El presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva que establece un centro de detención de hasta 30,000 migrantes en la Base Naval de Guantánamo, un territorio cubano arrendado a Estados Unidos desde 1903. La decisión se enmarca en la nueva ley Laken Riley, que facilita el arresto y deportación de inmigrantes indocumentados acusados de delitos menores.
Trump justificó la medida afirmando que "tenemos 30,000 camas en Guantánamo para detener a los peores extranjeros ilegales criminales que amenazan a los estadounidenses". Además, indicó que algunos de estos migrantes no pueden ser retornados a sus países de origen y, por lo tanto, serán enviados a Guantánamo.
Para implementar esta medida, el presidente ordenó a los secretarios de Defensa y de Seguridad Nacional tomar "todas las medidas apropiadas" para maximizar la capacidad del Centro de Operaciones Migratorias de Guantánamo.
La reacción de Cuba no se hizo esperar. El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, calificó la medida como un "acto de brutalidad", mientras que el canciller cubano, Bruno Rodríguez, criticó fuertemente el anuncio al afirmar que muestra "desprecio hacia la condición humana y el Derecho Internacional".
La Base Naval de Guantánamo ha sido utilizada como centro de detención desde la década de 1990, inicialmente para migrantes haitianos y cubanos. A partir de 2002, adquirió fama internacional al ser utilizada para la detención de prisioneros sospechosos de terrorismo. Ha sido objeto de críticas constantes debido a denuncias de tortura y detenciones indefinidas sin juicio.
La ley Laken Riley, firmada el mismo día, busca facilitar aún más el arresto y deportación de inmigrantes indocumentados, especialmente aquellos con antecedentes penales. La polémica alrededor de esta ley y la nueva orden ejecutiva ha generado debate tanto dentro como fuera de Estados Unidos, reavivando las tensiones en torno a las políticas migratorias de la administración Trump.