de datos antes de que Trump asumiera su segundo mandato. Esto ha facilitado la propagación de narrativas falsas y ha llevado a una erosión de la confianza en las estructuras gubernamentales y mediáticas.

En palabras de Trump, repetir insistentemente una información —independientemente de su veracidad— aumenta su credibilidad ante la opinión pública. Sin embargo, estas estrategias han generado escandalizada reacción internacional. Laura Thornton, del Instituto McCain, subraya cómo las afirmaciones del presidente sobre Ucrania alinean su narrativa con la del Kremlin, sugiriendo un intento deliberado de reescribir acontecimientos históricos.

A nivel interno, esta situación plantea desafíos sustantivos no solo para la veracidad del discurso público, sino para la funcionalidad institucional de los pilares democráticos. Aunque la Casa Blanca ha evitado responder directamente a las múltiples acusaciones de falsedad, la magnitud de esta maquinaria de desinformación genera profundas interrogantes sobre la capacidad de contrarrestarla y sus posibles efectos en el tejido político y social estadounidense.

En las primeras 24 horas tras la propagación de la falsa afirmación sobre los condones en Gaza, publicaciones relacionadas en la plataforma X acumularon 111 millones de vistas, mientras que audiencias nacionales combinadas para podcasts y programas de televisión sobre el tema alcanzaron los 53 millones.

En su segundo término como presidente, Donald Trump y su administración han sido señalados por consolidar una estrategia de desinformación sin precedentes, que involucra la dispersión de afirmaciones falsas como herramienta política para justificar acciones gubernamentales. Una de las mayores controversias surgió tras las afirmaciones de Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, quien, tras comprometerse a decir la verdad, anunció que se había bloqueado un contrato de 50 millones de dólares destinado a la compra de preservativos en Gaza. Sin embargo, esta declaración se probó completamente falsa: los fondos habían sido empleados en Mozambique como parte de iniciativas de salud sexual.

Durante sus primeros cuatro años de mandato, Trump emitió 30,573 declaraciones falsas, lo que equivale a un promedio de 21 por día, según un recuento. Aunque anteriormente sus asesores intentaban contener las consecuencias de sus afirmaciones, en esta nueva etapa, las falsedades están siendo sistemáticamente promovidas y amplificadas por altos funcionarios e influencers aliados del mandatario que operan dentro y fuera de los márgenes tradicionales de los medios de comunicación.

Un caso ilustrativo involucra a Robert F. Kennedy Jr., encargado del Departamento de Salud y Servicios Humanos, quien afirmó sin fundamento científico que las vacunas contra el sarampión son letales anualmente, contradiciendo evidencias médicas. De manera similar, Brooke Rollins, secretaria de Agricultura, tergiversó un contrato de 600,000 dólares relacionado con investigación de fibras naturales como estudio sobre los "ciclos menstruales de hombres transgénero", una falsedad que amplificó su narrativa de recorte presupuestario. Esto coincide con el cese de 5,200 contratos de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), el 83% del total, tras acusaciones infundadas sobre supuestos gastos indebidos en Gaza.

Las declaraciones falsas no se limitan a cuestiones internas; Trump también atacó a Canadá por la supuesta entrada masiva de fentanilo desde dicho país, pese a que menos del 1% del narcótico rastreado proviene de allí. Además, justificó su decisión de indultar a manifestantes violentos del Capitolio del 6 de enero de 2021 alegando, sin bases, que "no agredieron a nadie". Otro episodio lo vincula a la desinformación respecto al conflicto en Ucrania, responsabilizando a Kiev del inicio de la guerra con Rusia y cuestionando la legitimidad de su liderazgo bajo la ley marcial.

El ecosistema de información en este mandato destaca por su colaboración estrecha con plataformas y personalidades digitales alineadas ideológicamente. Elon Musk, dueño de X (antes Twitter), ha contribuido a viralizar declaraciones falsas, como la acusación sobre "condones terroristas", una tergiversación que surgió de relatos anteriores sobre dispositivos improvisados por Hamás en 2018.

Analistas como Audrey McCabe, de Common Cause, han identificado la estrategia de "sobrecarga de desinformación" utilizada por esta administración, que busca saturar el discurso político y diluir la capacidad de respuesta, incluso de organismos judiciales. Según Kate Starbird, experta en desinformación de la Universidad de Washington, esta táctica está calculada para enraizarse en la infraestructura política actual, apoyándose en un ecosistema mediático dominado por la derecha.

En respuesta a las críticas sobre las políticas en redes sociales, plataformas como Facebook e Instagram anunciaron el desmantelamiento de sus sistemas de verificación de datos antes de que Trump asumiera su segundo mandato. Esto ha facilitado la propagación de narrativas falsas y ha llevado a una erosión de la confianza en las estructuras gubernamentales y mediáticas.

En palabras de Trump, repetir insistentemente una información —independientemente de su veracidad— aumenta su credibilidad ante la opinión pública. Sin embargo, estas estrategias han generado escandalizada reacción internacional. Laura Thornton, del Instituto McCain, subraya cómo las afirmaciones del presidente sobre Ucrania alinean su narrativa con la del Kremlin, sugiriendo un intento deliberado de reescribir acontecimientos históricos.

A nivel interno, esta situación plantea desafíos sustantivos no solo para la veracidad del discurso público, sino para la funcionalidad institucional de los pilares democráticos. Aunque la Casa Blanca ha evitado responder directamente a las múltiples acusaciones de falsedad, la magnitud de esta maquinaria de desinformación genera profundas interrogantes sobre la capacidad de contrarrestarla y sus posibles efectos en el tejido político y social estadounidense.

En las primeras 24 horas tras la propagación de la falsa afirmación sobre los condones en Gaza, publicaciones relacionadas en la plataforma X acumularon 111 millones de vistas, mientras que audiencias nacionales combinadas para podcasts y programas de televisión sobre el tema alcanzaron los 53 millones.

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