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Líderes europeos recalculan ante un Trump que actúa como adversario

Los líderes de Europa recalculan su posición global luego de una serie de decisiones controvertidas de la administración Trump, entre ellas, la propuesta de un acuerdo de paz en Ucrania negociado únicamente con Vladimir Putin, excluyendo a europeos y ucranianos, lo que ha generado tensiones políticas y estratégicas profundas en el continente.

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Líderes europeos recalculan ante un Trump que actúa como adversario

Los líderes de Europa recalculan su posición global luego de una serie de decisiones controvertidas de la administración Trump, entre ellas, la propuesta de un acuerdo de paz en Ucrania negociado únicamente con Vladimir Putin, excluyendo a europeos y ucranianos, lo que ha generado tensiones políticas y estratégicas profundas en el continente.

“Lo que está claro es que, pase lo que pase, Europa tendrá que dar un paso adelante”

– Expresó Lawrence Freedman, profesor emérito de estudios de guerra en el King’s College de Londres.

19/2/2025

La relación entre Estados Unidos y Europa atraviesa uno de sus momentos más complicados en décadas tras las recientes acciones de la administración Trump. En un movimiento que ha creado desconcierto entre las principales capitales europeas, el presidente Donald Trump anunció un plan para negociar un acuerdo de paz en Ucrania directamente con el presidente ruso, Vladimir Putin, sin involucrar a las naciones europeas ni al gobierno ucraniano. Este enfoque unilateral ha desatado una rápida reorganización estratégica en Europa y desatado preocupaciones sobre la estabilidad de la alianza transatlántica.

El lunes, en una cumbre urgente realizada en París, líderes como Emmanuel Macron, Olaf Scholz y Keir Starmer analizaron la posibilidad de desplegar decenas de miles de tropas europeas en Ucrania bajo una fuerza de mantenimiento de la paz. Macron, que fue pionero en esta idea el año pasado, aunque enfrentó escepticismo generalizado, ahora lidera una iniciativa que podría costar miles de millones de euros y potencialmente tensar las frágiles economías europeas. Sin embargo, Alemania, cuya inversión en defensa fue el 1,5% de su PIB en 2023, se encuentra en una posición de incertidumbre política tras las elecciones del 23 de febrero, lo que dificulta comprometerse con una acción coordinada a gran escala. Scholz calificó de "prematura" la discusión de esta posibilidad mientras el conflicto sigue activo.

Gran Bretaña, donde el primer ministro Keir Starmer expresó disposición para enviar tropas a Ucrania "si fuera necesario", enfrenta un reto interno: años de recortes han debilitado su capacidad militar. Richard Dannatt, exjefe del ejército británico, estimó que el Reino Unido necesitaría aportar 40,000 soldados para alcanzar el objetivo de una fuerza multinacional de 100,000 efectivos, un esfuerzo que resulta insostenible bajo las circunstancias actuales.

En un contexto económico desafiante, Trump ha planteado que Europa debe incrementar significativamente su gasto en defensa, sugiriendo que cada nación alcance el deseado 5% de su PIB, una cifra que supera ampliamente el gasto actual de Alemania (1,5%), Francia (2,1%) y Reino Unido (2,3%). Tanto el canciller Scholz como el primer ministro polaco Donald Tusk advirtieron sobre los riesgos de agravar una ruptura en la alianza transatlántica mientras persisten estas exigencias económicas y estratégicas.

La Conferencia de Seguridad de Múnich, realizada el pasado fin de semana, sirvió para exponer las tensiones y angustias presentes en los países europeos. Christoph Heusgen, presidente del evento, expresó su conmoción tras un discurso del vicepresidente estadounidense J.D. Vance, quien acusó a Europa de suprimir la libertad de expresión y sugirió una apertura hacia los partidos de extrema derecha. Estos comentarios, acompañados por el encuentro de Vance con Alice Weidel, colíder del partido ultraderechista alemán Alternativa para Alemania (catalogado como extremista por organismos de seguridad en el país), se interpretaron como una interferencia directa en la política interna alemana.


En paralelo, Trump amenaza con imponer aranceles severos a la Unión Europea, lo que pone en riesgo a las frágiles economías del bloque y tensa aún más las relaciones comerciales. Pese a estas dificultades, algunos líderes europeos consideran fundamental mantener cierta cooperación con Estados Unidos, al menos en logística y seguridad, por la dependencia que una misión de mantenimiento de la paz tendría del apoyo estadounidense.

Sin embargo, las intenciones de la administración Trump permanecen confusas. En su visita a Kiev, el secretario del Tesoro Scott Bessent insinuó que Estados Unidos podría brindar un "escudo de seguridad a largo plazo" para Ucrania, condicionado a permisos para explotar minerales estratégicos en la región. A esto se suma una contradicción en el mensaje de la Casa Blanca: mientras algunos analistas observan un alineamiento en ciertos objetivos europeos, otros critican que Estados Unidos negocie exclusivamente con Rusia, descartando la inclusión de aliados europeos en las decisiones definitivas.

