Han transcurrido poco más de seis semanas desde la implementación de un alto el fuego en Gaza, que lejos de ser una cesación total de hostilidades, se ha convertido en un estado de tensión constante con múltiples violaciones del acuerdo, según reportes oficiales. Durante este periodo, más de 100 personas han perdido la vida en Gaza, una cifra confirmada por el portavoz del servicio de defensa civil de la región, además de un registro significativo de incumplimientos por parte de Israel.

La situación se agrava debido a la decisión del gobierno israelí de detener la ayuda humanitaria hacia Gaza, una medida que busca presionar a Hamas a aceptar nuevos términos de negociación. Esta estrategia política, calificada como una "clara violación" del alto el fuego y del derecho humanitario internacional por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Qatar, ha dejado a la población de Gaza en un estado crítico debido a su dependencia total de los suministros externos. La crisis económica y social, derivada de la destrucción de la infraestructura local, ha intensificado el estado de asedio en la región.

En Cisjordania, la situación no es menos compleja. Desde el 7 de octubre, cerca de 1,000 personas han muerto debido a un elevado nivel de violencia por parte de colonos israelíes y las Fuerzas de Defensa de Israel. Entre las víctimas de este conflicto destacan los niños: en el último año, más de 224 menores han perdido la vida en la región, una cifra que representa casi el 50 % del total de muertes infantiles registradas allí en las dos últimas décadas. Las tácticas militares empleadas por Israel en Cisjordania, como bombardeos, bulldozers blindados y detonaciones controladas, han replicado las estrategias previamente utilizadas en Gaza, exacerbando la crisis.

Un punto central del conflicto es la Operación Muro de Hierro lanzada por Israel tras el alto el fuego, una campaña que ha sido descrita como una "gaza-ificación" de Cisjordania por su enfoque de desplazamiento y violencia sistemática. Según datos de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA), en menos de dos meses, alrededor de 40,000 personas han sido desplazadas sin perspectivas de retorno, configurando un panorama humanitario profundamente alarmante.

Analistas señalan que la estrategia de Israel ha evolucionado hacia una forma de autoridad opresiva, con un uso significativo de la fuerza y sin un plan estratégico a largo plazo que considere la estabilidad en los territorios ocupados. Mientras tanto, ambas regiones enfrentan niveles críticos de sufrimiento humano, marcados por el desplazamiento, la destrucción de infraestructura y la constante amenaza de la violencia.

La tasa de muertes infantiles en Cisjordania constituye casi la mitad del total registrado en los últimos veinte años, reflejando la desproporcionada afectación de los menores en este conflicto prolongado.