Kevin, un gran danés, murió inesperadamente a la edad de tres años a consecuencia de una enfermedad y una cirugía no planificada. Guinness World Records había reconocido oficialmente a Kevin como el perro macho más alto del mundo en marzo de este año. El can medía 0.97 metros desde sus patas hasta el lomo, lo que lo hacía una mascota imponente.
Sus dueños, Tracy y Roger Wolfe, compartieron su dolor por la muerte de Kevin, describiéndolo como "el mejor chico gigante". Kevin se había ganado su lugar en el libro de récords no solo por su tamaño, sino también por su carácter amable. Era conocido por temerle a la aspiradora y por su habilidad para robar comida de los mostradores de la cocina sin esfuerzo. A pesar de su tamaño, Kevin era un "gigante gentil" que disfrutaba de largas siestas y de la atención de quienes lo rodeaban.
La noticia de su fallecimiento ha conmocionado a muchos, subrayando la efímera compañía de estas majestuosas mascotas. Durante su corta vida, no solo era el perro más alto del mundo, sino también un ser querido en su comunidad y una última recordación de la fragilidad de la vida.
Kevin ha dejado un vacío en el corazón de su familia y la comunidad de amantes de los perros, quienes lamentan su partida. Su tamaño y su presencia eran notables, pero también lo eran su carácter y las peculiaridades que lo hacían único.