La estrategia estadounidense se asemeja, según expertos, a tácticas como las utilizadas en la interacción diplomática que Trump mantuvo previamente con Corea del Norte, donde promesas iniciales quedaron inconclusas. Para Europa, las dificultades inmediatas se centran en equilibrar la presión política interna, el incremento en el gasto de defensa y las acciones de un aliado que, con medidas unilaterales, comienza a comportarse como un adversario estratégico. Actualmente, Alemania, Francia y Reino Unido están entre los países de la OTAN que menos invierten en defensa como porcentaje de su PIB en comparación con Estados Unidos, que destina el 3,4%.

Algo Curioso

“Lo que está claro es que, pase lo que pase, Europa tendrá que dar un paso adelante”

– Expresó Lawrence Freedman, profesor emérito de estudios de guerra en el King’s College de Londres.

Feb 19, 2025
Colglobal News

La relación entre Estados Unidos y Europa atraviesa uno de sus momentos más complicados en décadas tras las recientes acciones de la administración Trump. En un movimiento que ha creado desconcierto entre las principales capitales europeas, el presidente Donald Trump anunció un plan para negociar un acuerdo de paz en Ucrania directamente con el presidente ruso, Vladimir Putin, sin involucrar a las naciones europeas ni al gobierno ucraniano. Este enfoque unilateral ha desatado una rápida reorganización estratégica en Europa y desatado preocupaciones sobre la estabilidad de la alianza transatlántica.

El lunes, en una cumbre urgente realizada en París, líderes como Emmanuel Macron, Olaf Scholz y Keir Starmer analizaron la posibilidad de desplegar decenas de miles de tropas europeas en Ucrania bajo una fuerza de mantenimiento de la paz. Macron, que fue pionero en esta idea el año pasado, aunque enfrentó escepticismo generalizado, ahora lidera una iniciativa que podría costar miles de millones de euros y potencialmente tensar las frágiles economías europeas. Sin embargo, Alemania, cuya inversión en defensa fue el 1,5% de su PIB en 2023, se encuentra en una posición de incertidumbre política tras las elecciones del 23 de febrero, lo que dificulta comprometerse con una acción coordinada a gran escala. Scholz calificó de "prematura" la discusión de esta posibilidad mientras el conflicto sigue activo.

Gran Bretaña, donde el primer ministro Keir Starmer expresó disposición para enviar tropas a Ucrania "si fuera necesario", enfrenta un reto interno: años de recortes han debilitado su capacidad militar. Richard Dannatt, exjefe del ejército británico, estimó que el Reino Unido necesitaría aportar 40,000 soldados para alcanzar el objetivo de una fuerza multinacional de 100,000 efectivos, un esfuerzo que resulta insostenible bajo las circunstancias actuales.

En un contexto económico desafiante, Trump ha planteado que Europa debe incrementar significativamente su gasto en defensa, sugiriendo que cada nación alcance el deseado 5% de su PIB, una cifra que supera ampliamente el gasto actual de Alemania (1,5%), Francia (2,1%) y Reino Unido (2,3%). Tanto el canciller Scholz como el primer ministro polaco Donald Tusk advirtieron sobre los riesgos de agravar una ruptura en la alianza transatlántica mientras persisten estas exigencias económicas y estratégicas.

La Conferencia de Seguridad de Múnich, realizada el pasado fin de semana, sirvió para exponer las tensiones y angustias presentes en los países europeos. Christoph Heusgen, presidente del evento, expresó su conmoción tras un discurso del vicepresidente estadounidense J.D. Vance, quien acusó a Europa de suprimir la libertad de expresión y sugirió una apertura hacia los partidos de extrema derecha. Estos comentarios, acompañados por el encuentro de Vance con Alice Weidel, colíder del partido ultraderechista alemán Alternativa para Alemania (catalogado como extremista por organismos de seguridad en el país), se interpretaron como una interferencia directa en la política interna alemana.


En paralelo, Trump amenaza con imponer aranceles severos a la Unión Europea, lo que pone en riesgo a las frágiles economías del bloque y tensa aún más las relaciones comerciales. Pese a estas dificultades, algunos líderes europeos consideran fundamental mantener cierta cooperación con Estados Unidos, al menos en logística y seguridad, por la dependencia que una misión de mantenimiento de la paz tendría del apoyo estadounidense.

Sin embargo, las intenciones de la administración Trump permanecen confusas. En su visita a Kiev, el secretario del Tesoro Scott Bessent insinuó que Estados Unidos podría brindar un "escudo de seguridad a largo plazo" para Ucrania, condicionado a permisos para explotar minerales estratégicos en la región. A esto se suma una contradicción en el mensaje de la Casa Blanca: mientras algunos analistas observan un alineamiento en ciertos objetivos europeos, otros critican que Estados Unidos negocie exclusivamente con Rusia, descartando la inclusión de aliados europeos en las decisiones definitivas.

