El 2 de enero de 2025, el Centro de Planetas Menores, asociado al Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian, informó sobre el descubrimiento del objeto 2018 CN41. Inicialmente clasificado como un asteroide y detectado a menos de 240,000 kilómetros de la Tierra, se consideró un NEO (Objeto Cercano a la Tierra) que requería monitoreo debido a su proximidad y posible riesgo de colisión.
Menos de 17 horas después del anuncio inicial, se emitió una corrección crucial: el objeto no era un asteroide, sino el Tesla Roadster que Elon Musk lanzó al espacio en febrero de 2018 como carga de prueba para el primer vuelo del cohete Falcon Heavy. Este vehículo, con un maniquí llamado "Starman" al volante, ha estado en una órbita heliocéntrica, más allá de Marte, desde su lanzamiento.
Cálculos astronómicos revelan que el Tesla Roadster tiene un 22% de probabilidad de impactar la Tierra en algún momento del futuro, un 12% de chocar con Venus y una probabilidad similar de colisión con el Sol. Se anticipa que tendrá su mayor acercamiento a la Tierra en 2047, a una distancia de aproximadamente 5 millones de kilómetros.
Este incidente subraya las preocupaciones en la comunidad astronómica respecto a la transparencia y precisión en la identificación de objetos en el espacio profundo. El Minor Planet Center, responsable de la observación global de asteroides y otras entidades celestes, ha enfrentado errores similares. En 2007, una sonda de la Agencia Espacial Europea, identificada incorrectamente como un asteroide, ejemplificó la problemática.
La confusión sobre la naturaleza del Tesla Roadster derivó de factores como la falta de coincidencia en bases de datos de satélites y su órbita atípica, divergente de las trayectorias de los asteroides habituales.
Dado este contexto, los astrónomos recomiendan la creación de un repositorio centralizado y actualizado para distinguir correctamente entre objetos artificiales y naturales en el espacio profundo, mejorando tanto la identificación como el seguimiento. Esta mejora es esencial para evitar futuros errores y para gestionar adecuadamente los riesgos espaciales que tales objetos podrían representar.