WWF, una de las organizaciones ambientales más influyentes a nivel global, enfrenta críticas por facilitar el comercio internacional de pieles de oso polar. Esto ocurre en un contexto donde los osos polares enfrentan serias amenazas debido al cambio climático, como la pérdida de hielo marino en el Ártico, que dificulta sus hábitos de caza, aumenta el gasto energético y ocasiona un deterioro en su estado físico, baja natalidad y mayor mortalidad.
A nivel mundial, la población de osos polares se estima entre 22,000 y 31,000 individuos, dos tercios de los cuales residen en Canadá. En Canadá, el único país que permite la caza comercial de estos animales, se exportan entre 300 y 400 pieles de oso polar cada año, principalmente a China. Estas pieles alcanzan precios de hasta 60,000 dólares por unidad y suelen utilizarse para fabricar ropa de lujo o como alfombras.
Una investigación de dos años ha revelado que WWF ha ayudado a facilitar el comercio internacional de pieles de oso polar como parte de su apoyo a la política de "utilización sostenible". La idea detrás de esta política es que al conceder licencias para la explotación de un pequeño número de animales con fines económicos (como la obtención de pieles o la caza de trofeos), se mejora el estatus de la especie en general. WWF señala que trabaja dentro de marcos legales y considera que el comercio no supone una amenaza significativa para la especie, a pesar de la sobreexplotación en ciertas poblaciones.
WWF ha hecho declaraciones claras sobre su posición respecto a la caza de trofeos y el comercio de marfil de elefante. Ha dicho que “no se opone a los programas de caza que no representan una amenaza para la supervivencia de las especies amenazadas y, cuando se trata de esas especies, son parte de una estrategia demostrada de conservación y gestión que tiene una base científica, se gestiona adecuadamente y se aplica estrictamente, y cuyos ingresos y beneficios se destinan a la conservación y a las comunidades locales”.
WWF ha respaldado dicha política en reuniones de la CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres). Durante las ediciones de CITES CoP de los años 2010 y 2013, la organización se opuso a propuestas de protección total del oso polar al argumentar que estas no cumplían con los criterios para una prohibición internacional en su comercio. En estas reuniones, WWF manifestó la necesidad de incluir estrategias de conservación que involucren a comunidades locales y estén fundamentadas en datos científicos sólidos.
En la reunión de la CITES de Panamá en 2022, Colman O'Criodain, director de políticas para la vida silvestre de WWF Internacional y asesor del programa del Ártico de WWF, fue consultado sobre si WWF recomendaría una mejor protección en la próxima década. Su respuesta fue que "no lo creía así en términos de criterios numéricos". En una declaración de 2013, WWF afirmó: “Si en algún momento en el futuro las poblaciones de osos polares se reducen tanto por el cambio climático y la pérdida de hábitat, y/o si el comercio internacional representa una amenaza mayor, nos gustaría volver a examinar la cuestión de la inclusión en la lista de la CITES. Pero no hemos llegado a ese punto”.
WWF también ha afirmado que una prohibición del comercio internacional dañaría los medios de vida de las comunidades indígenas. Sin embargo, esta posición es polémica. Robert Thompson, un residente Iñupiat y guía de osos polares de Kaktovik, Alaska, expresó su desacuerdo: “No vendimos estos animales durante 10,000 años y es por eso que todavía están aquí: no teníamos una necesidad comercial”. Thompson también afirmó que se podrían obtener mejores ingresos sin matar osos polares. “Se pueden obtener buenos ingresos llevando a la gente a ver a los animales, y eso es sostenible”, dijo. “Creo que si matáramos a los osos solo para ganar dinero, muy pronto no tendríamos más osos y entonces se acabaría todo”.
En ambas reuniones de la CITES, la propuesta de protección total para los osos polares no logró alcanzar la mayoría de dos tercios necesaria para prohibir el comercio. WWF también ha presionado para que no se conceda protección total en virtud de la CITES a otros animales, como elefantes, hipopótamos, jirafas y rinocerontes. Esto quedó particularmente de manifiesto en la reunión de la CITES de 2022, donde WWF presionó con éxito para cambiar la inclusión de la población de rinocerontes blancos de Namibia en la lista, de protección total en virtud del Apéndice I, al Apéndice II, menos restrictivo.
La mayoría de las organizaciones de protección de la vida silvestre no apoyan la posición de WWF, y en las últimas cuatro reuniones de CITES una coalición de alrededor de 80 ONG se opuso a las recomendaciones de WWF.
Jean-Paul Jeanrenaud, exdirector de WWF que trabajó para la organización durante 27 años, declaró: “El nombre de WWF, sin duda por mi experiencia, tenía mucha influencia. Si me acercaba a la gente, querían escuchar lo que tenía que decir... WWF tiene influencia, y todavía la tiene". Jeanrenaud añadió: "Creo que el público estará más que sorprendido, quizás conmocionado. Sé que es el tipo de cosas que me cuesta entender".
WWF dijo al Guardian que la inclusión de los osos polares en el Apéndice I no habría impedido la caza de trofeos. “En virtud del Apéndice II… el comercio comercial, por ejemplo de pieles, también está permitido y los inuit de Canadá se benefician de ello. Por esta razón, en las dos ocasiones en que se propuso la inclusión en el Apéndice I, los representantes inuit se manifestaron vehementemente en contra. El rechazo de la propuesta también fue recomendado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, la ONG Traffic, el Pew Environment Group y la secretaría de la CITES”.
El portavoz de WWF indicó que después del debate de 2013, el comité de CITES analizó la sostenibilidad del comercio: “Canadá presentó su caso en la siguiente reunión en 2015 y el comité concluyó, por consenso, que el comercio era sostenible”.
Por otro lado, WWF también promueve el uso sostenible de los recursos naturales en diferentes contextos. Un ejemplo notable es Namibia, donde reformas legislativas implementadas en 1996 permitieron a las comunidades gestionar y utilizar de forma sostenible la vida silvestre, lo cual contribuyó a recuperar poblaciones de rinoceronte negro y elefantes. Así, la organización sostiene que no se opone a programas de caza responsable, siempre que estos no amenacen la supervivencia de especies en situación crítica.
Para la CITES CoP 19, WWF ha preparado documentos enfocados en la protección de especies amenazadas y la regulación del comercio ilegal de vida silvestre, defendiendo su enfoque hacia la gestión sostenible como una herramienta clave para la conservación. No obstante, las críticas persisten, ya que activistas y expertos cuestionan las implicaciones éticas y ambientales del apoyo de WWF a actividades como el comercio de pieles de una especie icónica, cuya supervivencia depende directamente de la protección de su hábitat y una regulación más estricta.