La estrategia estadounidense se asemeja, según expertos, a tácticas como las utilizadas en la interacción diplomática que Trump mantuvo previamente con Corea del Norte, donde promesas iniciales quedaron inconclusas. Para Europa, las dificultades inmediatas se centran en equilibrar la presión política interna, el incremento en el gasto de defensa y las acciones de un aliado que, con medidas unilaterales, comienza a comportarse como un adversario estratégico. Actualmente, Alemania, Francia y Reino Unido están entre los países de la OTAN que menos invierten en defensa como porcentaje de su PIB en comparación con Estados Unidos, que destina el 3,4%.

La relación entre Estados Unidos y Europa atraviesa uno de sus momentos más complicados en décadas tras las recientes acciones de la administración Trump. En un movimiento que ha creado desconcierto entre las principales capitales europeas, el presidente Donald Trump anunció un plan para negociar un acuerdo de paz en Ucrania directamente con el presidente ruso, Vladimir Putin, sin involucrar a las naciones europeas ni al gobierno ucraniano. Este enfoque unilateral ha desatado una rápida reorganización estratégica en Europa y desatado preocupaciones sobre la estabilidad de la alianza transatlántica.

El lunes, en una cumbre urgente realizada en París, líderes como Emmanuel Macron, Olaf Scholz y Keir Starmer analizaron la posibilidad de desplegar decenas de miles de tropas europeas en Ucrania bajo una fuerza de mantenimiento de la paz. Macron, que fue pionero en esta idea el año pasado, aunque enfrentó escepticismo generalizado, ahora lidera una iniciativa que podría costar miles de millones de euros y potencialmente tensar las frágiles economías europeas. Sin embargo, Alemania, cuya inversión en defensa fue el 1,5% de su PIB en 2023, se encuentra en una posición de incertidumbre política tras las elecciones del 23 de febrero, lo que dificulta comprometerse con una acción coordinada a gran escala. Scholz calificó de "prematura" la discusión de esta posibilidad mientras el conflicto sigue activo.

Gran Bretaña, donde el primer ministro Keir Starmer expresó disposición para enviar tropas a Ucrania "si fuera necesario", enfrenta un reto interno: años de recortes han debilitado su capacidad militar. Richard Dannatt, exjefe del ejército británico, estimó que el Reino Unido necesitaría aportar 40,000 soldados para alcanzar el objetivo de una fuerza multinacional de 100,000 efectivos, un esfuerzo que resulta insostenible bajo las circunstancias actuales.

En un contexto económico desafiante, Trump ha planteado que Europa debe incrementar significativamente su gasto en defensa, sugiriendo que cada nación alcance el deseado 5% de su PIB, una cifra que supera ampliamente el gasto actual de Alemania (1,5%), Francia (2,1%) y Reino Unido (2,3%). Tanto el canciller Scholz como el primer ministro polaco Donald Tusk advirtieron sobre los riesgos de agravar una ruptura en la alianza transatlántica mientras persisten estas exigencias económicas y estratégicas.

La Conferencia de Seguridad de Múnich, realizada el pasado fin de semana, sirvió para exponer las tensiones y angustias presentes en los países europeos. Christoph Heusgen, presidente del evento, expresó su conmoción tras un discurso del vicepresidente estadounidense J.D. Vance, quien acusó a Europa de suprimir la libertad de expresión y sugirió una apertura hacia los partidos de extrema derecha. Estos comentarios, acompañados por el encuentro de Vance con Alice Weidel, colíder del partido ultraderechista alemán Alternativa para Alemania (catalogado como extremista por organismos de seguridad en el país), se interpretaron como una interferencia directa en la política interna alemana.


En paralelo, Trump amenaza con imponer aranceles severos a la Unión Europea, lo que pone en riesgo a las frágiles economías del bloque y tensa aún más las relaciones comerciales. Pese a estas dificultades, algunos líderes europeos consideran fundamental mantener cierta cooperación con Estados Unidos, al menos en logística y seguridad, por la dependencia que una misión de mantenimiento de la paz tendría del apoyo estadounidense.

Sin embargo, las intenciones de la administración Trump permanecen confusas. En su visita a Kiev, el secretario del Tesoro Scott Bessent insinuó que Estados Unidos podría brindar un "escudo de seguridad a largo plazo" para Ucrania, condicionado a permisos para explotar minerales estratégicos en la región. A esto se suma una contradicción en el mensaje de la Casa Blanca: mientras algunos analistas observan un alineamiento en ciertos objetivos europeos, otros critican que Estados Unidos negocie exclusivamente con Rusia, descartando la inclusión de aliados europeos en las decisiones definitivas.

La estrategia estadounidense se asemeja, según expertos, a tácticas como las utilizadas en la interacción diplomática que Trump mantuvo previamente con Corea del Norte, donde promesas iniciales quedaron inconclusas. Para Europa, las dificultades inmediatas se centran en equilibrar la presión política interna, el incremento en el gasto de defensa y las acciones de un aliado que, con medidas unilaterales, comienza a comportarse como un adversario estratégico. Actualmente, Alemania, Francia y Reino Unido están entre los países de la OTAN que menos invierten en defensa como porcentaje de su PIB en comparación con Estados Unidos, que destina el 3,4%.

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